Noche de cabalgata y tradición en Querétaro

Con la puesta del sol del viernes 23 de diciembre, comenzó el camino para llegar a la cita que año con año tienen las familias queretanas en el Centro Histórico para ver desfilar a la Cabalgata de navidad.

El tránsito era intenso y las filas de vehículos para llegar a las calles del primer cuadro eran muy largas. Nada de esto mermó en el ánimo de los más pequeños, a pesar de que papá o mamá conducían con su toque de estrés.

Una vez sorteado el acceso y que se encuentra estacionamiento, comienza la marcha para tomar los lugares más aptos para el desfile.

No faltó quien reservó un palco en un restaurante o un café, quienes rentaron la habitación de una posada o un hostal para tener la comodidad de dar el paso del contingente desde un sitio con buena vista y comodidades. Los que no, aprovecharon las banquetas, bancas, hasta subieron a los árboles para presencial el evento anual.

Las horas y minutos pasaban y aún no se vislumbraba a la cabalgata. El único desfile era el de los vendedores que desfilaban entre las calles con sus carritos acondicionados con pequeñas plantas eléctricas y que ofrecían desde elotes y ponche hasta fruta enchilada, gorritos navideños, espadas multicolores y pelucas.

Los más socorridos eran quienes ofrecían los algodones de azúcar ya que de algunos pedazos eran levantados por el viento y eran literalmente cazados por un grupo de chiquillos (aunque no faltó el adulto aprovechado) que esperaban con ansias poder capturar el caramelo.

Después de varios minutos de espera, por fin apareció caminando por las calles un pequeño grupo de niños vestidos como ángeles y amenizados por la música de una banda de viento y un grupo de mojigangas, que bailaban junto arlequines con zancos, ellos abrieron paso al carro que encabezaba la reina de las fiestas navideñas, Cecilia II,

Uno a uno, los carros del desfile, que en esta ocasión se puso en sintonía con las celebraciones por el centenario de la Constitución e hizo remembranza de artículos importantes de nuestra carta magna, como en el caso del 123 en donde se tuvo participación de trabajadores de la textilera de Hércules.

Uno de los grupos más aclamados de la noche fue el de los tradicionales “tlachiqueros”, que vestidos como personajes extravagantes causaron risa y asombro, además del peculiar manejo del chicote, además de los bailarines que zapateaban al ritmo del huapango.

Para cerrar con broche de oro, los Reyes magos aparecieron en su caballo, camello y elefante, regalando dulces a los asistentes, además de que pidieron a los pequeños no aflojar el paso en su buen comportamiento, ya que pronto irían para la cita por la noche del 5 de enero.

Finalmente, entre procesiones de vehículos con avance lento y carga vehicular pesada, los asistentes regresaron a sus casas, con las sonrisas y el gusto que les dejó el paso de esta tradición queretana con 90 años de historias