Canciones para el frío
Las bajas temperaturas no disuaden a quienes gustan de la trova, un género musical al que, en Querétaro, ya se le dedica una semana entera de conciertos.
El programa dice que los conciertos empiezan a las 3:00 de la tarde. Las primeras en el line-up del sábado son Adriana Santiago y Claudia Elizalde, cantantes de Guadalajara y Monterrey, respectivamente. No sé si estas dos intérpretes comparten normalmente el escenario, pero para el TrovaFest 2016 están juntas en el acto. Son dos de los más de 40 artistas que vinieron a Querétaro por la Semana Mundial de la Trova que empezó el lunes 14 y termina hoy, domingo 20 de noviembre.
Son las 3:30 y en el escenario solo hay miembros del staff probando micrófonos y ecualizando audios «¿esto se escucha o no se escucha?» pregunta una voz con acento argentino, ¿o es uruguayo? Todavía no se han instalado las vallas que típicamente acorralan a los asistentes de eventos musicales multitudinarios, ni las sillas, sin embargo un grupo de al menos 50 personas ya se instaló en primera fila, algunos sentados en el suelo, otros han traído sus propios banquitos y asientos improvisados.
Hace frío, no siberiano (ni siquiera sanjoaquinense), pero sí lo suficiente para que todos los que esperan a que empiecen los conciertos en la Plaza Fundadores estén ataviados con chamarras gruesas, algunos niños llevan incluso gorros y guantes. Hay parejas jóvenes y familias, pero sobre todo mujeres de todas edades. La gente se sacude la tensión de las bajas temperaturas cuando aparece Jorge Drexler sobre el escenario para hacer pruebas de sonido, aún quedan ocho horas por delante para su presentación, que será la última de la noche. Unos gritan su nombre y él sonríe. «Uf, qué frío», apunta a decir.
Por fin empieza la música en vivo, casi una hora tarde. Dos mujeres, cada una con su guitarra, se plantan en el escenario frente a los micrófonos y empiezan a cantar. Las letras de sus canciones no son alegres, sus voces lastimeras me generan rechazo, pero los acordes de la guitarra reconfortan. Pensándolo bien, van perfecto con el día gris y el aire frío. Y el público corea los temas de estas dos cantantes de cuya existencia no tenía idea, eso siempre es buena señal en un concierto.
Después de dos ‘rolas’ me alejo de la Plaza Fundadores. El centro está a reventar de transeúntes abrigados que entran y salen de cafés, tiendas y restaurantes. El equipo de sonido de TrovaFest se alcanza a escuchar hasta cuatro cuadras abajo. Algunas personas se preguntan de dónde viene la música mientras suben la cuesta que lleva al exconvento de La Cruz y se detienen unos metros antes, justo donde está la tarima en la que ahora canta alguien más, un andaluz guapo con pelo largo alborotado y chamarra de cuero.
La tarde transcurre entre música de guitarras, alusiones al clima inclemente y cabecitas que se mueven al compás de canciones cursis. La gente está tranquila, luce contenta. Entre el público no están los turistas gringos, coreanos y franceses que vienen a CutOut Fest, ni tampoco los asiduos a la vida cultural de la ciudad, esos que asisten a las muestras de cine y obras de teatro en el foro escénico del Museo de la Ciudad. En cambio están los grupos de amigas adolescentes, la pareja que lleva en carriola a un bebe tapado hasta la coronilla, los primos y hermanos, las familias en general. Eso es lo que es TrovaFest, un festival de música familiar.
Cuando la noche cae, el público ya rebasa los límites de la plaza pública y comienza a ocupar las calles aledañas. Me acerco a un oficial de policía para preguntarle si van a cerrar la calle Manuel Acuña, a lo que responde «no güerita, ¿por qué?», le contesto que quizá más tarde llegue más gente y me da una segunda negativa. Efectivamente, cada vez hay más personas, me da la impresión de que todos esperan escuchar a Drexler. Pasadas las 10:00 de la noche, el acceso vehicular a la calle Manuel Acuña ha sido bloqueado por cintas amarillas con letras negras que dicen ‘PRECAUCIÓN’.
Antes de que el esperadísimo artista uruguayo empiece su presentación hay una noticia para los asistentes; Edgar Oceransky, uno de los trovadores organizadores del festival, sale a decir que ahora cantará un artista que no está en la programación. Se trata, nada más y nada menos, del cantautor Armando Manzanero. Para sorpresa de algunos, el artista yucateco se sienta al piano y toca y canta algunas de las canciones que el oído colectivo mexicano está acostumbrado a escuchar en voz de Luis Miguel. «Nunca me imaginé que iría a un concierto de Manzanero» escucho decir a alguien.
Entonces llega el momento de escuchar Jorge Drexler. Es casi media noche y el frío, naturalmente, no ha dado tregua, pero los ánimos están por todo lo alto. Ahora son todo sonrisas y gritos que le piden al intérprete que cante la canción Raquel, Me haces bien, Todo se transforma… El uruguayo se ha adueñado de su público que se pone a bailar cuando una versión en cumbia colombiana de Deseo empieza a sonar. Cuando el concierto termina y el público grita otra, otra, otra, Drexler no resiste a salir de nuevo al escenario para tocas tres temas más «¡no los quiero hacer rogar con este frío!» exclama sonriente.
La gente se retira tranquila cuando la música acaba. El clima (y probablemente también el género musical) no ha dejado mucho lugar para la euforia que a veces embarga a quienes asisten a un evento de música en vivo. «Pero se percibe satisfacción, mañana hay más», le dice una chica a otra. Son casi las 2:00 de la mañana.