Cartón y literatura
Editorial Mamá Dolores Cartonera recupera el valor del libro y difunde la cultura literaria con métodos creativos y desde la base de jóvenes creadores
Mamá Dolores sirve tragos en el centro. No está en uno de esos antros fresas de 5 de Mayo que hacen temblar toda la calle con su ruido ensordecedor. Si caminas por las calles más oscuras, de vez en vez, te topas con unas de esas puertas que abren de par en par, rechinando en sus bisagras que aún recuerdan los viejos tiempos.
Al fondo, un tocadiscos de acetatos que giran con dificultad, y un par de viejos sentados con sus bigotes húmedos mirando al infinito. En la barra, Mamá Dolores está hipnotizada con el viejo televisor con sus enormes antenas que parecen recibir señales del ayer.
Y yo me tomo una buena prodigiosa para con ella también desaparecer. Si hubiera escrito en ¡Queremos tanto a mamá Lolita!, el primer número de la Editorial Mamá Dolores Cartonera, así me habría imaginado a Mamá Dolores.
Elizabeth Acosta, ‘Liz’ entre sus amigos, quien vio nacer el proyecto desde su germen en 2010 y hoy aún forma parte del mismo, cuenta que la idea en ese número fue pedirle a escritores locales que se imaginaran a Mamá Dolores y escribieran sobre ella. «Estuvo padre, algunos la describieron vieja, de abuela, otros de cuando era joven y era la enamorada. Otros le hicieron un poema. Fue la carta de presentación», explica.
Entonces la idea era difundir el trabajo de autores locales a través de un formato que no solo resultara económico, sino que implicara un valor agregado al objeto mismo por tratarse de ediciones hechas a mano, impresas en papel dentro de forros de cartón reciclado, con tirajes limitados y de un arte tan osado como sus textos.
Hoy, Editorial Mamá Dolores Cartonera ha publicado a autores como Efraín Velasco Sosa, Jaime Martínez, Xel-Ha López, Gerardo Arana Villarreal, Ángel Ortuño, Maricela Guerrero, Horacio Warpola, Sergio Ernesto Ríos, Sara Uribe, Paula Abramo, Juan Carlos Franco, Inti García Santamaría o Luis Alberto Arellano, un compendio de nombres locales y nacionales cuya dedicación profesional a las letras es de reconocimiento gremial.
Crisis y cultura
La primera editorial cartonera data del año 2003, cuando Argentina pasaba por la crisis económica del nuevo milenio. En una crisis, lo importante queda de lado en detrimento de lo necesario, y dónde trabajar o qué comer se vuelven las preguntas recurrentes de una sociedad en default.
Pero alguno que otro romántico sigue preocupado por otras preguntas, como qué leer. Y entonces Washington Cucurto, el seudónimo literario de Santiago Vera, fundó la Editorial Eloísa Cartonera que, a través de la publicación de autores inéditos latinoamericanos, generó un círculo virtuoso por medio de la compra de material reciclado a cartoneros, personas que se dedican a la recolección de cartón usado para su venta, lo cual generó un producto de alto valor cultural.
El fenómeno se expandió por toda Latinoamérica y, a poco más de 10 años de su comienzo, ya cuenta con editoriales en prácticamente todos los países del continente.
Editorial Mamá Dolores Cartonera nació en Querétaro y es una de las más importantes del país. El año pasado participó en el Encuentro Nacional de Editoriales Cartoneras celebrado en Chile, y es un proyecto cultural becado por el programa Apoyarte, del Instituto Queretano de la Cultura y las Artes (IQCA).
Su inicio no fue muy diferente al de Eloísa Cartonera. En 2010, estudiantes del Taller de Creación Literaria del Tecnológico de Monterrey no tenían recursos suficientes para la impresión de sus tradicionales plaquette de fin de curso. Fue entonces cuando el poeta José Manuel Velasco, su maestro, les recomendó tomar el ejemplo de las editoriales cartoneras. Liz y su amiga Diana Diego dieron forma a lo que dos años después sería la Editorial Mamá Dolores Cartonera.
Prosvet
Hacia finales de 2012, la editorial trabajaba por pasar de ser un esfuerzo aislado a un proyecto cultural serio. Scribo Verbis Diavoli salió en octubre de 2012 y compendia textos de diversos autores que escribieron bajo seudónimos. Para diciembre de ese mismo año dieron su primer gran batazo al publicar 1/25’s Todo el tiempo del mundo, un poemario documental de Efraín Velasco Sosa, un poeta consumado a nivel nacional.
«Era un poemario documental de un inglés que vivió en Oaxaca mucho tiempo, y entonces de las fotos del señor ingles, él hizo el poemario», comenta llena de orgullo Liz, pues Velasco Sosa fue el primer gran autor que publicaron bajo el sello Editorial Mamá Dolores Cartonera.
Al mismo tiempo Kiril Kravchenko, ‘el Ruso’ entre los conocidos, ideaba Prosvet, una revista de publicación bimestral que utilizara la técnica cartonera y variara su temática, siempre con la visión de publicar jóvenes autores locales. Para apoyar en las labores de diseño invitaron a Omar Carbajal, ‘Shaggy’, quien hoy forma parte del equipo que maneja la Editorial Mamá Dolores, y es el encargado de comprarle el cartón a los recogedores de la calle Unión, a quienes les dan un precio por encima del mercado y que, sin saberlo, forman parte de un movimiento cultural.
«Queríamos darle espacio a gente que no tiene chance de publicar, y gente que ya ha sido publicado, algunos ya con trayectoria, de un modo medio divertido. Lo que hemos hecho es que cada Prosvet tenga una temática con una línea cínica o rara. Divertidas pero muy ambiguas también», cuenta Omar.
Prosvet tiene ya 12 ediciones publicadas, y para la número 13 prepara una importante evolución, pues han dejado de trabajar con convocatorias abiertas a autores para dar lugar directamente a colectivos artísticos que puedan llevar a otro nivel cultural sus publicaciones, explica Felipe Bohórquez, ‘el Vago’ entre los insensatos, quien se hizo indispensable tras ser invitado a participar en las tertulias del Consejo Editorial.
«Vamos a movernos hacia trabajar con colectivos. Ahorita ya tenemos pactado con dos poetas que se llaman Yolanda Segura y Ana Clara Muro. Ellas llevan un proyecto que se llama Casa Slam en donde hace slam poetry, la gente se para a leer textos y a echar desmadre, y entonces de los cuatro slams que han hecho va a haber uno muy especial. Aparte hay un colectivo que se llama Taller Horizontal, que lo lleva Joaquín Sandoval con Víctor Arriaga y con Fernando Goitia. Ellos tienen un taller que se juntan a echar café y chelas, y revisan sus textos. Cada vez más han ido haciendo pequeños proyectitos», puntualiza.
Taller Horizontal tiene un proyecto en el cual escritores utilizan máscaras y compiten unos con otros escribiendo textos en la ‘Batalla de Escritores Anónimos’, que tras el encuentro, terminan incompletos. La idea en próxima edición de Prosvet es dar continuidad a esos textos, curarlos y terminarlos para finalmente publicarlos en la revista cartonera.
Difundir, reutilizar y compartir
Editorial Mamá Dolores Cartonera no es un proyecto que pretenda generar grandes dividendos económicos. El máximo costo de alguna de sus publicaciones ha sido de 150 pesos, y los tirajes van de 50 a 150 publicaciones. Estos libros son trabajos artesanales cuyo alcance es limitado, pero también incitan la idea de compartir para ampliar su espectro.
«Lo que vemos con la cartonera es que más allá del contenido del texto, porque te lo puedo mandar por PDF o por correo. Sí son importantes los textos, pero ya una cartonera tiene un valor de arte objeto, que es el libro como tal. No es un libro de serie que tiene 3 mil ejemplares, sino que son ediciones pequeñas, cada una es diferente por hay una que te quedó chueca la grapa, y otra que el cartón está medio roto, y otro que la serigrafía tiene un degradado que se vio bien cool, entonces todos tienen un carácter único», destaca Liz.
Aunque en un principio el protocolo era convocar a los conocidos para acopiar cartón, hoy en día la alianza con los cartoneros de la calle Unión beneficia a ambas partes, así como sucedió en Argentina. Los materiales reutilizados con los que se crean estos libros también son un llamado a la ecología y al cuidado del medio ambiente.
Cruzada cultural de largo aliento
¿Cuántas editoriales cartoneras hay en México? Es difícil saberlo pues, por su misma naturaleza, muchas nacen en momentos puntuales y perecen cuando terminan su misión.
La dificultad que implica el trabajo artesanal tampoco es un gran aliciente para que este tipo de proyectos se mantengan a través del tiempo, pues algunos empiezan con gran expectativa y se desinflan para terminar eligiendo formatos más sencillos que prioricen la distribución a través de mecanismos digitales.
Por eso, el que Liz, Shaggy y el Vago dediquen su vida a desarrollar la Editorial Mamá Dolores Cartonera desde hace cuatro años implica un genuino interés por desarrollar la cultura, acercar a autores y lectores, y servir como una ventana para nuevos creadores literarios
En una época en la que el objeto está cada vez más en desuso por los medios digitales, un libro, y más uno hecho con métodos artesanales, sin duda adquiere un valor cultural importante que vale la pena atesorar.
Estas son las publicaciones que ha hecho Editorial Mamá Dolores Cartonera:
¡Queremos tanto a Mamá Lolita! – Agosto 2012
Scribo Verbis Diaboli – Octubre 2012
1/25’s Todo el tiempo del mundo – Efraín Velasco, Diciembre 2012
La colección campechana, de pastor, bisteck y chorizo – Abril 2013
Embutido de poetas – Noviembre 2013
Colaboración Si lees se nota 8º aniversario – Noviembre 2011
Mis primeros dientes, antología de escritores queretanos nacidos en los noventas – Marzo 2015
Cómo no estar solo – Juan Carlos Franco, agosto 2015
Himnos para una chica de 17 años – Eduardo de Gortari, noviembre 2015
Y próximamente: Reencuentros con hombres notables – Janko Erwin (Horacio Warpola)
Revista Prosvet:
Prosvet Ficticia – Diciembre 2012
Prosvet Erótica – Febrero 2013
Prosvet Insolente – Abril 2013
Prosvet Ucrónica – Junio 2013
Prosvet Vagabunda – Septiembre 2013
Prosvet Paranormal – Noviembre 2013
Prosvet Alarmante – Marzo 2014
Prosvet Guerrillera – Septiembre 2014
Prosvet Desaparecida – Febrero 2015
Prosvet Dogmática – Julio 2015
Prosvet Viciosa – Octubre 2015
Prosvet Surrealista – Diciembre 2015