Hace 100 años, Querétaro fue capital de la República
Fue un 2 de febrero de 1916 cuando Venustiano Carranza transfirió los poderes de la unión a Querétaro, donde se instaló el Congreso Constituyente
artículo de Gustavo Daniel González Barrientos
Aquí, en donde la conquista fue pasiva gracias al éxito de las misiones de los franciscanos; en donde el mestizaje encontró un punto de ebullición, en donde la independencia detono antes de lo planeado, en donde la República triunfó al terminar con el segundo Imperio. Aquí, en la alguna vez llamada ciudad maldita y traidora; tuvo lugar el evento que culminaría con la revolución iniciada en 1910: El Congreso Constituyente que culminaría con la promulgación de la constitución de 1957.
El 6 de febrero de 1916 fue publicado en el periódico “La Sombra de Arteaga”, el periódico oficial del gobierno desde 1867, el anuncio que confirmaba que en Querétaro se llevaría acabo el Congreso Constituyente con el objetivo de ver cumplidos los ideales de la revolución en una nueva Constitución.
El 22 de febrero de 1913 el presidente Francisco I. Madero muere por órdenes de Victoriano Huerta, jefe del ejército, quien lo traicionó al seguir los preceptos de los sublevados porfiristas y quien toma el poder del ejecutivo ilegítimamente, a diferencia de Madero, quien había sido electo a voluntad del pueblo tras la destitución de Porfirio Díaz y después de Francisco León de la Barra, siendo la elección más unánime y limpia de la historia.
Roto el orden constitucional, y con la idea de que cualquiera que tuviese el mínimo de calidad moral para procurar restituir el orden tenía el derecho legítimo de elegirse jefe del país; fue como Venustiano Carranza, gobernador de Coahuila, se proclama presidente y líder del ejército constitucionalista.
En el Plan de Guadalupe, firmado en Coahuila en marzo de 1913, se desconocía a Victoriano Huerta como presidente tras la consigna revolucionaria que determinaba que el lugar debe ser reservado para quien respete la ley en su letra y en su espíritu, en su forma y en su fondo, electo de manera limpia y legitima.
El plan también consideraba la convocatoria a un Congreso Constituyente; Carranza inicio un movimiento bélico para restituir el orden constitucional; razón, ideal y propósito de la revolución. La división del norte (Francisco Villa), la división del este (Pablo González) y la división del oeste (Álvaro Obregón) estaban bajo el mandato del primer jefe, Venustiano Carranza.
Campesinos, obreros, mineros se unieron tumultuosamente al ideal del mejoramiento social.
Álvaro Obregón apoyaba la convocatoria de un Congreso Constituyente haciendo valer las ideas con las que se constituyó el Plan de Ayutla:
“Si un sistema que se adopta no se adapta plenamente a los requerimientos de la realidad estatal del grupo humano, no tiene validez”.
Comenzaba la búsqueda del posicionamiento en el mundo de un país fiel a la libertar y a la justicia, contrario al papel internacional que tenía México, de gente depredadora y no como reformadores.
Carranza sabía que realizar el congreso en México podría generar distracciones y un posible intento de Zapata por interrumpirlo y entonces pensó en Querétaro para la sede del mismo. Pero no solo como sede del congreso sino como capital provisional de los poderes de la unión.
El 2 de febrero de 1916, en La Cañada, Querétaro, un lugar que agradaba a Carranza, el jefe del país anunció, durante un banquete, la puesta en marcha del Congreso Constituyente en el estado de Querétaro.
Gerardo Murillo, un afamado pintor Jalisciense mejor conocido como “Doctor Atl” se encontraba en ese banquete y dirigió unas palabras en público:
“Querétaro es una ciudad eminentemente reaccionaria, no me explico cómo puede celebrarse en ella un congreso eminentemente revolucionario”.
Carranza contesto al pintor: –
“Yo no juzgo que la ciudad sea reaccionaria (…) la reacción está en todas las clases elevadas de toda la República, en los procederes del capital; pero el pueblo de aquí, como el de Coahuila y Sonora, que tanto ha luchado por su libertad, es liberal y tiene confianza en el triunfo de sus destinos”.
Un debate abierto, profundo y lúcido eran las intenciones del Congreso Constituyente, diputados de todos los estados que se preparaban para revisar la constitución de 1857 en un ejercicio de soberanía, lo cual ocurrió el primero de diciembre de 1916; para preservar la integridad de la nación y su independencia a partir de buscar el bienestar social para que ninguna nación se crea autorizada a pisar nuestro suelo.
De la constitución de 1857 solo deberían quedar vigentes sus dos grandes conquistas: los derechos del hombre y su sistema federal. Los derechos del hombre, como base de las instituciones sociales, se constituyen como la más poderosa arma legal contra las tiranías y es el más estrecho lazo de unión de los mexicanos. El sistema federativo no podrá jamás existir mientras haya entidades que por escases de recursos acudan a la protección del gobierno federal, la falta de igualdad hace imposible la federación.
Las sedes de congreso fueron la academia de Bellas Artes; en el Salón oval se llevaron a cabo las sesiones previas; y en el Teatro Iturbide, hoy, Teatro de la República. Además de ser aula magna de las sesiones del Congreso Constituyente se presentaban espectáculos, conciertos, operas.
El Congreso Constituyente pretendía que la República estuviera gobernada conforme a la constitución, que comprendiera un conjunto armónico, de leyes liberales y su perfecta aplicación para llenar así las aspiraciones del pueblo mexicano que culminarían en la promulgación de la Constitución de 1917 durante el mes de febrero. Fue en el mes de marzo del mismo año cuando Querétaro deja de ser capital del país para que los poderes regresen al Distrito Federal, el cual hoy ha dejado existir, para convertirse en la Ciudad de México