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Desigualdad Histórica

Por - 29/10/2015

“México es el país de la desigualdad. Acaso en ninguna parte la hay más espantosa en la distribución de fortunas, civilización, cultivo de la tierra […]

 Desigualdad Histórica

México es el país de la desigualdad. Acaso en ninguna parte la hay más espantosa en la distribución de fortunas, civilización, cultivo de la tierra y población…”, Alexander von Humboldt, Ensayo Político sobre el Reino de la Nueva España, 1811.

A lo largo de la vida de nuestro País, las generaciones han sufrido por las inadecuadas políticas que el Estado Mexicano ha utilizado para combatir la pobreza, las cuales no solo son deficientes e insuficientes, sino que se han caracterizado por ser discriminatorias e inequitativas en su implementación. El extendido uso de modelos asistencialistas que buscan la acumulación de votos y clientelismo político en vez de erradicar el hambre, ha ocasionado una dependencia generalizada en la ayuda gubernamental.

Por ejemplo, en México, 11.7 millones de menores de edad sufren de pobreza alimentaria (de acuerdo con el Informe sobre Pobreza y derechos sociales de niñas, niños y adolescentes en México 2008 -2011, del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF)), la estadística ha aumentado del 25.7 por ciento al 29.5 por ciento en años recientes, lo que nos indica la dimensión del problema al que nos enfrentamos, sin embargo, no estamos haciendo referencia a números, sino a personas. Niños, niñas y adolescentes que diariamente tienen que vivir sin los alimentos adecuados que les permitan desarrollarse plenamente, tanto física como psicológicamente. La primera infancia, la que comprende de los 0 a los 5 años es la que presenta mayor grado de vulnerabilidad ante las carencias sociales, puesto que es ésta la etapa más decisiva en el crecimiento de las capacidades físicas, intelectuales y emotivas.

La organización internacional OXFAM, destacó en su informe Desigualdad Extrema en México Concentración del Poder Económico y Político que:

Nuestro país está inmerso en un ciclo vicioso de desigualdad, falta de crecimiento económico y pobreza. Siendo la decimocuarta economía del mundo, hay 53.3 millones de personas viviendo la pobreza. La desigualdad ha frenado el potencial del capital físico, social y humano de México; haciendo que en un país rico sigan persistiendo millones de pobres… Así, mientras el PIB per cápita crece a menos del 1% anual, la fortuna de los 16 mexicanos más ricos se multiplica por cinco…”.

Entonces, desigualdad y hambre son dos conceptos que están interrelacionados por su naturaleza y con ello, truncadas las posibilidades de desarrollo. A partir del 13 de octubre de 2011, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en su artículo 4º reconoce que toda persona tiene derecho a la alimentación nutritiva, suficiente y de calidad, además establece que será el Estado quien deberá garantizar dicha prerrogativa.

Pero, ¿qué es el derecho a la alimentación?, Las Naciones Unidas lo han definido como:

“el derecho a tener acceso, de manera regular, permanente y libre, sea directamente, sea mediante compra en dinero, a una alimentación cuantitativa y cualitativamente adecuada y suficiente, que corresponda a las tradiciones culturales de la población a que pertenece el consumidor y que garantice una vida psíquica y física, individual y colectiva, libre de angustias, satisfactoria y digna”.

Es importante señalar que el derecho a la alimentación no está relacionado con la caridad o asistencialismo, sino con asegurar que las personas sean capaces de suministrarse sus propios medios de desarrollo. Cuando se hace referencia a una “alimentación adecuada” se entiende que ésta debe satisfacer las necesidades de dieta teniendo en cuenta la edad de la persona, condiciones de vida, salud, ocupación, sexo, entre otras características.

Sin embargo, México tiene serias dificultades en la implementación del derecho a la alimentación en términos de accesibilidad y disponibilidad, ya que la capacidad de producción está siendo, cada vez más, amenazada por la vulnerabilidad a los efectos del cambio climático, así como por la ejecución de un sistema económico que ha castigado duramente a los pequeños agricultores que desde los años noventa, se han visto afectados por la desmedida inversión extranjera, desregulación, liberalización del mercado y disminución de las líneas de crédito y gasto público, según estimaciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE); compitiendo en un entorno desfavorable en comparación con los productores de gran escala.

En este sentido, el País enfrenta un problema de escasez y dependencia de alimentos. Las exportaciones aumentaron de 3.3 a 15.8 mil millones de dólares, mientras que las importaciones se incrementaron de 5.3 a 18.8 mil millones de dólares entre 1993 y 2010.

El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) indicó en 2010 que el 18,2 por ciento de la población (19,5 millones de personas) vivía en la pobreza alimentaria y 28 millones de personas (24,9 por ciento) tenían acceso insuficiente a los alimentos. Asimismo, ha habido un incremento porcentual de carencia en el acceso a los alimentos entre 2012 y 2014 del .6 por ciento.

México también se enfrenta a problemas de salud pública debido a los altos niveles de obesidad. Los datos indican que aproximadamente 35 millones de adultos tienen sobrepeso o son obesos. Se estima que 4.1 millones de niños y niñas sufren igualmente sobrepeso u obesidad, mientras que en los jóvenes este problema ocurre en uno de cada tres. La Secretaria de Salud considera que sólo en 2008, este fenómeno generó un gasto público de 3 mil 249 millones de dólares.

Es necesario fortalecer los mecanismos de control y exigibilidad para que la industria alimentaria ofrezca productos de calidad, con etiquetas simples, sin información engañosa y que el gobierno cumpla con sus obligaciones nacionales e internacionales sobre el derecho a la alimentación, como las Directrices Voluntarias de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Del 13 al 20 de Junio de 2011, el entonces Relator Especial sobre el derecho a la alimentación de Naciones Unidas, Oliver De Schutter, visitó nuestro País por invitación del Estado Mexicano para hacer una evaluación sobre los avances y los retos en la materia.

De éste informe, algunas de las recomendaciones más importantes que se desprenden son las siguientes: México ha garantizado el derecho a la alimentación en su norma suprema, pero aún tiene pendientes el diseño y aprobación de un marco legislativo e institucional que derive de la participación efectiva de aquellos que van a ser afectados por la implementación de las políticas alimentarias. Existe una relación directa entre la pobreza y las zonas rurales, así como las poblaciones indígenas y no indígenas, por lo que toda estrategia debe estar dirigida a contribuir a una distribución más equitativa de las herramientas y medios para el desarrollo. Los programas sociales deben seguirse implementando, pero desde un enfoque basado en derechos, no en asistencialismo. Establecer un salario mínimo que permita a los trabajadores mantenerse a sí mismos y a sus familias. Ayudar los pequeños agricultores a establecer bancos comunitarios de semillas, entre otras.

El 21 de Enero de 2013 se publicó el Decreto por el cual se establece el Sistema Nacional para la Cruzada contra el Hambre (SINHAMBRE), esfuerzo del Gobierno Federal para buscar la superación de las carencias alimentarias y pobreza extrema que no ha dado los resultados que se requieren.

Recordemos que uno de los principios esenciales de los Derechos Humanos es la interdependencia, por lo que al proteger el derecho a la alimentación también se garantizan otras prerrogativas como el derecho a la salud, vida, agua, vivienda adecuada, educación, trabajo y seguridad social.

El fundamento para cualquier cambio, sin embargo, no está en las estrategias que puedan diseñar e implementar los gobiernos o las instituciones. Estas sirven como herramientas, pero la voluntad está en cada uno de nosotros. Si seguimos volteando el rostro ante la pobreza, siendo indiferentes al impacto negativo que le estamos causando al planeta, sin importar cuánto y por qué desperdiciamos, seguiremos siendo como dijo Alexander von Humboldt en 1811, “el país de la desigualdad”.


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