Plaza de almas. DE POLíTICA Y COSAS PEORES / Catón
Después de muchos rezos y abundantes rogativas el milagro que esperaba doña Chola se le concedió: su marido chupó Faros, colgó los tenis, se fue […]
Después de muchos rezos y abundantes rogativas el milagro que esperaba doña Chola se le concedió: su marido chupó Faros, colgó los tenis, se fue de minero. Quiero decir que se murió. Ella le había pedido secretamente a San Miguel que traspasara a su esposo con su espada; a Santa Bárbara Doncella que fulminara sobre él una centella; a San Cristóbal que lo ahogara entre sus membrudos brazos; a San Jorge que le diera una lanzada mortal, como al dragón.