Dos errores. DE POLíTICA Y COSAS PEORES / Catón
La esposa de Capronio llegó hecha un mar de lágrimas. “¡Murió mi mamá!” -gimió con acento dolorido. De inmediato Capronio echó mano a la cartera, […]
La esposa de Capronio llegó hecha un mar de lágrimas. “¡Murió mi mamá!” -gimió con acento dolorido. De inmediato Capronio echó mano a la cartera, le entregó lo que traía en ella y le dijo: “Compra todas las coronas que quieras”. La señora, llena de emoción, exclamó conmovida: “¡Gracias! ¡Gracias!” Añadió Capronio: “Si no encuentras coronas trae tecates”… El joven Leovigildo hizo una cita por teléfono con una chica a la que no había visto nunca. Temeroso de que la muchacha resultara ser un adefesio consultó el caso con un amigo suyo, experto en citas a ciegas.