Astillero/Julio Hernández López/La Jornada
El Instituto Federal Electoral tuvo a bien desempolvar recuerdos del fraude 2006 mediante una ceremonia efectista y ociosa de presunta reconfirmación de civilidad a la […]
El Instituto Federal Electoral tuvo a bien desempolvar recuerdos del fraude 2006 mediante una ceremonia efectista y ociosa de presunta reconfirmación de civilidad a la que hizo concurrir como firmantes a los cuatro candidatos presidenciales (aunque la dedicatoria de ese volátil compromiso pareciera dirigirse abiertamente a uno de ellos). Villano jurídicamente señalado seis años atrás, el sector empresarial se constituyó ahora, con el beneplácito del consejero presidente del IFE, en promotor y supuesto garante de la legalidad que en 2006 rompió para agredir mediáticamente al candidato perredista pero que ahora consideró imprescindible ensalzar y defender.