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Enkrateia

Por - 12/08/2014

“Conquistar a los demás requiere fuerza; conquistarse a si mismo el máximo rigor” Lao Tse   La última semana de este periodo vacacional, inició con […]

 Enkrateia

“Conquistar a los demás requiere fuerza; conquistarse a si mismo el máximo rigor” Lao Tse

 

La última semana de este periodo vacacional, inició con dos noticias que acapararon la atención periodística. Una en el ámbito nacional, el video que exhibe a legisladores y representantes del Partido Acción Nacional; y otra, en  el sector entretenimiento, el suicidio del comediante norteamericano Robin Williams.

Al analizar ambos acontecimientos, vino a mi mente un factor común entre ellos: la desvinculación entre la imagen pública y la vida privada de las personas involucradas. 

Por una parte, el coordinador blanquiazul en San Lázaro,  argumentó en su cuenta de twitter que su participación en la fiesta difundida en el video era ajena a su carácter de representante popular. Por la otra, el último acto en vida de Williams nos mostró una cara muy distinta a aquella que arrancaba sonrisas de quienes tuvimos la dicha de disfrutar de su trabajo actoral.

En la sociedad actual es recurrente encontrar una desconexión entre la vida privada y la actuación pública o social de las personas; desde los políticos que promueven iniciativas en las cuales no creen, hasta los padres de familias que esconden una segunda y truculenta historia. La incongruencia y la falsedad  se hacen presentes de forma cotidiana.

Tal como lo señala el pensador chino Lao Tse en la frase que da inicio a este artículo, la más grande lucha de un ser humano no es en contra de sus rivales sino en contra de sí mismo.

El hombre a lo largo de la historia ha pretendido gobernar a sus iguales, no obstante haber fracasado en su autogobierno.

En la antigua Grecia, Platón disertaba acerca de que el gobernante debería ser el más virtuoso de los ciudadanos y quien debiera, en todo momento, contar con la fortaleza de autogobernarse.

A la cualidad de auto control, Platón la llamaba Enkrateia y la definía como “el dominio de uno mismo, por uno mismo”. El filósofo era consciente de las pasiones humanas y, por ello, señalaba que la Enkrateia no buscaba eliminarlas, sino controlarlas. Un buen gobernante era ejemplificado como el jinete que jala de su corcel cuyas riendas eran sus apetitos y su destreza evitaba que el animal se desbocara.

En el pensamiento griego no cabía la posibilidad de que un buen gobernante no pudiera autogobernarse o bien que el virtuosismo público escondiera el vicio privado.

A inicios del siglo XVI, Maquiavelo vino a romper con la congruencia platónica entre el actuar público y privado del Príncipe, lo cual como se observa hoy, se mantiene en buena parte de las figuras públicas de nuestra época.

Robin Williams regaló alegría a millones de personas alrededor del mundo, no obstante, su suicidio infiere que se provocó, a sí mismo, más lagrimas que sonrisas, y que aquello que transmitía a su público no lo pudo trasladar a sí mismo.

Cada uno de nosotros, somos un ser único e irrepetible, con virtudes, pasiones y cualidades que nos distinguen del resto de los individuos que han poblado, pueblan y poblarán la tierra. Esta circunstancia nos debe llamar a que los actos y legado de nuestra vida sean extraordinarios, equilibrados y ejemplares pues nadie más que uno mismo podrá hacerlo a nuestro modo.

Ser congruente, es ser fiel a sí mismo, es ser y aceptar el individualismo que la existencia nos ha regalado. Si en la vida, tienes la dicha de ser ejemplo público y social, recuerda que antes de pretender influir en los demás, debes regir en ti mismo. 

Estimado lector, que el epitafio que surja como consecuencia del fin de tu existencia sea: “Fue tan fuerte que se venció a sí mismo y vivió tal cual era”

 


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