La lucha de una comunidad ferrocarrilera en Querétaro: unión y resistencia ante el desalojo
Cerca de los Alcanfores, en Querétaro capital, familias que habitan vagones de tren adaptados enfrentan un proceso de desalojo
En las vías del tren que cruzan Querétaro, un grupo de familias ha encontrado un hogar inusual en vagones de tren adaptados. Este pequeño asentamiento, que lleva décadas de existencia, no es solo un lugar físico, sino un símbolo de identidad y resistencia. Lupita Ponce, quien vive aquí junto a su esposo, un trabajador del ferrocarril, comparte: “Este lugar es nuestra vida. Mis hijos crecieron aquí y no solo se trata de un espacio, es nuestra historia”.
Los vagones, decorados con plantas y objetos personales, crean un ambiente acogedor que contrasta con las amenazas externas de desalojo.
“Hemos aprendido a cuidarnos entre nosotros. En esta comunidad, cada uno se preocupa por el otro”, agrega Candy López, una joven estudiante de derecho que se ha convertido en una voz activa en la defensa de su hogar.
Derechos heredados y unidad ante la adversidad
Las familias que habitan estos vagones no están dispuestas a rendirse sin luchar. Yazmín Arellano, quien enfrenta un proceso penal relacionado con el desalojo, afirma que tienen derechos adquiridos.
“Los documentos que tenemos son claros: este lugar fue una prestación para los trabajadores de Ferromex. Muchos de nosotros somos descendientes de ellos, y ese derecho aún nos pertenece”, explica con determinación.
El reciente aviso de desalojo ha generado preocupación entre los residentes. Yazmín detalla: “Me llegó un citatorio que decía que tenía que desalojar, pero no comprendo por qué. En mi expediente, se menciona vandalismo e invasión, pero eso no es cierto. Aquí estamos por derecho”.
La comunidad se ha unido para enfrentar esta adversidad. “No tenemos abogados, pero entre nosotros nos apoyamos. Cada uno aporta algo para defendernos. Nuestro objetivo es quedarnos aquí”, asegura Lupita, enfatizando la colaboración y el apoyo mutuo que han desarrollado.
Solidaridad y cuidado comunitario
A pesar de sus propias dificultades, los habitantes de estos vagones han extendido su apoyo a migrantes que pasan por la zona. Candy menciona: “A veces, ayudamos a quienes llegan en su camino hacia el norte. Muchos viajan en La Bestia, y nosotros queremos asegurarnos de que tengan lo que necesitan en su paso por aquí”. Esta solidaridad refleja el espíritu de comunidad que prevalece en este asentamiento.
“Nos preocupamos por mantener nuestra zona segura. El vandalismo que ocurre a menudo proviene más de los habitantes de la ciudad que de nosotros. Nos hemos convertido en los guardianes de este lugar”, señala Yazmín.
La unión de estas familias ha creado un espacio donde cada uno se protege, creando un sentido de pertenencia fuerte. Sin embargo, la situación con las autoridades es tensa.
“Los políticos vienen en campaña y prometen apoyarnos, pero después desaparecen. Necesitamos que se respeten nuestros derechos y que se busquen soluciones reales”, reclama Yazmín, reflejando la frustración que sienten ante la falta de atención a sus necesidades.
Mientras el proceso de desalojo continúa, estas familias se mantienen firmes en su lucha. “No solo defendemos un lugar, defendemos nuestra historia y nuestro futuro. Aquí es donde pertenecemos”, concluye Candy, con la esperanza de que su comunidad siga unida en la adversidad.