“Perdonemos”, pide Martín Lara en la lavativa de pies a reos
En su homilía, el vicario de la Diócesis pidió que se dé el perdón al que hizo daño, y el perdón a sí mismo por obrar mal, pues la celebración católica de la pascua significa la enseñanza de Jesús de vivir en el amor y no en el odio, en la paz y no en la violencia
“Perdonemos”, pidió el vicario de la Diócesis de Querétaro, Martín Lara Becerril, en su homilía en el marco de las celebraciones de la Pascua Católica, que conmemora La Última Cena que, según el sacerdote, fue el momento en que Jesucristo dio a sus discípulos el último mandamiento: “ámense los unos a los otros como yo les he amado”.
Para el sacerdote, este llamado al perdón es necesario en la vida, pues a falta de amor se van acumulando en los corazones de los humanos las heridas y fracturas de la vida, que nos lleva a cometer actos violentos y que dañan a otros.
“Tengamos la valentía para decir ‘perdóname’ y te perdono en nombre de Jesús. No sólo hay que pedir perdón al hermano y a Dios, también a sí mismo. El corazón humano va acumulando y se va fracturando y herido y lleva muchas faltas de amor. ¿Por qué una persona se hace un hombre violento? Porque a su corazón le falta amor”, sostuvo.
En ese sentido, el sacerdote recordó que la doctrina católica sostiene que Dios envió a Moisés para liberar al pueblo judío de la esclavitud en Egipto para después darle los mandamientos; esto debe servir como lección de vida para buscar una vida en libertad y en paz.
“Desde el silencio de su celda, desde la sencillez de esta capilla, nos esforcemos por vivir con amor. Cristo quiere que seamos hombres libres, no esclavos, quiere que vivamos en paz, no con violencia; por eso hoy, el Jueves Santo, es un día hermoso y especial para vivir el mandamiento del amor”, subrayó.
Para lograr el perdón, en el sentido de pedirlo a los semejantes y a sí mismo, se necesita humildad que, recordó el sacerdote, se representa con el lavado de pies que Jesús hizo a sus discípulos y cuya enseñanza debe ser ejemplo para vivir en la humildad de apoyarnos también los unos a los otros.
“Jesús lavó los pies de sus discípulos y es un signo de servicio y humildad. Y les dijo, ‘esto que yo he hecho, háganlo ustedes también’. Lávense los pies unos a otros, es decir, ayúdense, sean capaces y humildes para agacharse frente al hermano y decirle, ‘¿en qué te ayudo?, ¿en qué te sostengo?’”.