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Atentado contra la tilma de San Juan Diego cumple 100 años

Por Staff Códice Informativo - 14/11/2021

Era una mañana de lunes de 1921, cuando una bomba de dinamita estalló dentro del recinto y aunque no ocasionó daños a la imagen de la virgen, sí deformo al Cristo Crucificado de hierro y bronce

 Atentado contra la tilma de San Juan Diego cumple 100 años

Foto: Excélsior

Este 14 de noviembre se cumplen 100 años desde el atentado contra la imagen de La Virgen de Guadalupe en la Antigua Basílica de la Ciudad de México, que tenía como objetivo destruir la imagen original de la Guadalupana.

Era una mañana de lunes de 1921, cuando una bomba de dinamita estalló dentro del recinto y aunque no ocasionó daños a la imagen de la virgen, sí deformo al Cristo Crucificado de hierro y bronce, que pesa 34 kilos, el cual antecedía en el altar la imagen de la Virgen.

Desde entonces, los fieles creen que fue la figura del Cristo Crucificado quien protegió a la Guadalupana, por eso, hoy en día el ahora llamado” Cristo del Atentado“, es expuesto en la Antigua Basílica y es visitado por miles de personas al año.

El acto fue llevado a cabo por Luciano Pérez Carpio quien plantó dinamita y la ocultó en unas flores que puso a los pies de la Virgen minutos antes. Esto marcaría el contexto que se vivía en ese entonces sobre el anticlericalismo impulsado por los gobiernos de Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles.

Se dice que el autor del atentado fue protegido por un grupo de trabajadores que, tiempo después se sabría que eran militares disfrazados, y fue sacado del lugar en un camión del Ejército. Se dice que Pérez Carpio trabajaba en la oficina de la Presidencia de la República.

De acuerdo al investigador, Arturo Rocha Cortés, tras el fallido atentado contra el ayate del 14 de noviembre de 1921, se decidió ocultar el Sagrado Original en otro lugar y sustituirla por una copia.

“Sería el artista poblano Rafael Aguirre Moctezuma quien realizó una copia idéntica de la virgen del Tepeyac que debía sustituirla, secretamente, en su lugar en la iglesia. Cuentan los entendidos que el resultado era admirable, salvo por unos colores algo más encendidos que en el original. La copia sería llevada por la noche al interior de la antigua basílica, apenas dos días antes de la clausura de los cultos religiosos, el 31 de julio de 1926“, explicó el también filósofo.

Fue así como, relató Rocha Cortés, que la imagen original fue escondida en el interior de un ropero que custodiaría el ingeniero Luis Felipe Murguía Terroba, en su casa ubicada en la calle de Re-pública de El Salvador, en la ciudad de México.

“La Virgen de Guadalupe impresa en el ayate del indio Juan Diego estuvo así a buen recaudo de los “enemigos de la santa Madre Iglesia”, guardada por tres años en un ropero chino que le sirvió de relicario: de 1926 hasta dos días previos a la reapertura de los templos al culto público, el 26 de junio de 1929, cuando se la devolvió a la basílica“, apuntó Arturo Rocha Cortés en su texto “Crestomatías Guadalupanas“.


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