Para las queretanas, la lactancia materna es un proceso que fortalece lazos afectivos con los hijos
Hablar de lactancia materna es hablar de una responsabilidad compartida; aunque beneficia en diversos aspectos a los bebés, también es un proceso que no todas las madres viven de la misma manera. Aquí te dejamos algunos testimonios:
Hablar sobre lactancia materna es conocer las experiencias diversas de cada mujer que ha enfrentado, vivido o disfrutado en este proceso y abrir distintas formas de conversación. Son procesos que se atraviesan de diferentes matices, porque algunas mujeres lo viven con dolor, incertidumbre, presiones sociales, estigmas o soledad; aunque también hay quienes lo experimentan de forma más acompañada y reconociendo los cambios que su cuerpo tiene.
Hablar de lactancia materna también es hablar de una responsabilidad compartida y de poner atención en los factores estructurales que propician la discriminación en la lactancia o que impiden todas las condiciones para que se garantice este derecho humano.
Ori tuvo dos hijas que ahora son adultas de 30 y 25 años. A cada una las amamantó por más de tres años, aun cuando comenzaron a comer otros alimentos a partir de los siete meses: verduras, frutas, leguminosas y pollo, porque en ese entonces Ori todavía no era vegana. La lactancia materna fue una decisión que tomó informada y su experiencia fue enriquecedora porque, reconoce, lo hizo de forma acompañada.
“Creo que no hubiera sido la experiencia maravillosa que fue de haberlo hecho sola. Tuve la fortuna de encontrarme con Patricia Aguilar Medina, quien después fue mi maestra en la facultad, y ella hizo un acompañamiento hermoso. También fui afortunada en encontrar a un pediatra pro lactancia“, recuerda a 30 años de haber vivido la lactancia materna por primera vez.
Para ella, la decisión que tomó tuvo que ver por el beneficio nutricional e inmunológico que la lactancia materna podría tener sobre sus hijas, aunque también por el lazo afectivo que pudiera fortalecerse entre las tres. A esto se le sumó la practicidad que amamantar le pudiera dejar en la crianza de su hijas y el ahorro económico.
“En mi caso me informé lo más que pude acerca del tema y decidí que eso sería lo mejor para nosotras, mis hijas y yo, tanto por el aspecto nutricional e inmunológico de las hijas como por el lazo afectivo que pienso que se fortalece de esta manera. Creo que la leche materna es todo lo que las y los bebés necesitan en su primer año para alimentarse“, considera.
Ori sabe que hablar de lactancia materna es hablar de muchas posibilidades y enfatiza que ella no está en la posición de juzgar a ninguna mujer que no tomó la misma decisión que la suya. Reconoce que, aunque actualmente se habla mucho más del tema que hace décadas, todavía existen tabúes y estereotipos que ella misma vivió.
“Empezando por la familia. Me decían constantemente que ya dejara de amamantar. Y lo que seguramente todas vivimos en cuanto a hacerlo en público porque siempre busqué hacerlo en un lugar donde nadie me viera aún cuando cada vez que podía, expresaba mi pensar y sentir respecto al tema y procuraba promover la lactancia en todos mis espacios”, recuerda.
Para Mona, una madre joven de tres crías, en su experiencia con la lactancia también pudo darse cuanta de algunos prejuicios que todavía existen, sobre todo, que tienen que ver con amamantar en el espacio público, la sexualización de su cuerpo y los cambios que éste pudiera experimentar al amamantar hasta los tres años y medio.
Ella considera que la lactancia materna fue una decisión que le permitió sanar los vínculos con su último hijo, pues fue un embarazo no deseado.
“Es el mayor acto de amor y rebeldía que le pude dar a mi cría. El alimento y medicina más completa. Fue un hijo no deseado y gracias a la lactancia pude restaurar el vínculo con mi bebé y lo mejor de todo que es gratis y no hubo capitalismo que se interpusiera entre mi cría y yo“, refiere.
Su elección sobre amamantar a su tercer hijo, se dio gracias a la experiencia de sus dos primeros; con su hija mayor, el pediatra le sugirió que fuera alimentada con fórmula, además de que era alérgica a la proteína del la leche; a su segundo hijo le dio lactancia materna muy pocos meses porque nació prematuro y salió del hospital con reflujo, por lo que le mandaron leche especial para ello.
“Y con la tercer cría ya sabía más cosas de la lactancia, muchos beneficios y me aferré a lo que había leído y decidí darle lactancia exclusiva“, dice Mona y agrega que vivió un proceso cansado y difícil. A esto se le sumó una situación de violencia por parte de su expareja que complicó más su maternidad.
“Al principio fue muy cansado y difícil porque no tenía bien formados los pezones, tuve que comprar unos protectores de pezón. Sumamente cansado porque ahora sé que hay brotes de crecimiento en los que el bebé se queda pegado todo el día, y yo tenía que escuchar comentarios de que no lo llenaba, que ya le metiera fórmula, que mi leche ya no le servía“, cuenta.
Sobre la lactancia materna Karla piensa que es un proceso íntimo y personal de las mujeres que eligen ejercerlo. “Existen una serie de creencia, tabúes y prejuicios al respecto del tema y esto lleva a algunas mujeres a no disfrutarla, si deciden llevarla a cabo o culpabilizarse por decidir no hacerla. Para mi representa un proceso que genera conexiones con nuestras crías“.
Por su parte, Sam considera que es un acto muy bello pero con ciertas sus complicaciones. Su proceso fue muy fuerte, con dolor y sangrado en los pezones. “La primera vez no sabía si estaba comiendo”. Al quinto día las cosas comenzaron a mejorar.
“Cuándo decidí amamantar leí mucho pero en ningún lugar vi que podía doler y para eso no estaba preparada. Y también es importante decir que es una decisión personal y que nadie te puede obligar o presionar“, cuenta.
Al proceso de la lactancia materna, también se le suma la presión social que viene de la mano con la maternidad. Evy tiene pocos meses de que su primer hijo nació y sus procesos emocionales, así como la depresión posparto ha impactado su lactancia.
“Cuando nació mi hijo no creé leche, tuve que comprar leche de fórmula porque mi bebé tenía que comer. Tuvieron que darme unas pastillas para crear leche, aún las sigo tomando y desesperante para mí, porque yo deseaba mucho crear leche sin necesidad de pastillas y aunque tu bebé está fuera del útero, sigues teniendo cambios hormonales y eso no ayuda mucho”, comparte.
Para ella las presiones sociales y familiares son factores que le estresan mucho. “Cuando escuchas comentarios de ‘yo no necesité extractor, a mí me salía leche’, ‘yo no tomé pastillas’, ‘mi bebé sí se agarraba bien del pecho’, las mujeres no tenemos paz , no importa cuál sea tu estado civil, emocional o mental, siempre nos están criticando. Y algunos han de pensar que esto se acaba cuando estás lactando, pero no es así, también sufrimos mientras estamos criando un bebé“, reflexiona.
No obstante, la paciencia, el amor y la madurez son aspectos que le ayudan en su proceso. “El dolor está presente junto con lo tierno de tener un bebe. Es cúmulo de sentimientos encontrados“.
La Organización Mundial de la Salud considera que proteger la lactancia materna es una responsabilidad compartida, por lo que la Alianza Mundial para la Acción sobre Lactancia Materna (WABA, por su sigla en inglés), insistió este 2021 en anclar el apoyo a la lactancia materna como una responsabilidad vital de salud pública. Además de Interactuar con individuos y organizaciones para un mayor impacto e impulsar la acción en la protección de la lactancia materna para mejorar la salud pública.