Maestros y escuelas, sin herramientas para evaluar tras la pandemia: IMCO

La SEP deposita en escuelas y maestros la responsabilidad de evaluar a sus alumnos, sin dotarlos de herramientas ni un plan accionable para ello; situación que se agrava al considerar el enorme rezago educativo que dejó la pandemia y del que no se tendrá un registro preciso.

El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) emitió un análisis de la estrategia que desde la Secretaría de Educación Pública (SEP) está implementando para la evaluación escolar de los estudiantes en el país.

Tras 53 semanas de suspensión de clases presenciales, uno de los periodos más largos en comparación con otros países, las escuelas en el país reabren sus puertas.

El largo periodo de ausencia en las aulas, que en el mejor de los casos fue compensado por  clases virtuales, provocó un rezago educativo que equivale a -por lo menos- 1.8 años de escolaridad según el Banco Mundial, privando a las nuevas generaciones de un desarrollo lo suficientemente competitivo para garantizarles mejores empleos.

Este ciclo escolar abría la oportunidad para medir y entender el retraso académico que sufrieron los estudiantes. Generar un diagnóstico preciso es la brújula que tanto los docentes como los tomadores de decisiones necesitan para lograr que los alumnos recuperen los aprendizajes perdidos por la pandemia.

Sin embargo, la SEP, dejó la responsabilidad de elegir cómo evaluar a los estudiantes directamente a los profesores e instituciones educativas, lo que impedirá tener diagnósticos comparables para diseñar políticas públicas basadas en evidencia; aseguró el IMCO.

La estrategia nacional de evaluación que no incluye suficientes herramientas ni recursos para acompañar a los docentes; lo que contrasta con otros países de características similares quienes darán seguimiento con base en evidencia.

La evaluación formativa, es decir en la que cada maestro prepara materiales y los aplica en su salón para mejorar su propio proceso de enseñanza-aprendizaje, permite una adaptación al contexto específico de cada grupo y escuela; no obstante, acarrea con importantes desventajas.

En primer lugar, no hay herramientas suficientes, hacen falta recursos para acompañar a los docentes en el proceso de diagnóstico y remediación, entre ellas capacitación, mediciones de habilidades socioemocionales y guías más detalladas para aprovechar los resultados.

Ademas el sistema no es sistematizado ni comparable, por lo que los hallazgos no podrán ser utilizados como evidencia para la toma de decisiones a nivel nacional. Finalmente, no existe un seguimiento, la evaluación solo se contempla al principio del ciclo escolar, dejando de lado la posibilidad de monitorear el impacto de las acciones de remediación y crear ciclos de mejora al ajustarlas si fuera necesario.

Para subsanar el rezago educativo, el IMCO propone usar este ciclo escolar como un periodo extraordinario de recuperación con acciones robustas de diagnóstico y atención académica. Lo que implicaría que las escuelas apliquen evaluaciones más de una vez en el ciclo escolar y que la SEP incremente la capacitación, las herramientas y el seguimiento para acompañar a los docentes en este proceso.

Además, de promover la inclusión de evaluaciones estandarizadas de aprendizajes de los alumnos en la valoración diagnóstica, aprovechando la experiencia que se ha generado en con pruebas nacionales (como Planea) e internacionales (como PISA).