Parque Los Alcanfores, refugio para los más vulnerables ante COVID-19
Ante la pandemia por COVID-19, un grupo de ciudadanos, con apoyo del municipio de Querétaro, ayudó a transformar este espacio en un refugio para garantizar la salud de quienes se han quedado sin hogar
Al entrar al parque Los Alcanfores y cruzar una reja metálica azul, sientes como un spray sanitizante te rocía el cuerpo. Con los brazos extendidos y los ojos cerrados escuchas a un hombre explicarte que, para entrar a ese espacio, es imperativo que pases dos filtros de sanitización.
El hombre utiliza un chaleco naranja y es uno de los 45 huéspedes del Centro de Servicio Temporal para Personas en Situación de Calle creado por iniciativa del Frente Queretano por el Derecho a la No Discriminación y el Estado Laico, Ahora Querétaro y Raíces que Inspiran, quienes, con ayuda del municipio de Querétaro, convirtieron el parque en un espacio en donde habitan personas sin techo durante la contingencia por el COVID-19.
Al pasar el filtro sanitizante, un niño pequeño te pone gel antibacterial en las manos y, una vez dentro, Walter López, vocero del Frente Queretano por el Derecho a la No Discriminación y el Estado Laico, se cuestiona «nos podemos quedar en nuestra casa, pero, ¿qué pasa con las personas en situación de calle que no tienen casa?».
Aunque una de las recomendaciones principales de las autoridades sanitarias para combatir el COVID-19, es evitar los espacios públicos y permanecer el mayor tiempo posible en los domicilios, esto no es una opción disponible para todos.
Las cifras sobre las personas que viven en situación de calle en México aún no son contundentes. Apenas en el censo de este año, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), contabilizará a la población que vive en estas condiciones.
De acuerdo con López, este centro obedece las recomendaciones de organizaciones internacionales que instan a crear espacios donde no exista un confinamiento militarizado y las personas mantengan su libertad; sin embargo, reconoce, el crear este centro también implicó el lidiar con fantasmas mentales: los prejuicios.
«La gente se imaginaba que aquí la gente va a estar drogándose, la gente va a estar cochina, la gente va a apestar, va a dar mal aspecto. Todos estos estigmas […] Todos hemos desmontado los prejuicios que tenemos. Cuando ya empezamos a ver a la gente de corazón a corazón, de alma a alma, de persona a persona, te das cuenta que tienen las mismas necesidades y problemas», señala.
Resienten desempleo por COVID-19
Gudelia, Juan Antonio y su hijo pequeño llevan unos días en el Centro de Servicio Temporal para Personas en Situación de Calle. Hace un mes, Juan Antonio fue parte del recorte de personal en un negocio de venta de materiales. Las dificultades económicas y el no tener dinero para pagar la renta lo llevaron a quedarse sin vivienda para su familia.
«Me vi obligado a estar en la calle. No tuve para la renta, para las cosas básicas y, mejor lo que teníamos, mejor guardarlo para las necesidades del niño: leche y pañales […] Me han tratado muy bien en este lugar, es confortable. Una familia», señala Juan Antonio, quien por medio de una organización civil dio con este albergue en el parque Los Alcanfores.
«Yo me empecé a preocupar, por el niño. Todavía ocupa pañales y todavía toma leche», reitera por su parte Gudelia, originaria de Santiago Mexquititlán, en Amealco de Bonfil, quien espera que, al término de la contingencia, puedan encontrar un empleo.
«Para empezar cualquier trabajo va a ser bueno y si pudiera haber un lugar que nos ofreciera algún tipo de empleo, todos estarían agradecidos», agrega Juan Antonio.
COVID-19 vulnera a adultos mayores
Patricia Alegría Cruz es otra de los huéspedes en el Centro de Servicio Temporal para Personas en Situación de Calle. Anteriormente rentaba un cuarto y vendía chácharas; sin embargo, el cierre de espacios y establecimientos a causa del COVID-19 dificultó su venta y, por lo tanto, el continuar pagando su habitación.
En el Centro le acompaña José Cruz Martínez, adulto mayor que viste un chaleco naranja para identificarse como uno de los líderes del grupo. Originario de la Ciudad de México y gastrónomo, llegó en octubre del año pasado a Querétaro, para trabajar en un restaurante, sin embargo, un mes después de su llegada, sufrió un asalto y perdió sus documentos de identificación. El trabajo no se concretó y la pérdida de documentos dificultó su supervivencia.
«El patrón que me trajo para acá, el mismo día que me trajo se fue. Traté de comunicarme con él y ya no tuve ninguna comunicación […] yo rentaba una vivienda en Valle Alameda y, cuando ya llegó más esto (el COVID-19) ya no tuve dinero para el alimento. Ya no tuve dinero para renta», dice.
Al estar en la calle, conoció a Patricia, «nos empezamos a tratar, porque estábamos sufriendo lo mismo, de vivir en la calle […] Viviendo uno en la calle, nunca uno está bien, obviamente nos falta un hogar, nos falta una familia, nos faltan muchas cosas que son importantes para poder uno vivir», agrega al recalcar, que después de la contingencia sanitaria, es consciente que debe extremar precauciones. «Para mí la vida es muy bonita y no me quiero ir a morir a lo tonto», dice.
De acuerdo con los activistas, el Centro de Servicio Temporal para Personas en Situación de Calle tiene tres objetivos: cuidar a los huéspedes del contagio, detectar los síntomas iniciales del virus y, de presentar alguno una condición grave, lograr que reciba atención médica. Además, en estos primeros días de operación, reconocen que se ha creado una forma de organización distinta.
«Estas personas cuando llegan a un espacio seguro y duermen y están alimentados empiezan a surgir su propio liderazgo, y eso es maravilloso […] tenemos como un autogobierno».
«La tortilla se está volteando. La sociedad estructurada es la que está crujiendo y se está desbordando, pero esta comunidad tiene otra forma de administración que es mucho más flexible, es mucho más libre, que es mucho más efectiva», enfatiza Walter López.