Crónica: El centenario de la Constitución…desde la calle (Fotogalería)
En el Guerrero, algunos de los manifestantes se calman la sed con agua, refresco o paletas; aprovechan también el tiempo de los discursos para saborearse unas tostadas con arroz, nopales y carne enchilada

Fotos: D. Aguilar
Afuera del histórico Teatro de la República hubo otro sabor del centenario de la promulgación de la Constitución Mexicana.
A unas cuadras del recinto recién comprado por la Federación, no hubo trajes finos ni invitados especiales en vehículos blindados. A menos de un kilómetro de las calles cercadas del Centro Histórico de Querétaro se vivió el sabor de la denuncia social.
En las calles cercanas al Teatro de la República ondearon las banderas de protesta de agrupaciones como la Unidad Cívica Felipe Carrillo Puerto, o los llamados “Panchos Villas“, que recibieron a sus “compañeros” de agrupaciones de Puebla o de Guanajuato, lo mismo que a los representantes de los padres de Ayotzinapa..
Se juntaron más de unas doscientas personas de al menos 7 organizaciones sociales, que iniciaron su protesta desde las 9:30 de la mañana en la plaza Fundadores. Posteriormente recorrieron la avenida Zaragoza, para tomar la calle de Ocampo, Madero y finalmente llegar al Jardín Guerrero.
Días previos al 5 de febrero hubo preocupación por parte de algunos sectores de la opinión pública por el riesgo de fuertes protestas de diferentes agrupaciones. Sin embargo, este domingo las marchas transcurrieron sin incidentes que lamentar. No hubo confrontaciones. Las protestas fueron desinfladas.
En el convoy de la Unidad Cívica Felipe Carrillo Puerto iban lo mismo ancianos que menores formados en tres hileras. Ahí también iba Don Alejandro con 72 años a cuestas. Su cara morena y arrugada, dejaba ver algunos bigotes blancos; mientras que su mirada, siempre al frente, iba marchando.
No era la primera vez que participaba en una manifestación, Él confiesa que poco conoce de la Constitución Mexicana, sólo sabe que hoy se conmemora su centenario, pero más allá de la historia de la carta magna, Don Alejandro protesta para exigir que el municipio lo deje instalarse de nuevo en la Alameda Hidalgo.
A la llegada al Jardín Guerrero, frente a la antigua presidencia municipal de Querétaro, los oradores de esta manifestación reclaman una y otra vez las políticas económicas del gobierno federal, las reformas estructurales, las violaciones a los derechos humanos y un sin fin de denuncias federales, estatales y municipales.
Ya son más de las 12 del día del histórico 5 de febrero de 2017. A unas calles de este jardín donde se han congregado los manifestantes, el gobernador de Querétaro, Francisco Domínguez, habla dentro del Teatro de la República ante la clase política de México:
“En Querétaro debe comenzar una nueva era hacia el porvenir (…)México merece un futuro mejor, México puede tener un futuro mejor, México tendrá un futuro mejor, comencemos aquí”, afirma el mandatario estatal.
Curiosamente, afuera, a unos metros, con otras palabras y con otro escenario, los líderes de los manifestantes reiteran uno tras otro que los mexicanos se merecen un futuro mejor. Se quejan del mal gobierno, cuestionan, gritan y repiten que la lucha sigue.
Esa voz unánime es escuchada por decenas de integrantes que se cubren en la sombra de la carpa instalada. Y es que a diferencia de lo que se vive dentro del Teatro de la República, afuera, el calor es insoportable. Los rayos del sol queman, aflora el sudor.
En el Guerrero, algunos de los manifestantes se calman la sed con agua, refresco o paletas; aprovechan también el tiempo de los discursos para saborearse unas tostadas con arroz, nopales y carne enchilada.
Otros, de plano, prefieren recostarse en las bancas ubicadas en las laterales de la plaza. No saben de qué hablan sus gobernantes adentro del Teatro de la República, y muy seguramente tampoco lo que denuncian sus líderes en el Jardín Guerrero, cuya estatua tiene como leyenda principal: “La patria es primero“.
A unos metros de esta manifestación que vive ya sus últimas horas, los turistas que aprovecharon el fin de semana largo, tampoco saben ni se inmutan por el mensaje político del Centenario de la Constitución Mexicana. Ellos mejor recorren la recién remodelada calle de Madero. Se paran por una paleta o una nieve en La Michoacana. Observan las ofertas en las tiendas. Se asoman a las iglesias. Hay nacionales y extranjeros que no dejan de admirarse de los rincones históricos de Querétaro, no por nada fue catalogado como un patrimonio de la humanidad por la UNESCO.
Entre los turistas se mezclan los miembros del Estado Mayor Presidencial. De traje oscuro, con audífono y radio comunicación miran para todos lados, pendientes de que no haya algo o alguien que pueda convertirse en un peligro para la seguridad de los invitados especiales al aniversario de la Carta promulgada hace 100 años por Venustiano Carranza, en esta misma ciudad.
Desde hace tiempo, el malestar social está cada vez más latente en México. Así lo reconocen las encuestas y las protestas luego del gasolinazo de enero pasado.
Adentro del Teatro de la República, el presidente Enrique Peña Nieto pide cerrar filas:
“Cerremos filas para alcanzar las más altas aspiraciones políticas plasmadas en nuestra Ley Suprema; para lograr una convivencia pacífica y civilizada, fincada en la fraternidad, la igualdad y el respeto a los demás” afirma el mandatario.
Y mientras que adentro del teatro, los políticos hablan sobre la unidad nacional, afuera, a unos 10 o 15 kilómetros del Centro Histórico de Querétaro, integrantes de la Unidad Campesina Democrática (UCD) cumplen su amenaza y se congregan en la carretera México -Querétaro, en la zona urbana, para demandar apoyos para la legalización de los llamados coches chocolates traídos de Estados Unidos de forma irregular.
Son decenas de vehículos que avanzan con dirección hacia el Centro de Congresos, donde el presidente Peña Nieto inaugura un poco más tarde la exposición Fuerzas Armadas…Pasión por servir a México.
Ahí, en esta carretera por la que circulan miles de vehículos cada hora, avanza lentamente el convoy de coches y camionetas con placas de Florida o Utah, cuyos propietarios demandan apoyos para regularizarlos.
Su recorrido hace que el tránsito se vea afectado en la también llamada carretera 57. Finalmente, llegan a la desviación que lleva al Centro de Congresos, pero se topan con la presencia de los cuerpos de seguridad. Hay policías federales, estatales y municipales que vigilan y prohiben el acceso a los manifestantes, quienes deciden hacer ahí un mitin, por lo que la vialidad es interrumpida en prácticamente cinco de seis carriles, entre laterales y centrales de la autopista con dirección a la Ciudad de México.
Lo anterior irrita a miles de automovilistas, que no dejan pasar la oportunidad para reclamar a los miembros de la UCD, ya sea con el claxon o a gritos:
“‘¡Nada más estorbaaaaan, ya quítense!!”…
Y sí, se quitan, pero después de una media hora; luego de que autoridades federales recibieron su pliego petitorio, al menos es lo que dicen los líderes a los miembros de la agrupación que los esperaban a la orilla de la carretera.
Son casi las cinco de la tarde, y se reanuda lentamente el tránsito en todos los carriles de la carretera México-Querétaro. Y no sólo ahí, también en el primer cuadro de la capital queretana, que año con año se ve afectada por los dispositivos de seguridad montados por el Estado Mayor, para que la clase política conmemore, en un estricto resguardo, el Centenario de la Constitución Mexicana.