Los Ruidos del Poder. Quinta entrega
Francisco Garrido en el gobierno. Extracto del libro “Los Ruidos del Poder” de Andrés González
Francisco Garrido Patrón toma posesión como Gobernador Constitucional del Estado de Querétaro el 1 de octubre del 2003, en una ceremonia cuidada a la perfección… Garrido pronunció un discurso incluyente, en el convoca a la participación de todos los queretanos. Se pronuncia, demanda a la oposición, un extraño –para su estilo- “juego limpio” que él mismo nunca practicó ni dentro de su partido. A los medios de la entidad, nos pidió “el ejercicio de una crítica constructiva”. Vaya…
La victoria del mismo Francisco Garrido Patrón había sido relativa. Obtuvo 238,348 votos por 218,939 del candidato del PRI-VERDE Fernando Ortiz Arana, con una diferencia de solo 19,409 votos, lo que representaba el 3.72 por ciento de diferencia. Es más, si sumamos los votos de la oposición, fueron mas los queretanos que no deseaban a Garrido como su Gobernador. La suma de votos que no fueron para Garrido fue de 283,243.
Tampoco en el Congreso se alcanzó mayoría absoluta para ninguno de los partidos. El PAN alcanzó 12 diputaciones, PRI-VERDE 10, el PRD 2 y Convergencia 1. Tampoco ahí, ningún partido y por supuesto tampoco el gobernador, la tendría fácil. Por eso las que armaron…
Garrido había abierto el diálogo con todos los alcaldes. Y los comenzó a recibir en Palacio. La mayor parte de los alcaldes se encontraron con el problema de que sus arcas estaban casi vacías. Algunos no tenían ni para la primera quincena, Loyola había dejado en las arcas de gobierno una cantidad aproximada a los 640 millones de pesos… Y le fueron a ver hasta palacio de gobierno algunos alcaldes. De paso, Garrido se podría cubrir con la capa de salvador de las magras finanzas de los municipios.
Ya en el poder y para hacer sentir su presencia como gobernador, aprovechaba para deslizar algunas recomendaciones a los alcaldes.
Uno de estos que solicitó audiencia fue el alcalde de Querétaro, Armando Rivera Castillejos. Era el primer viernes después del 1 de octubre. Estaban ellos dos, solos, en la oficina del Ejecutivo.
Pero esa vez la sugerencia resultó quemante, ofensiva:
–Quiero que chingues a Rolando.-
Era la voz de Francisco Garrido Patrón, no la de Paco; era la voz del poder, del gobernador Francisco Garrido Patrón.
Armando se sorprende, pero no duda en contestar:
-Oye Paco, esperáme, esperáme. Por favor no me pidas eso.
–Quiero que lo chingues.
-Es que ya no puedo hacer eso. Por supuesto que no. Yo tengo un compromiso moral y de agradecimiento con Rolando. Primero porque es panista, como tú, como yo. Segundo, Rolando como ciudadano, me apoyó en mi campaña con diversas acciones, me acercó a inversionistas, me trató como gente decente y como alcalde, me orientó en el manejo de la administración municipal, en todas las cuestiones de entrega-recepción del gobierno existió limpieza, nada me ocultó. Yo no puedo hacer lo que me pides.-
Pero el gobernador, irritado ante la negativa del alcalde, insistía:
-Pero ¿por qué no puedes? ¿A Poco el Centro Cívico no se está cayendo? ¿Qué no sabes que está desviada una columna?
-Posiblemente sí, pero hasta donde yo sé, eso tiene total remedio… pídeme otra cosa. A ésta, no le entro.-
Y es que Garrido venía impetuoso, arrebatado. Ya le había puesto el ojo al CRIQ de Loyola, a la Torre Central de Maniobras del Aeropuerto Internacional. Y ahora –ahí se vio- hasta al Centro Cívico. Y eso que ya se había exhibido con algo parecido en el asunto del Estacionamiento Plaza Constitución…
Armando, es cierto, había recibido el Centro Cívico inconcluso, pero perfectamente en su estructura.
Y Francisco Garrido se molestó. Tardaría meses no solo en dirigirle la palabra al alcalde, sino en hacerle alguna otra sugerencia, que de cualquier manera se las volvió a plantear.
Paco ya de gobernador, se convirtió en Francisco.