Armendáriz ora por quienes quieren ser servidores públicos
El IX obispo de Querétaro celebra la misa del Jueves Santo en la que se recuerda la institución del sacramento del sacerdocio
Eran 10 para las 5 de la tarde del Jueves Santo y las campanas de la catedral repicaban, al tiempo que mujeres, hombres y niños se acercaban al templo católico para participar en la misa vespertina de la Cena del Señor, oficiada por primera vez por Faustino Armendáriz, como obispo de la Diócesis de Querétaro.
A esa hora, ya sólo quedaban algunos espacios libres en las bancas de la Catedral, muy pocos para ser exactos.
El coro infantil de la escuela de Música Sacra y del Conservatorio J. Guadalupe Velázquez, hacía, mientras tanto, algunos ensayos de voces y de sus instrumentos, en la parte alta de la Iglesia.
Desde allá veían como iban entrando, uno a uno, turistas y queretanos, con la mirada atónita hacia el inmueble, que obtuvo la categoría de Catedral en 1921, por parte del papa Benedicto XV.
Este recinto católico que dos siglos antes, el 8 de diciembre de 1786, se comenzó a construir, para 19 años después haber sido bendecido por el cura Miguel Hidalgo y Costilla.
Y mientras comienza la celebración, uno de los presentes pregunta a la persona que lo acompaña: ”¿Pa qué están ahí esas canastas?” en referencia a un par de canastas situadas a la orilla del altar.
Una mujer a su lado, le responde que contienen pan y al final de la misa se repartirán, “como una muestra del compromiso al ofrecerse al Señor”.
A su lado, otra mujer aprovecha para darse una manita de gato en la cara, con todo y espejo, y al concluir abre un abanico para generar un poco de aire, que mezcla su perfume con el olor a incienso.
Aunque la tarde está nublada, al interior del templo, de estilo barroco y neoclásico, la multitud hace que suba la temperatura.
Son ya 5 con 10 de la tarde y se encienden las luces. Inicia la procesión al interior de la Catedral, que para esta hora ya luce completamente llena de feligreses sentados y de pie.
Han pasado ya varios minutos y afuera de la Catedral, hay algunos que todavía alcanzan a ver y escuchar la homilía del Obispo, quien asevera que la enseñanza que dio Jesús a sus discípulos con el lavatorio de pies, es de servicio y humildad.
“Si nosotros no vivimos el amor en lo concreto de los hermanos, en las obras de todos los días, la misa en la cual vamos nosotros a participar, es una celebración vacía, es una celebración que no tiene sentido. No podemos celebrar una santa misa y después ser igual que siempre o quizá peores (…) la eucaristía no es para los domingos solamente, la eucaristía es para todos los días”, señala el Obispo de la diócesis de Querétaro.
En su sermón, Faustino Armendáriz también subraya la necesidad de que los cristianos fortalezcan su fe en estos tiempo.
Luego de casi 27 minutos de celebración, el obispo Armendariz lleva a cabo por primera vez en Querétaro la representación del lavatorio de pies a sacerdotes.
Pasan ya de las 6 de la tarde y el cansancio y calor hacían más difíciles para cientos de católicos el seguir con atención las plegarias.
“Pidamos por todos los que queremos servir a nuestros hermanos, a todos aquellos servidores públicos, que ya son o que quieren ser, para que vean que la única referencia de servicio es la preocupación por los demás, de Jesús; por la capacidad para lavar los pies a aquellos que necesitan ser purificados y limpiados, roguemos al Señor” señala, por su parte, el obispo Armendáriz, en días en que candidatos políticos buscan a cualquier costo convencer a votantes para triunfar en las elecciones de julio próximo.
En tanto, una monja, sentada muy cerca de la sacristía, en una orilla, cae en los brazos de Morfeo, al tiempo que hace equilibro con la cabeza en la pared, para no irse de lado. De pronto despierta para pasar por las bancas, a hacer la colecta, es decir recoger la limosna, junto con otras tres hermanas más. Después de su recorrido, regresan con las canastillas llenas de billetes de 100, 50 y 20 pesos; y monedas de diversas denominaciones que fueron depositadas en recipientes ubicados a la orilla del altar.
Minutos más tarde, la misma monja se forma entre la multitud para recibir la hostia; y posteriormente regresar al rincón donde minutos atrás le había vencido el sueño.
Después de casi dos horas de misa, el obispo concluye la ceremonia con una procesión, saliendo y retornando a la Catedral, seguido por feligreses que rezan y cantan alabanzas a Dios.
Todo, ante la mirada de otros, que no sabían qué ocurría o si debían sumarse a la fila para peregrinar también.
Son ya las 7 de la noche, y el coro concluye sus cantos sacros desde la parte más alta de la Catedral , viendo ahora, salir a cada uno de los católicos que se congregaron en la misa de la cena del señor, oficiada por primera vez en Querétaro por el obispo Faustino Armendáriz Jiménez.