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Y su destino era rodar y rodar

Por - 12/04/2016

Así, rodando, llegaron los Stones a la Ciudad de México, alargando su leyenda al infinito

 Y su destino era rodar y rodar

I. Del Misisipí al Támesis

Cuando arqueólogos del futuro escarben entre los restos y cenizas de nuestra civilización, quizá encuentren mensajes que dirán: Las Piedras Rodantes se conocieron en las Aguas Lodosas y Piedra que rueda no hace moho.

Los brillantes arqueólogos del futuro no entenderán el mensaje así como tampoco hoy nosotros entendemos a las piedras egipcias o babilónicas.

Sin embargo para los que vivimos el final del siglo XX y el inicio del XXI, el mensaje es bastante claro: Los Rolling Stones abrevaron del blues de Muddy Waters.

Todo empezó en un viaje en metro. Un tal Mick Jagger viajaba despreocupado con varios discos (sí, de esos grandotes, de vinil) bajo el brazo. Entre esos discos estaban uno del bluesero Muddy Watters y otro de Chuck Berry, creador del Rock and Roll.

Quizá el joven estudiante de la London Economics School pensaba que era el único que a orillas del Támesis escuchaba música negra proveniente del Río Misisipí.

Cuál sería su sorpresa cuando otro joven desgarbado miraba con insistencia los discos y al final le preguntó si en verdad le gustaba esa música.

Ese joven de aspecto vampiresco era Keith Richards y se reencontró a su vecino de la infancia Mick Jagger por casualidad, según cuenta la leyenda, cuando discos de músicos que abrevaban el blues los unió.

El resto es historia. Las Piedras se habían encontrado gracias a Muddy Waters (Aguas Lodosas en español) y comenzarían a rodar por siempre sin hacer moho. Las Piedras Rodantes se conocieron en las Aguas Lodosas.

II. El blues, la alegría del dolor

El blues es el alma nutricia de la música contemporánea ¿Qué es el blues?, se preguntará más de uno. El escritor José Agustín en su libro La Contracultura en México lo define como “una música primaria, básica, con tendencias a la monotonía, que puede expresar una alegría que conoce el dolor”.

En el capítulo “Moanin’ Lisa Blues” de la primera temporada de Los Simpson, una triste y rebelde Lisa, que tiene el blues en el alma y toca el saxofón, desafía a su maestro y defiende al blues.

Dice que esa música es “el canto de Estados Unidos, el lamento de la familia sin hogar que vive en un auto, del granjero de Iowa despojado de su tierra por burócratas insensibles, del minero de Virginia que se acaba los…” hasta que es interrumpida por su instructor.

El blues, retomando a José Agustín, “surgió en Estados Unidos en la segunda mitad del siglo XIX a partir de los cantos de lamentación de los esclavos africanos importados en el siglo XVII. También asumió la canción religiosa y las piezas para bailar llamadas jump-ups”.

Con esa mescolanza, nació el blues que “representa el punto de vista de los negros, de ese sentimiento de tristeza y dulce melancolía que los gringos conocen muy bien”, dice Agustín en el ya citado libro.

O quizá, como dice el personaje “Encías Sangrantes” Murphy en el ya mencionado capítulo de Los Simpsons: “el Blues no es para sentirse mejor, es para hacer que otros se sientan peor… ganando unos dólares con ello”.

En los años 30 del siglo XX surgió Robert Johnson como uno de los principales exponentes del blues. Johnson, quien según la leyenda vendió su alma al diablo en un cruce de caminos a cambio de ser el mejor guitarrista, murió a los 27 años tras tomar un whisky envenenado que un cantinero celoso le invitó.

En los 40, el blues se mudó del campo a la ciudad, como dice la canción de la banda española Los Rebeldes, y tomó la fuerza de la electricidad. Así, surgieron artistas como Howlin’ Wolf, B.B. King, John Lee Hooker y Muddy Waters.

Entonces, Waters interpretaría una canción que se convertiría en la marca para el naciente Rock And Roll de la década de los 50: Rolling Stone, la Piedra Rodante en español.

Al blues se le añadió ritmo, una pizca de música country y como resultado nació el Rock And Roll. Este nuevo ritmo atraviesa el Atlántico y llega a oídos de los jóvenes ingleses que habían nacido cuando sus ciudades eran bombardeadas por los nazis y su adolescencia estuvo marcada por las penurias de la postguerra. De inmediato se identifican con el nuevo ritmo.

Pero hay otros jóvenes más inquietos como Mick Jagger y Keith Richards que deciden ir al origen del rock and roll y encuentran el blues. Su flemática alma inglesa conoce la tristeza sureña de los negros despojados y de inmediato empiezan a reproducirla a su manera.

Así, los jóvenes que se conocen en el metro, forman una banda y, en honor a los antiguos blueseros, usan el icónico nombre de la canción de Muddy Waters. Deciden ser unas Piedras Rodantes.

Al inicio de la banda, los Rolling Stones reproducen solo covers de blues. “Necesitábamos que la gente conociera a esos buenos artistas”, declaró Mick Jagger en 1968.

Y se produce un extraño fenómeno: muchos jóvenes estadunidenses blancos conocen las canciones de sus conciudadanos de origen negro gracias a las versiones de unos pálidos ingleses: los Rolling Stones. Las Piedras habían comenzado a rodar.

III. “No todos llegan a los 70 años”

En 1971, cuando el guitarrista Keith Richards tenía tiernos 28 años, declaraba que no se imaginaba como sería tener 30 años y mucho menos tener 70 años. “¿Quién dice que tienes que vivir hasta los 70 años? No todos pueden llegar hasta los 70”, alegaba Keith que nunca se ha planteado cómo sería el futuro y simplemente se dedica a gozar el presente.

Pero él sí llegó a los 70, toca su guitarra y suelta riffs desde Londres hasta la Ciudad de México en plena contingencia ambiental o en La Habana aun bajo el régimen socialista.

Sin duda, el tiempo ha estado de su lado, como reza una de sus primeras canciones blueseadas. Las profundas arrugas en su rostro son las marcas de cómo sobrevivir a sí mismos. En los años 50 Frank Sinatra demostró ser un pésimo profeta al augurar que el Rock And Roll sería una moda que no duraría, nunca pensó que la pandilla formada por Mick, Keith, Ronnie y Charlie seguiría tocando hasta el 2016 con la misma vitalidad que cuando debutaron.

La icónica lengua roja, la cual no fue diseñada por Andy Warhol como muchos piensan, se ha vuelto un símbolo reconocible en todo el mundo e incluso en la propia Cuba abundaron las imágenes del Che Guevara mezclada con la lengua Stone.

En las postrimerías de su carrera, los Rolling Stones se dan el lujo de derribar las barreras ideológicas, aunque a los furibundos y rancios socialistas esto les parezca un ultraje.

IV. Insatisfechos

¿Qué fue lo que los llevó a convertirse en un ícono de la cultura del siglo XX? Muchas de las bandas que surgieron en la misma época apenas hicieron una canción exitosa para luego desaparecer en la bruma del tiempo.

A los Stones, por el contrario, les costó alcanzar la fama. Primero se empeñaron en hacer covers de blues y rock and roll primigenio y tardaron en sacar su material propio.

“Éramos los puristas del blues, nos gustaban mucho las cosas comerciales, pero nunca las tocábamos en el escenario porque las tocábamos mal y estábamos conscientes de nuestro purismo bluesero”, declaró en octubre de 1968 Mick Jagger a la revista Rolling Stone (que nada tiene que ver con la banda salvo el nombre, también inspirado en las raíces del rock and roll).

A estas alturas, resulta difícil comprender cómo la llamada banda más grande del rock and roll no se atreviera a interpretar sus propios temas y se conformara con ser un grupo de covers de blues.

Incluso, en esos casos curiosos que quedan para la historia, fueron los propios Beatles, banda que estaba en proceso de consolidación, quienes les dieron un tema suyo a los Stones para que lo grabaran. La diferencia entre estilos de los Escarabajos y las Piedras Rodantes se puede apreciar comparando las versiones de “I wanna be your man”, que cada quien escoja su versión favorita; yo me quedo con la de los Stones.

“Tell Me” fue la primera canción propia que grabaron aunque no la primera que escribieron. Esta fue la de “As tears go by”, que prefirieron dársela a Marianne Faithful, entonces amante de Mick Jagger, para que la grabara. Poco después los propios Stones se animarían a interpretarla y pasaría a ser un clásico de su repertorio. Incluso, hay una curiosa versión en italiano cantada por ellos mismos, la pueden buscar en Youtube con el título “Con la mie lacrime”.

Sin embargo los Rolling Stones aún no eran los Rolling Stones. Su primera gira por América les hace replantearse muchas cosas, conocer el lugar donde sus ídolos bluesearon grabaron los inspira y los anima a crear más temas propios.

Es en Estados Unidos donde Jagger y Richards encuentran la inspiración para hacer uno de los himnos que marcarían los 60 y al rock en general.

Sentado a la orilla de una alberca en Tampa, Florida, Mick Jagger se sentía insatisfecho, como la mayoría de los jóvenes se ha sentido más de una vez. Y empieza a escribir las primeras frases de lo que sería una emblemática canción: “Satisfaction”.

A la par, Keith Richards experimentaba con riffs propios. Él mismo lo contó al periodista Robert Greenfield para la revista Rolling Stone en 1971: “Me desperté una noche en un cuarto de hotel. Los cuartos de hotel son geniales. Uno puede escribir las mejores cosas en cuartos de hotel. Me desperté con un riff en la cabeza y el estribillo básico y lo escribí. El disco me seguía sonando ligero… Sonaba bien pero no me gustaba esa guitarra distorsionada”.

Ni Jagger ni Richards creían que esa canción pudiera tener éxito. Pero cuando los primeros acordes de Keith y la sensual voz de Jagger sonaron por la radio, el rock ya no volvería a ser el mismo. Un himno de la juventud rebelde había nacido, los Stones se consolidaban finalmente: “I can’t get no, satisfaction, tarararararará”.

V. La tetrarquía

Quizá sólo hubiera bastado “Satisfaction” para que los Stones ocuparan un lugar en la historia del rock. Pero no se conformaron con ello. Una vez que adquirieron confianza en sus composiciones, crearon una serie de discos hoy considerados clásicos dentro de la historia del rock.

Con Brian Jones haciendo mancuerna con Keith Richards en la guitarra, los Stones experimentan una gama de ritmos, sin olvidar el blues.

Una retahíla de canciones que hablan de madres adictas al nembutal (Mother’s little helper), una oscura melodía con cítaras (Paint it black), referencias a la mariguana con tintes barrocos (Lady Jane), un folk que habla de cómo los amigos envejecen mientras uno se sienta en una barda a contemplar la vida (Sittin’ on a fence), baladas agridulces (Backstreet girl), tiernas canciones que con los Stones suenan frenéticas (My girl) e invitaciones a una noche de sexo que molesta a las buenas conciencias (Let’s spend the night togheter).

Esos son los Stones de la primera parte de los 60, una banda que con Jones no le teme a los cambios y que incluso hasta experimentos malogrados psicodélicos hacen como en el Their Satanic Majesties Request. Sin embargo, la relación entre Jones y el resto de la banda iba mal. Finalmente, es despedido y Jagger y compañía deciden regresar a su esencia blusera. Poco después, Brian Jones sería encontrado ahogado en su alberca.

Tras Jones, la banda entra a su mejor época musicalmente hablando. Una serie de discos con hondas raíces en el blues donde muestran su madurez como intérpretes y compositores.

En 1968 comienza la tetrarquía discográfica de los Stones que culmina en 1972: “Beggars Banquet”, “Let it bleed”, “Sticky fingers” y “Exile on main street”.

Cuatros discos consecutivos que marcan el sello Stone, definen el cambio de década y época, del fin del sueño de amor y paz a la violencia de los 70, en el que incluso en uno de sus conciertos mueren personas golpeadas por los pandilleros Hell’s Angels, quienes habían sido contratados por la banda como personal de seguridad.

Los Rolling Stones no solo sobreviven al cambio de época, sino que marcan el rumbo a seguir. Nuevamente, sin ser la banda más taquillera (en los 60 correspondió a los Beatles y en los 70 ese honor corresponde a Led Zeppelin), los Stones muestran que saben adaptarse.

VI. Rescate emocional

Y aunque tras la edad de oro dicen que viene la decadencia, los Stones han mostrado que se han adaptado al subibaja de la rueda de la fortuna musical. “Goats Head Soup” no está a la altura de sus predecesores, sin embargo, es un gran disco que cualquier banda hubiera querido grabar. El “It’s only rock and roll (but I like it)” aporta otro himno.

Para la segunda mitad de los 70, acercándose a los 40 años, los Stones son vistos como momias para las nuevas generaciones de rockeros. Pero esto no los amedrenta y ya con Ronnie Wood en la segunda guitarra, publican otro gran disco para demostrar que aún seguían vigentes: Some girls, cuya portada causó polémica al incluir fotos de las supermodelos setenteras. Pese a ser considerados carcamanes por los punks, este disco es el más vendido de los Stones en Estados Unidos. La piedra seguía rodando.

Sin embargo, las adicciones de Keith, las fijaciones de Mick por la aristocracia, hacen que el siguiente disco sea un fiasco. El “Emotional Rescue” es una mala broma. Quizá intentaron emular su etapa de los 60 donde experimentaban con éxito los ritmos en boga, o quizá los Stones pedían a gritos un verdadero rescate emocional y tan era así que tocaban música disco. Dolidos por el fracaso, hacen lo que mejor saben: Riffs de guitarra contundentes. Así nace el Tatto you que aporta un nuevo himno: Start me up.

La crisis de los 40 afecta a cualquiera. Unos deciden divorciarse, otros tiran por la borda lo logrado y otros simplemente se dedican a beber. Los Stones no son la excepción. Al borde de la separación tras otro disco intrascendente, tanto Jagger como Richards publican sendos discos solistas. A finales de década vuelve la calma y editan el Steel Whells que es bien recibido.

Para los 90, los Stones, como los futbolistas veteranos, saben que perdieron la condición física pero no el toque y administran su talento. Ya sin Bill Wyman en el bajo, editan el “Voodoo Lounge” y el “Bridges to Babylon” que son buenos discos. Lo más importante de estos álbumes fueron las impresionantes giras mundiales en donde rompieron récords de ganancias y que llegaron a visitar México por primera vez.

Para el nuevo milenio, editan el “A Bigger Band”, que define lo que son: la más grande banda de rock viva. Y la mejor banda blanca de blues. Si a finales de los 70 ya eran considerados obsoletos y les decían que eran unos “viejos de mierda”, ¿algo ha cambiado en los últimos 35 años? “Ahora somos unos fascinantes viejos de mierda” responde cínicamente Keith Richards, a quien la crítica por la edad nunca le ha afectado.

Así, desafiando la contingencia ambiental, los Rolling Stones, llegaron a la Ciudad de México.

VII. Y desafían la contingencia ambiental

Desde los años 60 siempre se les preguntaba a los Rolling si esa sería la última gira. “No lo sé”, se ve responder a un Keith veinteañero en la película “Shine a light” de Scorcese.

Hay una profecía que dice que cuando el Apocalipsis predicho por San Juan se cumpla, de las ruinas de nuestra civilización sobrevivirán las cucarachas… y los Rolling Stones. Keith se sacudirá el polvo y comenzará sus poderosos acordes mientras el resto de la banda sale de los escombros para cantar “Start me up” o “Jumpin’ Jack Flash”.

¿Será el Ole Tour su última gira? Ni los propios Stones lo saben pero confían en hacer el soundtrack del fin del mundo.

Si hay una ciudad apocalíptica y caótica, esa es México. Y justo el 17 de marzo del 2016 los Stones se presentaron en México durante la contingencia ambiental.

¿Es el preludio del fin del mundo? ¿Y si Keith no puede salir a tocar? ¿Y Si Mick decide quedarse en su sarcófago? ¿Y si Charlie Watts cae asfixiado por el smog? ¿Y si Ronnie Wood no invita las chelas?

Ante tanta duda, solo quedaba ir hacia Plaza de Armas de Querétaro y pedirle al dios Anubis, temporalmente alojado allí, que conservara intactos a los faraones Stones. En casos como estos se vale pedirle ayuda a todos los dioses, y más si son de la época de los Rolling.

Y el deseo se cumplió. Eran las 9 de la noche con diez minutos cuando las luces del Foro Sol de la Ciudad de México se apagaron.

Inmediatamente, sobre la grama del antiguo estadio de béisbol se gestó una nueva constelación formada por las luces emitidas por los teléfonos celulares de los asistentes. Una supernova casi sin pila por aquí, una estrella gigante disparando un flash por allá, un sol como el nuestro mas acá, una vía láctea deslactosada hacia el final. Difícil definir las constelaciones de celulares en un concierto.

Un video introductorio nos muestra los principales símbolos de los Stones. Su lengua, la portada del “Let It bleed”, la portada del “Sticky fingers” entre otras imágenes.

De las sombras surgen los primeros acordes de “Jumpin’ Jack Flash”, que hace sacudir la polilla a los veteranos y los más jóvenes mirar asombrados de como cuatro abuelitos tengan más vitalidad que ellos.

Le sigue el clásico (¿Qué canción de los Stones no es clásica?) “It’s only rock and roll…” Y así es, es rock and roll sin más pretensiones pero nos gusta. Le sigue otro clásico setentero como “Tumbling Dice” para luego brincar a uno noventero como “Out of Control”.

Entre brincos de décadas llegamos a la canción por petición popular. Esta es una modalidad en donde los fans votan vía redes sociales o en el portal de la banda por una de las opciones ofrecidas. Gana la de “Let´s Spend the night Together”, una canción que en el Estados Unidos de los 60 les censuraron por promover las “malas costumbres”.

Clásico tras clásico: Angie, Paint it black, Honkie Tonk Women… hasta que llega la primera pausa para que Keith Richards tome la voz de la banda y de su ronco pecho interprete unas rolas.

Y se arranca con esa joya que es “You Got the Silver”. Y es precisamente el 17 de marzo cuando su esposa cumpleaños y le dedica un tierno “Happy Birthday” para seguir con “Happy”. Sí, a esas alturas ya todos estábamos felices.

Regresan con “Midnight Rambler” para dar paso a “Miss You”, en donde el bajista invitado vuelve a lucir como lo había hecho en “Out of control”.

Siguen con la que algunos críticos consideran su mejor canción: “Gimme Shelter” y tras darnos refugio musical, viene la explosión de riffs con “Start me up”.

De la Compasión al Diablo pasamos a la Azúcar Morena para terminar el concierto… ¿Terminarlo? No, falta el encore que arranca con un coro que nos recuerda que No Siempre Puedes Obtener los que Quieres y Jagger aconseja que si lo intentas más de una vez, Podrás Obtener lo que Necesitas.

De la cúspide de You Can’t Always Get you Want, canción que define a la serie Dr. House, rematamos el concierto con” Satisfaction”. “I can’t get no… Satisfaction, Satisfaction”.

Quien sabe si este será el último concierto en México, pero los Stones pueden presumir que desafiaron una contingencia ambiental para dirigirse a tocar al paraíso socialista de Cuba.


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