Vivienda en México: Desafíos y Oportunidades
La adecuación de la vivienda se refiere a su capacidad para responder a las necesidades específicas de sus ocupantes. La vivienda adecuada debería ir más allá de las condiciones mínimas de habitabilidad y considerar aspectos como la adaptabilidad
Por Dra. Viviana Barquero, directora de División de la Escuela de Arquitectura Arte y Diseño del Tecnológico de Monterrey
Correo: viviana.barquero@tec.mx
Twitter: @vivibarquero
La vivienda es un reflejo de las aspiraciones, desigualdades y desafíos sociales del nuestro país. A lo largo de las décadas, las políticas de vivienda han evolucionado, pero los problemas persisten, revelando la complejidad de crear soluciones colectivas, inclusivas y adecuadas. La primera gran pregunta en el debate sobre la vivienda en México es cómo lograr que sea colectiva, inclusiva y adecuada. La idea de una vivienda colectiva aboga por un modelo que no solo responda a las necesidades individuales, sino también a las comunitarias. Sin embargo, en un país con profundas desigualdades económicas, esta visión se enfrenta a grandes retos.
Las áreas urbanas de México, especialmente en ciudades como Querétaro, han experimentado un crecimiento exponencial. Este aumento en la demanda ha llevado a la proliferación de desarrollos habitacionales que a menudo no se alinean con los principios de inclusión y adecuación. Los desarrollos habitacionales de lujo coexisten con asentamientos informales, creando una dicotomía que refleja las desigualdades económicas y sociales. En términos de inclusión, México ha avanzado en el reconocimiento de los derechos de vivienda para diversos grupos sociales. Sin embargo, en la práctica, los programas destinados a los sectores más vulnerables a menudo quedan cortos. Las viviendas de interés social, muchas veces construidas en las periferias de las ciudades, carecen de acceso adecuado a servicios básicos como transporte, salud y educación. Esta falta de infraestructura complementaria limita la efectividad de estos desarrollos y perpetúa el aislamiento social de sus habitantes.
La adecuación de la vivienda se refiere a su capacidad para responder a las necesidades específicas de sus ocupantes. La vivienda adecuada debería ir más allá de las condiciones mínimas de habitabilidad y considerar aspectos como la adaptabilidad a cambios en el ciclo de vida familiar, el acceso a espacios comunitarios y la resiliencia ante desastres naturales. Desafortunadamente, muchas viviendas, especialmente en áreas de menor poder adquisitivo, no cumplen con estos estándares, resultando en espacios que no favorecen el bienestar integral de sus residentes.
La forma en que se gestionan y producen los espacios habitacionales tiene un impacto profundo en su accesibilidad y calidad. En términos de gestión, el modelo tradicional mexicano se basa en una combinación de intervención estatal y mercado privado. Sin embargo, este enfoque ha demostrado ser insuficiente para abordar la creciente demanda de vivienda y la calidad desigual en la oferta. Modelos de gestión más flexibles y participativos están emergiendo en otros países y podrían ofrecer soluciones valiosas para México. Un ejemplo destacado es el modelo de vivienda colaborativa en países como Dinamarca y los Países Bajos. Estos modelos promueven la participación activa de los futuros residentes en el diseño y gestión de sus comunidades, fomentando un sentido de pertenencia y responsabilidad. Esta participación no solo mejora la calidad de vida, sino que también puede llevar a soluciones más sostenibles y adaptadas a las necesidades locales.
En cuanto a la producción de vivienda, México ha empezado a explorar alternativas a los métodos de construcción convencionales. La impresión 3D de viviendas, el uso de materiales reciclados y técnicas de construcción modular están ganando terreno como soluciones innovadoras que podrían abordar tanto la demanda como los problemas de calidad en la vivienda. Por ejemplo, proyectos como el de la empresa ICON en los Estados Unidos han demostrado el potencial de la impresión 3D para crear viviendas accesibles y de alta calidad en un tiempo y costo reducidos. Adaptar estos modelos al contexto mexicano podría ofrecer nuevas vías para resolver la crisis de vivienda.
Además, la adaptación de modelos internacionales a la realidad mexicana requiere considerar las diferencias culturales y socioeconómicas. Por ejemplo, en México, la vivienda no solo es un lugar para vivir, sino también un espacio que integra elementos culturales y comunitarios. Por lo tanto, cualquier modelo adaptado debe respetar y potenciar estos elementos para ser verdaderamente efectivo.
La vivienda es reconocida como un derecho fundamental, pero la realidad demuestra que el diseño y la planificación de estos espacios a menudo no reflejan este principio. El derecho a una vivienda adecuada implica que cada persona debería tener acceso a un espacio que no solo cumpla con los estándares básicos de habitabilidad, sino que también permita una vida digna. Sin embargo, la realidad es que muchas viviendas en México se construyen bajo criterios que priorizan la rentabilidad económica sobre el diseño de espacios que promuevan el bienestar integral de sus ocupantes.
Los espacios habitacionales complejos abarcan no solo el diseño físico de las viviendas, sino también la planificación de entornos que favorezcan la cohesión social y el desarrollo comunitario. En muchas ocasiones, los desarrollos habitacionales se concentran en la construcción rápida y en masa, sin un diseño adecuado de los espacios comunes y sin considerar la integración con la comunidad existente. Un enfoque innovador en este sentido es el concepto de “ciudades de 15 minutos” promovido por el urbanista Carlos Moreno. Este concepto busca diseñar ciudades donde todos los servicios esenciales estén a una distancia de 15 minutos a pie o en bicicleta. Aplicar este modelo en México podría transformar la forma en que se desarrollan los espacios habitacionales, promoviendo una mayor calidad de vida al reducir la dependencia del transporte motorizado y al fortalecer los lazos comunitarios.
Además, la participación de los residentes en el proceso de diseño puede transformar la vivienda en un espacio verdaderamente adecuado y adaptado a las necesidades de sus ocupantes. El diseño participativo, en el que los futuros residentes colaboran con arquitectos y urbanistas, puede llevar a soluciones que no solo resuelvan las necesidades básicas, sino que también fomenten un sentido de identidad y pertenencia.
En la Escuela de Arquitectura del Tecnológico de Monterrey reflexionamos sobre los desafíos de la vivienda en México a través del Seminario de Vivienda Colectiva. Generamos un enfoque integral que aborda los problemas desde una perspectiva colectiva, inclusiva y adecuada. Discutimos sobre cómo la gestión y producción de vivienda deben adaptarse e innovar para enfrentar las demandas cambiantes y las desigualdades persistentes. El diseño de los espacios habitacionales debe evolucionar para reflejar el derecho a una vivienda digna y promover entornos que favorezcan el bienestar y la cohesión social.
A medida que México y ciudades cómo Querétaro enfrentan estos retos, es fundamental que las soluciones propuestas no solo se adapten a las realidades locales, sino que también se basen en principios de justicia social y sostenibilidad. Solo así será posible construir un futuro en el que cada persona pueda disfrutar de un hogar que no solo satisfaga sus necesidades básicas, sino que también fomente una vida plena y digna.