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Verdad republicana

Por Andrés González - 01/09/2015

Las ideas expresadas en las columnas, así como en otros artículos de opinión, no necesariamente corresponden a la línea editorial de Códice Informativo, y solo son responsabilidad del autor.

Sin la presencia física del Presidente de los Estados Unidos Mexicanos -esto a partir del año de 2008 que ya no rinde personalmente su Informe, […]

 Verdad republicana

Sin la presencia física del Presidente de los Estados Unidos Mexicanos -esto a partir del año de 2008 que ya no rinde personalmente su Informe, sino que lo entrega por escrito-  este martes se tiene la apertura del Primer Periodo Ordinario de Sesiones del Honorable Congreso de la Unión.

El Informe del Presidente –que será el tercero-  sí se rinde, pero por escrito. Y lo hace un representante presidencial que en esta misma Sesión, que suele ser el Secretario de Gobernación, se lo entrega físicamente  al Presidente del Congreso.

Terminaron y desde la fecha citada, el llamado “Día del Presidente” cuando, por disposición de la Constitución de 1917, se instruía para que este diera “cuenta del estado general que guarda la administración pública del país”.

Ya no.

Cambiaron los modos, pero no la forma, porque el documento entregado sí es de cualquier manera un informe muy amplio, que incluye anexos detallados, de ese “estado que guarda la administración pública del país”.

Y es que la alternancia, de las muchas cuestiones buenas que ha dejado a la Nación, ésta es una de ellas.

La cuestión política a raíz de diversos y lamentables hechos, se venía calentando desde las devaluaciones monetarias que venía sufriendo el país y que fueron golpes letales para la economía nacional.

Después vinieron asesinatos sonados –“crimen de estado” fue el de Luis Donaldo Colosio– y en el año 2000, también producto de lo arriba citado y muchas cuestiones más, el Revolucionario Institucional pierde por vez primera la Presidencia de la República.

Si usted lo recuerda, los tres primeros años de Vicente Fox estuvieron marcados si bien por la inexperiencia de ese presidente, más por ocurrencias y decisiones no del todo acertadas para la gobernabilidad, a tal grado que para septiembre del 2004, este presidente rinde su Informe –era el cuarto– rodeado a más no poder por fuerzas federales, para proteger al Primer Mandatario de las tupidas y belicosas manifestaciones de los diferentes grupos sociales –y de la oposición– que se radicalizaron en el país.

Las interpelaciones al Presidente de la República se volvieron una costumbre pero que las más de la veces, caían en una evidente falta de respeto a la figura presidencial.

Por esto,  Fox no pudo llevar a cabo la lectura del texto del informe y con ello –después se modificaría la Constitución– se instaura el hecho de que debe ser entregado por escrito.

Para el año siguiente del 2008 y para el informe presidencial, se tiene ya lista la reforma al artículo 69 constitucional que exime al Presidente de la República no solo de rendir su informe verbalmente, sino también el asistir a la Apertura del Primer Período Ordinario de Sesiones del Honorable Congreso de la Unión.

Es más, si usted lo recuerda, justamente así, “Honorable Congreso de la Unión” comenzaban todos los informes presidenciales, que eran en realidad largas peroratas políticas y de autoalabanzas, que después eran ratificadas por quien daba contestación al Informe del “Señor Presidente de los Estados Unidos Mexicanos”.

Ahora –y este sí se espera con verdadero interés– todo ha quedado reducido a un “Mensaje a la Nación” que dirige el Presidente de la República, al que asisten, de cualquier manera, los señores diputados y senadores, los gobernadores de los estados, el flamante –que no nuevo- gabinete presidencial. En este mensaje, esperamos  que Peña Nieto nos diga –informe– cómo camina la preocupante inseguridad que se vive en el país, inseguridad que ya se manifiesta en Querétaro con expresiones cada vez más violentas, repetidas pero y también, cómo vamos a hacerle frente a esta devaluación constipada que a diario golpea a nuestra moneda –y esto es decir a nuestra economía– y cuándo, al menos que nos oriente, habremos de tocar fondo.

El pueblo –nosotros, usted, yo, todos pues– ya no queremos “dulce con el dedo” ni necesitamos que nos engañen. Requerimos que se nos diga la verdad, por difícil que sea. Por lo menos así ya sabremos a qué atenernos.

Recuerde usted el juramento que hizo al tomar protesta como Presidente de este país.

…Guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos…” porque de lo contrario, seremos nosotros –la Nación-  quiénes se lo demandaremos.

La verdad, señor Presidente, díganos la verdad.

Andrés González

Periodista de toda la vida, egresado de la escuela Carlos Septién García, catedrático en la Universidad de Guanajuato, analista político en radio y prensa escrita, además de Premio Estatal de Periodismo en el 2000.


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