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¿Por qué ahora sí creerles que van a proteger a los periodistas?

Por - 18/05/2017

Recién había leído una de las columnas de Javier Valdez, el periodista de Ríodoce que fue asesinado hace unos días en Culiacán, Sinaloa: Su columna se llamaba Malayerba… y ahí, con una espléndida narrativa retrataba la vida de los personajes inmersos en la violencia

 ¿Por qué ahora sí creerles que van a proteger a los periodistas?

Foto: Especial

Recién había leído una de las columnas de Javier Valdez, el periodista de Ríodoce que fue asesinado hace unos días en Culiacán, Sinaloa.

Su columna se llamaba Malayerba. Y ahí, con una espléndida narrativa retrataba la vida de los personajes inmersos en la violencia. Las historias que leí no tenían lugar ni fecha, pero bien podrían ser un espejo de lo que pasa en las calles de miles de municipios de México.

“Te van a matar” es el nombre de una de ellas. Fue publicada el pasado 27 de marzo y narraba, precisamente, los riesgos que enfrentó un periodista que apedreaba con sus teclas “el ejercicio del poder político, la corrupción, la complicidad entre criminales y servidores públicos”; y que, como se lo advirtieron sus amigos y cercanos, fue asesinado.

Después de leerla, paradójicamente, escucho el mensaje que dan los gobernantes, de ahora sí, fortalecer la protección a los periodistas, con medidas más fuertes, con fiscalías especializadas, con investigaciones que den resultados evaluables, con mapas de riesgo y con mecanismos de protección estatales homologados con el federal.

La clase política, la misma que en muchas ocasiones se enroncha con la crítica y que se muestra intolerante a los señalamientos de la prensa, es la que se compromete a hacer valer la libertad de expresión y cuidar la integridad de los compañeros del gremio, para que no haya un muerto más, por las balas del crimen:

“La delincuencia no puede silenciar a periodistas”… “Cada crimen contra un periodista es un atentado contra la libertad de expresión”… “Actuaremos con firmeza y determinación para detener a los responsables”… Todas ellas son frases que salen de la voz oficial, del discurso gubernamental, que pone un gesto de preocupación, en ese evento que irrumpió en la agenda de los presentes.

Y de los párrafos discursivos del presidente surgen varias interrogantes sobre la situación que vive la prensa y la población en México:

“La protección de periodistas y defensores de derechos humanos hoy requiere de medidas extraordinarias”, decía el mandatario este 17 de mayo.

Y surge entonces la duda si esto es, acaso, un reconocimiento implícito de que no ha servido lo que se ha hecho hasta ahora y que la situación que enfrenta el gremio ha llegado a niveles preocupantes, como para tomar medidas extraordinarias.

“Es obligación del Estado mexicano en su conjunto otorgar garantías a los periodistas para el desempeño de su profesión, especialmente ante la amenaza que hoy representa el crimen organizado, en ocasiones infiltrado en instancias de gobiernos locales en ciertas regiones del país” añadía el mandatario mexicano.

De nuevo aparecen las dudas: ¿Es el crimen organizado el único responsable de los asesinatos de periodistas?

¿Esto quiere decir que el presidente reconoce que el crimen organizado ha cobrado mayor fuerza en los años de su administración?

¿Sólo se ha infiltrado en las filas de gobiernos locales? ¿Si el presidente dice que se han infiltrado en instancias de gobiernos locales, cuántos funcionarios han sido encarcelados por esto?

En 2012 se puso en marcha el Mecanismo de protección para las personas defensoras de derechos humanos y periodistas.

Entre sus objetivos estaba “Garantizar la vida, libertad, seguridad e integridad de personas defensoras de derechos humanos y periodistas que se encuentran en situación de riesgo real o potencial, para el ejercicio de su labor”.

Y “coordinar con las entidades federativas la adopción de medidas de protección y de prevención del riesgo y agresiones en contra de personas defensoras y periodistas”.

Cinco años después vemos que no ha funcionado y que además se vuelve a prometer lo mismo.

Un lustro después del establecimiento de esos objetivos, 13 periodistas han sido asesinados por represalias a su labor informativa, y otros 17 han padecido la misma suerte, aunque todavía no se ha podido determinar si fue por su trabajo o por otra circunstancia, según el conteo del Comité para Protección a Periodistas.

Este mismo organismo independiente reporta que la mayoría de los temas que cubrían los periodistas asesinados era: Crímenes, corrupción y política, en ese orden.

Y lo peor es que el 86 por ciento de los homicidios de periodistas ha quedado en completa impunidad.

Por eso, después de leer la columna de Javier Valdez y de escuchar los mensajes gubernamentales, reitero el cuestionamiento: ¿Por qué ahora sí creerles que van a proteger a los periodistas?


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