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NO más violencia de género

Por - 24/11/2016

La violencia contra la mujer se da en todos los países, en todos los estratos sociales, culturales y económicos

 NO más violencia de género

Desde 1993 Naciones Unidas estableció un marco de acciones para combatir la violencia de género y define el 25 de noviembre como Día Internacional de la eliminación de la violencia contra las mujeres.

La violencia es quizás la más fuerte violación de los derechos humanos y de desarrollo porque inhabilita las capacidades, impide el ejercicio de los derechos y menoscaba la libertad de las personas que la sufren. La violencia no sólo afecta a la víctima, tiene una influencia en las personas con las que ésta convive, llevando a situaciones que alteran las relaciones armónicas y de integración para un sano desarrollo de las familias, instituciones y comunidades.

La violencia contra la mujer se da en todos los países, en todos los estratos sociales, culturales y económicos. Constituye un problema de graves repercusiones sociales por la asociación que existe entre discriminación y mal trato. El 35% de las mujeres de todo el mundo -de 15 años y más- ha sufrido violencia sicológica, física y/o sexual. Muchos estudios muestran que la prevalencia del abuso hacia la mujer por sus parejas es una de las formas más endémicas de violencia. Un porcentaje importante tanto de agresores como de víctimas proceden de familias que han estado expuestas a la violencia en donde, además, existe la convicción de que la violencia contra la mujer es legítima y natural.

En el mundo, todos los días, las mujeres son golpeadas, hostigadas, violadas y torturadas en el hogar, en la escuela, en el trabajo sin distinción de clase, religión, edad o nivel educativo. A causa de ello, la salud física y mental de la mujer queda afectada y, en algunos casos, trae consecuencias fatales. Y está asociada con alguna característica que permite identificarla como violencia de género, al estar vinculada con la desigual distribución del poder y a las relaciones asimétricas que se establecen entre hombres y mujeres en la sociedad; con la socialización de los agresores en ambientes violentos, la impunidad de estos actos; y, el desconocimiento de los propios derechos.

Diferentes son las formas de violencia contra la mujer como la familiar, social, laboral y educativa que remiten a situaciones de discriminación, hostigamiento y acoso sexuales o abuso laboral. La física es la más evidente y siempre va precedida por abuso psicológico para degradar a la víctima, para devaluar su autoestima. Otra modalidad es la psicológica, que en su mayoría pueden pasar inadvertidas en cuanto a su magnitud y trascendencia porque no son reconocidas públicamente o porque los daños que provocan no se manifiestan de manera inmediata.

Muy a menudo, las mujeres no se atreven a hablar sobre el acoso sexual y la discriminación a la que está sujeta en el ámbito laboral por temor a perder su empleo. El 30% de mujeres señaló haber tenido algún incidente de violencia, como acoso laboral, hostigamiento o abuso sexuales. Es muy común el temor de la víctima para efectuar la denuncia por miedo al agresor, por falta de confianza en las instituciones o por su propia inseguridad.

La prevención y la erradicación de la violencia es una tarea que implica cambios estructurales: educativos para prevenir y combatir todo tipo de discriminación y violencia; económicos para hacer frente a la pobreza, el desempleo y la exclusión; y, políticos para erradicar la impunidad y las fracturas en la legalidad.

Si partimos de la base que el respeto de los derechos es una condición para el desarrollo y el pleno ejercicio de los derechos humanos de las personas, es evidente la necesidad de abordar la violencia de género desde una perspectiva que ofrezca la posibilidad de cambios culturales estructurales que conlleven el respeto de los derechos de las mujeres y cuestionen la violencia en las relaciones de género. Por eso, ¡di NO a la violencia de género!


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