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Los grupos del PAN

Por Andrés González - 13/03/2019

Las ideas expresadas en las columnas, así como en otros artículos de opinión, no necesariamente corresponden a la línea editorial de Códice Informativo, y solo son responsabilidad del autor.

En el Partido Acción Nacional de Querétaro, el PAN – tal y como suele pasar en la generalidad de los institutos políticos del mundo – […]

 Los grupos del PAN

En el Partido Acción Nacional de Querétaro, el PAN – tal y como suele pasar en la generalidad de los institutos políticos del mundo – los grupos se enconchan. O se abren.

Esta expresión es la prueba irrefutable de su existencia; de que efectivamente estos grupos existen, se desarrollan, se distancian o bien se autoprotegen.

Pero que esto a nadie espante. Para eso son precisamente los partidos políticos; para buscar a sus mejores hombres y proponerlos – en su momento – a la sociedad; para que depuren sus listas; para que, en uso de la democracia interna, cumplan conforme a estatutos, esos procesos de elección. Claro, si democracia real – y no fingida – estos institutos políticos la tienen y que, dicho sea con toda honestidad, raramente practican.

Porque y en esto, ¿Qué partido político puede decirse libre de vicios o de imposiciones cupulares?

Y se generaliza a todos; entonces, ni para que mencionarlos.

La democracia en los partidos políticos, la auténtica democracia, está en pañales.

En las nominaciones electorales, dominan las llamadas cúpulas del poder. Lo hacía el PRI, lo hizo MORENA con quién ahora es presidente del país; los hizo Acción Nacional cuando Ricardo Anaya arremangó esa misma candidatura.

Lo que espanta ahora, es que “alguien” trate de cambiar las reglas del juego, en las que participe efectivamente su militancia y hasta, la ciudadanía y quién es la postre, la que decide una elección.

Entonces, los procesos internos son coladeras de intenciones; filtros de capacidades para que cada proceso electoral no se convierta en un velorio, cuando lo que llevaban era una piñata.

Por eso es la necesidad de rendir cuentas cada vez mejores a la militancia pero particularmente a la ciudadanía.

Por eso la diversidad de opiniones debe enriquecer a los partidos políticos, concretamente sobre los sismos internos que atraviesan, sobre la falta de resultados en lo social o en lo económico y que todo esto se haga desde los más diversos puntos de vista.

Las declaraciones del diputado federal panista Marcos Aguilar Vega tienen sentido y razón de ser. Y es que – dicho sea con todo respeto – “la mula no era arisca” sino que la hicieron. Si Aguilar era, según su propio decir, uno de los mejores posicionados para el senado o para la reelección en la presidencia municipal ¿Por qué su partido no lo postuló?

Y es que en la persona de Marcos Aguilar es muy parecido a lo que sucede con el equipo de futbol América. O es muy odiado, pero también muy querido.

Lo que pasó – considero – es que este partido, con una retahíla de años en el poder, trienal o sexenal y que solo interrumpió la habilidad de Pepe Calzada – abonémosle algo – o bien la hartazón que produjo el mal gobierno panista de Francisco Garrido Patrón – que mucho hay de cierto en esto y que fue en parte a lo que hizo referencia el diputado federal – es lo que produce el cambio en el parecer del votante.

A los ciudadanos lo que nos interesa son gobiernos que respondan a las exigencias y necesidades que tenemos, en nuestra calle, en nuestra colonia, en la colectividad toda, cuando los problemas se generalizan y que, precisamente por su magnitud, no son de fácil solución.

Esta es la dimensión de dos graves problemas tenemos en Querétaro y que por ambos, en oferta pública y abierta, fue la preferencia electoral que se inclinó por Pancho Domínguez. Los dos fueron oferta y compromiso del hoy gobernador.

Y estos dos, a los cuales han sido canalizadas fuertes inversiones y hasta cambiado de estrategias, no están completamente resueltos. Vamos, no en la visión de los ciudadanos ni en la medida de una respuesta clara, en una sociedad exigente y explosiva en su crecimiento.

Esto, la seguridad y el transporte, no es fácil y creo que nadie ha dicho que lo sea.

Lo que hicieron las declaraciones abiertas de Aguilar, fue incomodar a la cúpula del Poder local. Y se enconcharon. Es cierto que, cuando allá se vive – o se vegeta – las verdades incomodan. Y por natural autoprotección, se rechazan.

Pero ¿Desde cuándo los gobiernos en el poder, sean del color que sean, son dueños absolutos de la verdad?

La crítica social, crítica es y, por lo regular, es irreverente, porque no tiene santo a quién rezarle.

O la otra. Tal vez a Marcos Aguilar le llegó el “pitazo” de que le siguen hurgando en lo que le dejaron algunas de sus muchas concesiones que otorgó. Y se defiende.

Y la que sigue. A lo mejor – y ahora si – y con esto del ejercicio no grupal de la libertad de expresión, si se la hacen efectiva.

Es bueno que las partes se exijan, porque el postrer ganador de los buenos resultados será la ciudadanía.

Y se vale.

Andrés González

Periodista de toda la vida, egresado de la escuela Carlos Septién García, catedrático en la Universidad de Guanajuato, analista político en radio y prensa escrita, además de Premio Estatal de Periodismo en el 2000.


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