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La transparencia, el acceso a la información y la rendición de cuentas.

Por - 12/03/2012

La formación de un Estado eficaz y honesto es producto del acceso a la información pública y la transparencia. Al estar supeditadas las acciones de […]

 La transparencia, el acceso a la información y la rendición de cuentas.

La formación de un Estado eficaz y honesto es producto del acceso a la información pública y la transparencia. Al estar supeditadas las acciones de los servidores públicos al escrutinio de la sociedad será necesario que sus actuaciones estén fundamentadas y motivadas en el estricto apego a la ley.

Para poder alcanzar un mejor ejercicio en la actividad gubernamental y un fortalecimiento del Estado de Derecho es necesario que el acceso a la información se manifieste en una debida rendición de cuentas por parte de todos aquellos que utilicen recursos públicos.

La rendición de cuentas no es cosa sencilla, va mucho más allá de un catálogo de buenas intenciones y promesas de gobierno. El diseño y aplicación de la rendición de cuentas como política pública y eje de gobierno incluye a todas las áreas de la actividad gubernamental sea esta federal, estatal o municipal, centralizada, desconcentrada o paraestatal.

En este sentido, John Ackerman ha propuesto entender a la rendición de cuentas como un proceso proactivo por medio del cual los servidores públicos informan, explican y justifican sus planes de acción, su desempeño y sus logros y se sujetan a las sanciones y recompensas correspondientes.

Debemos comprender que no es correcto usar como sinónimos transparencia, rendición de cuentas y acceso a la información; se tratan pues de cuestiones diversas pero complementarias para el correcto funcionamiento de la administración pública.

No obstante de la similitud de los términos, no podemos sustituirlos entre sí, a pesar de ser complementarios. No basta con que el gobernante proporcione la información al solicitante. Por una parte debemos señalar que el acceso a la información es un derecho fundamental de los gobernados; por otro lado, la transparencia la entendemos como una política pública para el uso de la información que busque facilitar y dotar de contenido a los ciudadanos en los asuntos públicos.

Para poder llamar transparente a un régimen, todas las personas podrán enterarse de los asuntos públicos sin obstáculo alguno; en el que toda la población pueda percatarse de las decisiones tomadas por el gobierno, cómo emplea los recursos y medios a su alcance, y sobre todos los resultados que se obtienen de su ejercicio y aplicación.

La rendición de cuentas va más allá que la transparencia. Constituye la vigilancia, control y sanción del ejercicio gubernamental que permita identificar con claridad las obligaciones de cada servidor público.

Es evidente que la transparencia necesita del acceso a la información pública y que la rendición de cuentas no es viable en un ambiente opacidad. Es por ello que tanto el acceso a la información como la transparencia son características esenciales para una debida rendición de cuentas.

Fue gracias a la promulgación de la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública, en el año 2002, y luego de la reforma al artículo 6 constitucional de 2007, que hemos venido generado un marco institucional y procedimental que favorece la cultura de producción y archivo de documentos públicos, así como una nueva conciencia sobre la importancia de la publicidad gubernamental. No obstante los retos son aún mayores y es necesario continuar con la concientización tanto a autoridades como gobernados sobre la importancia de estos grandes temas, y solamente desde este ejercicio propiciar la construcción de un verdadero estado democrático.


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