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La seguridad es un derecho humano

Por - 14/12/2017

“En definitiva, ¿dónde empiezan los derechos humanos universales? En pequeños lugares, cerca de casa […] Si esos derechos no significan nada en estos lugares, tampoco […]

 La seguridad es un derecho humano

En definitiva, ¿dónde empiezan los derechos humanos universales? En pequeños lugares, cerca de casa […] Si esos derechos no significan nada en estos lugares, tampoco significan nada en ninguna otra parte. Sin una acción ciudadana coordinada para defenderlos en nuestro entorno, nuestra voluntad de progreso en el resto del mundo será en vano

Eleanor Roosevelt

Las personas, independientemente de su condición de raza, social, económica, política, son sujetos de derechos. No existen derechos fundamentales por naturaleza, ya que lo importante para una época, no lo es para otra. Los derechos se han modificado con el cambio de condiciones históricas como necesidades, intereses, gobiernos, transformaciones técnicas, entre otros asuntos. La formulación actual de los derechos se ha transformado de forma que el catálogo de derechos humanos se ha visto influido por acontecimientos políticos y por transformaciones socioeconómicas.

El fundamento de los derechos humanos tuvo su solución en la Declaración Universal de los Derechos Humanos aprobada por las Naciones Unidas en 1948 que se celebra cada 10 de diciembre. Esta Declaración representa un hecho histórico ya que, por primera vez en la historia, un sistema de principios fundamentales de la conducta humana, en el sentido de protección, fue aceptado por los países miembros. Ése fue un primer paso para visibilizar, denunciar y combatir los abusos sistemáticos de poderosos contra vulnerables.

¿Qué pasa hoy en México? Que los derechos humanos están hechos pedazos: 81% de la población percibe que la inseguridad y la violencia son los factores que afectan su vida cotidiana. México registró un récord histórico de asesinatos con más de 12 mil crímenes, un 16 % más que en el primer semestre del 2011, el peor año del gobierno de Felipe Calderón; 72% de los homicidios que se cometieron en el primer semestre son ejecuciones del crimen organizado. Los delitos de alto impacto al alza: la extorsión subió a nivel nacional un 26 %, el secuestro un 14 % y el robo de vehículos un 15%. Destaca la percepción ciudadana de que la inseguridad ha empeorado en el último año y un 88% considera que Peña Nieto no está comprometido con la seguridad de México.

En el País persiste una situación de violencia generalizada, así como una condición de impunidad por violaciones de derechos humanos y crímenes de derecho internacional, de acuerdo con el último informe de Amnistía Internacional. El documento registra un alarmante incremento de obstáculos y restricciones a la justicia y las libertades fundamentales, así como las violentas estrategias de represión en la región.

Para un país que no se encuentra en medio de un conflicto, las cifras calculadas son, simplemente, impactantes. Hay un fuerte clamor sobre la incompetencia y la connivencia del Estado para resolver el abuso sistemático en esta materia. La actual administración pensó que no era necesario continuar con una política de cooperación en materia de derechos humanos. Hay una clara resistencia de las autoridades para aceptar los informes y recomendaciones, nacional e internacional, emitidos sobre homicidios, desapariciones y tortura.

En México los derechos humanos se violan de forma sistemática, debido a fallas estructurales e históricas, a lo que se suman la miopía y la sordera gubernamentales que han cerrado espacios limitando la posibilidad para un diálogo constructivo. Una evidencia clara es la crispada discusión en la Cámara de Senadores sobre el Proyecto de Ley de Seguridad Interior reforzada por la preocupación de los organismos internacionales con la aprobación de esta ley y por la ausencia de una estrategia política que fomente la seguridad ciudadana.

Como sociedad no debemos aceptar, con naturalidad, que México viva en crisis de inseguridad y violencia, en niveles críticos de impunidad y corrupción. La permanente violación de los derechos humanos sobre todas las personas, en pleno siglo XXI, es un paso atrás. Y esto, estimado lector, hay que tenerlo en mente cuando emitamos nuestro VOTO el próximo 1º de julio 2018.


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