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La segunda carta

Por Andrés González - 29/08/2015

Las ideas expresadas en las columnas, así como en otros artículos de opinión, no necesariamente corresponden a la línea editorial de Códice Informativo, y solo son responsabilidad del autor.

En una rara mezcla de cambios, enroques y destituciones, el presidente Enrique Peña Nieto hace frente, con este gabinete cambiado –dicen que  “es el mismo, pero […]

 La segunda carta

En una rara mezcla de cambios, enroques y destituciones, el presidente Enrique Peña Nieto hace frente, con este gabinete cambiado –dicen que  “es el mismo, pero más barato”– a la segunda parte de su sexenio.

Sin embargo, se apega en estricto al librito, al de la política práctica, a la teoría de las tres cartas.

La primera se abre cuando se entra –se dice en ésta– y cuando las cosas no funcionan del todo bien, no al menos en el nivel de lo que esperaba la ciudadanía, es “echarle la culpa al que sale…al que ya se fue”.

Y voltear para atrás es buena excusa, porque, argumenta “así me  dejaron la casa…con este tiradero” en la economía, en la inseguridad, en la pobreza. Eso dice, entre otras cosas peores, esa “Primera Carta”.

La segunda, la que abrió ayer, recomienda que “cuando las cosas todavía no funcionan del todo bien” –y éste es el caso- ábrase la segunda misiva.

Y en esta, a la letra, recomienda hacer cambios, los ajustes que sean necesarios.

Y el jueves, pasado el mediodía, el presidente Enrique Peña Nieto decide hacer público el contenido, las recomendaciones, que vienen en esta segunda misiva. La política del librito.

Ahí se incrusta un queretano, José Eduardo Calzada Rovirosa, gobernador de casi seis años, triunfador, promotor y administrador destacado de su estado. Para los que nos quedamos, para los queretanos, siempre será un honor que alguien de esta tierra se encuentre trepado, figure, en la élite de las decisiones importantes, en la cúpula mayor del poder nacional. Y va a la siembra en Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación –que se sintetiza en SAGARPA– a la siembra de nuevas ilusiones. ¿Por qué no?

Pero mire usted, qué tino el de Peña Nieto.

Que se sepa –y esto dicho con todo respeto– a Pepe aquí, a lo largo de estos seis años, de sus anteriores en política, en el partido, en la ceneope, en toda su vida pues, nadie le vio, ninguno le conocimos las dotes que Peña Nieto le encontró. ¡Qué tino!

No sabemos y nunca supimos que era un experto, un perito en agricultura, salvo por alguno de los ranchos de la familia, los personales que pueda tener y que en este artículo no viene al caso exponer. En estos ranchos, ni en la entidad de la que fue gobernador, nos enteramos de que haya tenido gordos y exitosos hatos de ganado mayor… O menor. No que haya sido relevante el apoyo con los que, en esta tierra –y mire usted que hay buenos– se dedican a la ganadería.

Al Desarrollo Rural y durante estos casi seis años, Pepe cumplió con el campo, así, a secas. Lo suyo lo suyo –y eso es público,  local y nacionalmente– fue la promoción de los dones, de las dotes de esta bendita tierra. Y explosionó la inversión, particularmente la foránea. Y a esto sí le sabe. Por eso y particularmente en los últimos meses, algunos de los que sí saben leer la política, lo ubicaban en la Secretaría de Economía, misma que ahora resultó inamovible.

Pero a Pepe Calzada –también lo creo y por eso lo escribo–, pienso, le salvará su carácter ejecutivo, el que arma y promueve, su visión integradora y el toque modernista, competitivo, en este mundo global, que tenga del campo mexicano, al que tanta falta le hace el apoyarlo, si bien no tanto sus conocimientos agrarios o ganaderos.

El campo –más el de temporal, el parcelero– es el área más rezagada, más jodida de todo el arco iris de la actividad económica nacional.

El reto sería tratar de poner este sector al nivel que tienen otras áreas de la economía. Acercarlo pues.  Que cortemos ya la racha de ser exportadores de “espaldas mojadas” que lleva ya casi un siglo y por cuya inclinación nos anda insultando, sin razón alguna y sí con todo desconocimiento, un tal señor que busca la presidencia de los Estados Unidos.

Los retos son muchos –y grandes- para Pepe Calzada, pero también es necesario que vaya pensando en abrir la tercera carta.

Y que se la muestre –desde luego- a Peña Nieto.

 

Andrés González

Periodista de toda la vida, egresado de la escuela Carlos Septién García, catedrático en la Universidad de Guanajuato, analista político en radio y prensa escrita, además de Premio Estatal de Periodismo en el 2000.


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