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La “mamá luchona”, el estigma virtual de la mujer irresponsable

Por - 13/10/2016

Las redes sociales hacen eco de la realidad social y dan cabida a discursos discriminatorios a través de la mofa

 La “mamá luchona”, el estigma virtual de la mujer irresponsable

Este ensayo fue escrito para la clase de Identidades Sociales de la Maestría en Comunicación de la Universidad Iberoamericana, como parte del Programa Prensa y Democracia (PRENDE)

La imagen muestra a un Robert Downey Jr. con su barba de candado estilo Iron Man, con los ojos torcidos apuntando hacia arriba, acompañado de las clásicas letras blancas con borde negro. Es un meme, como bien podría reconocer cualquier asiduo usuario de las redes sociales.

Su boca está entreabierta y sus brazos cruzados. La postura es un evidente signo de hartazgo. Los mensajes, variados, pero vale la pena hacer énfasis en uno en particular: el de las “mamás luchonas”.

En el imperio de la red social, la “mamá luchona” es aquella mujer soltera que tiene, por sí sola, el encargo de cuidar y responder por su hijo, pero que constantemente da cuenta de esta situación de manera pública, demandando el reconocimiento social por la condición que sostiene.

Así, la burla se manifiesta en hacer sorna de la valoración que la “mamá luchona” hace de sí misma, haciendo aparecer ese discurso en situaciones completamente dispares.

“Feliz Día de la Secretaria” dice uno de los memes en la parte superior, para después revirar abajo con un “Pero sobre todo a esa madres luchonas, que son padre y madre, guerreras, y pokemones a la vez”.

Este esquema se repite una y otra vez de manera ingeniosa, logrando así que este meme sea uno de los más compartidos por, sobre todo, el público masculino.

Lo que pocos se han detenido a reflexionar es qué hay detrás esta imagen aparentemente ingenua y que invita a la sana diversión colectiva.

Antes que nada, es importante explicar que, contrario a lo que muchos podrían pensar, la comunicación a través de las redes sociales es mucho más reveladora de la realidad social de lo que parece.

Los Digital Studies surgieron como una herramienta teórico-metodológica para estudiar lo social a partir de nuestras actividades mediáticas, explica César Rebolledo, doctor en Ciencias Sociales y titular de la materia de Identidades Sociales de la Maestría en Comunicación de la Universidad Iberoamericana . Con el apoyo de las teorías de la virtualidad, podemos convenir que a partir de la producción social de sentido que se transmiten a través de las redes sociales, es posible entender los valores sociales que comparte una comunidad sobre un aspecto de la realidad.

Y en este caso, el aspecto de la realidad que se está compartiendo a través de la de la virtualidad es el imaginario social que tenemos sobre las madres solteras. Este grupo social está injustamente categorizado como mujeres irresponsables que procrearon hijos sin tener reparo de las consecuencias. Mujeres que viven una sexualidad desbordada y desinteresada cuyas consecuencias pagan por su propio desdén.

Esta categoría se revela además como un estigma, cuando se le agrega el término “luchona” con el objetivo de agregar un tono chistoso. La elocuente imagen de Robert Downey Jr. con una postura de fastidio es la sutil manera de rechazar a las mamás solteras devenidas en “mamás luchonas” y cuya labor es objeto necesario de escarnio público; sé mamá soltera, pero no lo presumas.

Marta Torres Falcón, investigadora del Programa Interdisciplinario de Estudios de la Mujer de El Colegio de México, afirma que la discriminación de género está naturalizada, ya que a fuerza de repetirse en una multiplicidad de prácticas sociales que se verifican en la vida diaria, la hemos incorporado con tal espontaneidad a nuestra visión del mundo que ya no nos sorprenden. Esto es exactamente lo que sucede con el meme de la “mamá luchona”; una normalización de la burla y el señalamiento hacia un grupo vulnerable de la sociedad que, por una parte, perpetua el escarnio hacia la mujer madre y, por la otra, por reiterada termina convirtiéndose en violencia de género.

A pesar de que pueda parecer una burla ingenua, efímera e intrascendente lo cierto es que supone un desahogo “políticamente correcto” de un pensamiento que surge a partir de la categorización estigmatizada de las madres solteras y que termina reflejándose en la realidad social.

Es decir, quien comparte el estigma identitario de las madres solteras como objetos de la burla y escarnio por su autoreconocimiento ante una situación vulnerable, normaliza ese estado de cosas y señala a la mujer como responsable del caso.

La “mamá luchona” es no solo irresponsable, sino que no tiene reparo en presumirlo, y la respuesta de la sociedad ante ello debe ser la mofa.

César Rebolledo agrega que “la virtualidad constituye un espacio donde por primera vez nuestra imaginación se pone en sintonía y se visibiliza”, y eso es precisamente lo que sucede a través de los memes, que son unidades de información creadas desde la interacción social para comunicar sentido.

Y el sentido del meme de la “mamá luchona”, mediado convenientemente por el pitorreo para deslactosarlo, es el de estigmatizar a ese grupo social y buscar eco en el vacío. La nueva plaza pública, la red social, permite encontrar sintonía desde la comodidad de un click, y compartir un meme es poner en contexto un imaginario social que, bajo otros códigos de lenguaje, pudiera revelarse como agresivo y atentatorio.

En esta categorización, el mundo virtual no cuestiona ni pone en entredicho la ausencia de una figura masculina, y prefiere posicionar su hartazgo ante el constante reconocimiento que la “mamá luchona” hace de su labor. El problema no es dónde está el padre, sino que la madre está así porque quiere, por su culpa.

La madre que asume su posición sin chistar, puede conservar su categoría de madre, pero la que pone en entredicho sus circunstancias se convierte entonces en “mamá luchona” y es desdeñada a través de las redes sociales con unidades de sentido elocuentes pero codificadas. El meme es sutil y juega con la risa, pero en el fondo se configura como un discurso discriminatorio.

Internet es una vitrina de lo social, en la cual podemos observar lo que somos, sin tapujos, explica Rebolledo quien a su vez cita a Michel Maffesoli, el francés considerado padre de la sociología de la vida cotidiana.

Las redes sociales no son un espacio para la proliferación de alter egos; en realidad, la arena virtual nos permite constituirnos como somos en la realidad social a través de otro tipo de códigos de lenguaje.


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