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Es la mecha, no la chispa

Por - 23/06/2015

Es un sentido de alivio en muchos sentidos. Poder hablar de otro tema libre de culpa, quiero decir. Porque los últimos meses usar tinta en […]

 Es la mecha, no la chispa

Es un sentido de alivio en muchos sentidos. Poder hablar de otro tema libre de culpa, quiero decir. Porque los últimos meses usar tinta en temas distintos al proceso electoral podía ser calificado como fútil. Me recuerda aquel ejercicio de efectos ópticos en que si uno se concentra en un punto fijo, incluso volteando la mirada, un esbozo del punto seguirá ahí. Es así que me parece que, salvo que uno hubiere conseguido boleto para la gran final en el estadio Corregidora, no habría nada más sobre que escribir (o leer).

Pero ahora sí. Dejando de lado el proselitismo y difusión partidaria, creo que ahora es buen momento para replantear el papel de la juventud en nuestro país. Somos gran mayoría y nos encontramos en el punto medio entre las formas tradicionales y la aplastante modernidad dominada por los llamados “digital natives” que nacen con una tableta digital en mano (imagine la sorpresa de Aristóteles al observar la evolución de su famoso aforismo “tabula rasa”). Es así que quienes nos encontramos entre los afortunados nacidos en la década de los ochenta y noventa estamos entrando en el punto cúlmen de nuestras vidas. Un momento en el que quizá logremos finalmente reclamar el papel protagónico que heredarán las generaciones que aprendieron a escribir sin la necesidad de contar con pluma y lápiz.

Y dejando de lado la emoción que sentimos cuando recordamos viejas canciones y entrañables programas de televisión, tenemos la ventaja de haber nacido durante la etapa final de la hegemonía priista en la silla del águila, presenciar la transición panista e incluso en muchos casos votar por primera vez en esos procesos. Ahora tenemos el privilegio de participar activamente en campañas y ver a un candidato independiente arrasar con la gubernatura de un Estado por primera vez en la historia. Los jóvenes somos las mentes maestras detrás de los trend topics en Twitter y expertos en volver los más triviales asuntos en movimientos virales a través de la red. Escuchamos discursos y los criticamos, analizamos propuestas y las compartimos, abrimos espacios nuevos de discusión, creamos estructuras sociales, participamos en marchas y protestas… En fin, somos una fuerza de proporciones inigualables y en condiciones únicas. La mesa esta puesta para ser nosotros, los jóvenes, quienes cerremos la pinza para asentar las bases del futuro del país. Nunca antes se había visto algo así. Pero las condiciones no son suficientes. Tomemos los ejemplos que personajes como Pedro Kumamoto han puesto y podremos moldear a nuestro antojo la hiperestructura que por primera vez se tambalea desde sus cimientos.

Es así que, quizá arriesgándome a ser perseguido por una turba enardecida, quisiera dar mi personalísima opinión sobre los personajes independientes que han conseguido un puesto en la administración pública. Es la acción, en mi perspectiva. Quiero decir que no son ellos (los candidatos) en sí mismos grandísimos genios, ansiados mesías o inesperados héroes nacionales. Creo que son un instrumento en el lugar indicado en el momento adecuado, rodeados de increíbles estructuras (particularmente conozco personalmente a parte del equipo de Kumamoto) que son las que deben conservar en todo momento el mérito completo. Me recuerda un poco la historia de Rosa Parks. Ella era una mujer afroamericana que se negó a ceder su asiento en el autobús a un pasajero blanco en Estados Unidos. Fue encarcelada y encendió la chispa de uno de los más grandes movimientos en defensa de los derechos civiles igualitarios. Creo que su acción tiene valor en sí misma, pero es el movimiento que le sigue (y la estructura que encendió la mecha) la que debe ser reconocida (aunque no hubiere sido ella sino otra la que tomara asiento en ese autobús).

Hace unos días un amigo me decía muy entusiasmado que tendría oportunidad de hablar con Kumamoto en persona. Lo decía como si se tratase de un astronauta que había ingresado a la madre nodriza extraterrestre, la destruía y volvía finalmente a la tierra a relatar su experiencia. Creo que es importante dar a todo su justa proporción. Yo, personalmente, buscaría a la gente que forma parte de su equipo, a los que no ganarán un sueldo como diputados locales (aún donando el 70%), a los que su nombre no aparece en los titulares… Esos son los jóvenes a que me refería. Son la mecha que mantiene la chispa encendida. Ellos son los que pueden darnos lecciones sobre cómo cambiar a México. Ellos son de los que yo personalmente, me enorgullezco de admirar.


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