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Emoción y razón

Por - 04/07/2016

Las elecciones se ganan hablando tanto a la razón como a la emoción del elector, y eso quedó demostrado en el referéndum británico

 Emoción y razón

Mucha agua está pasando por el puente del referéndum del Reino Unido. Llamados a una nueva consulta, manifestaciones de quienes se oponen a la salida de la Unión Europea, dudas acerca de la legitimidad de la parte de mayor edad del cuerpo electoral para decidir sobre el futuro de los jóvenes, etc.

Pero entre este coro plañidero, destacan quienes señalan en sesudos artículos la irracionalidad del votante británico, el error al no atender los datos que mostraban a las claras la bondad de permanecer en el concierto europeo. Culpan a los electores por haber escuchado a charlatanes, por atender a meras apelaciones emotivas ayunas de razón.

Hay que decirles a estos críticos que los pueblos, al elegir, no se equivocan.

Tras de estos lamentos muy bien informados, me parece que se esconde la ignorancia de una realidad, de algo que siempre han sabido los buenos políticos: las elecciones se ganan hablando tanto a la razón como a la emoción del elector, y normalmente apelando más a la última que a la primera.

La ecuación en el fondo no es complicada. Tome usted la percepción de un grupo social (por ejemplo, la de los pescadores ingleses que consideran disminuidos sus ingresos) muestre un culpable (las cuotas de pesca que por decisión de la Unión Europea deben obedecer los pescadores británicos) y una solución (salir del pacto europeo).

Ya tiene usted un buen y sólido apoyo. Y cuando al pescador en lo individual alguien le quiera mostrar los análisis de una importante universidad o un centro de estudios, probablemente le responda diciendo que antes vivía mejor, y que de eso no sabe el académico que hizo los análisis.

Ciertamente estoy simplificando, pero es una vía válida para demostrar que no todo es razón, sino que también nos movemos (todos) por la emoción. Una campaña o un político en contienda que no capte la emoción de los electores, se engañará pensando que ganará usando sólo argumentos racionales.

Así, no es que el pueblo del Reino Unido se haya equivocado o que se componga de electores debajo del promedio. Son personas que atienden a variedad de estímulos, y encontrar una sola explicación (del tipo “el votante se equivocó porque no entendió las cifras o la importancia del Brexit”) es no solo falso y reduccionista, sino también profundamente antidemocrático.

 


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