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El monstruo, el IV califa… 100 años

Por - 04/07/2017

Aun resuena en mis tímpanos la frase de la canción del gran Sabina: “…niño, sube a la suite dos anicetes, que hoy vamos a perder los alamares…de purísima y oro Manolete…”

 El monstruo, el IV califa… 100 años

Hoy, hace 100 años, vio la primera luz un niño que estaría llamado a permanecer en la historia del toreo por haber escrito sus más bellas páginas: MANUEL LAUREANO RODRÍGUEZ SANCHEZ.

MANOLETE como fue conocido en todo el mundo taurino, MÉXICO incluido, nació en Córdoba, ESPAÑA el 4 de julio de 1917 -misma edad que nuestro PEDRO INFANTE- y murió una aciaga tarde en Linares, Jaén el 29 de agosto de 1947; el día anterior había sido herido mortalmente por el toro ISLERO de Miiura, al entrar por derecho en la suerte de matar; el burel lo empitonó en el muslo derecho, destrozando el Triángulo de Scarpa y produciéndole una hemorragia tan intensa, que cuando fue llevado al hospital ya poco pudieron hacer por él; incluso hay versiones que señalan que su deceso fue provocado por plasma en mal estado que le trasfundieron en el hospital; y varios actores en aquel drama lo confirman: FRANCISCO CANO LORENZO “Canito” Fotografo que acompañaba a “DOMÍNGUIN”; ALVARO DOMEQ, el amigo cercanísimo, el que aconsejaba, el que llevaba las cuentas del cuerpo y el alma, como escribiera TICO MEDINA; y el Dr FERNANDO GARRIDO que operó aquella tarde al diestro cordobés…y el Dr Jiménez Guinea que había traído el plasma de Madrid; plasma sobrante de la 2a guerra mundial y que, no lo sabían los galenos, estaba en mal estado. El destino fatal y la suerte, que estaba echada…

Esa tarde MANOLETE, también conocido como EL MONSTRUO DE CÓRDOBA, partió plaza llevando como alternantes a otros dos grandes del toreo, si bien no a su altura aún, me refiero a LUIS MIGUEL DOMINGUIN -padre del cantante MIGUEL BOSÉ- y a RAFAEL VEGA DE LOS REYES motejado como GITANILLO DE TRIANA.

Aquí van algunos datos biográficos de este portento del toreo, cuyo rostro serio y triste parecían presagiar la tragedia….

MANOLETE, fue hijo de un torero con poco nombre y poca gracia y poca suerte para caminar en el mundo del tauro y menos, yantar de el; también le apodaban Manolete y de doña ANGUSTIAS SÁNCHEZ- figura señera y de grandísima influencia para su hijo MANUEL- ” Doña Angustias” así conocida, estuvo casada anteriormente con otro torero de dinastía, con LAGARTIJO CHICO; siempre mantuvo una férrea relación de tutora con su hijo, como si supiera que serían muy pocos los años que EL CRISTO DEL GRAN PODER le permitirían vivir a su hijo.

MANOLETE- IV CALIFA DE CÓRDOBA- está considerado en la historia del toreo como uno de los más grandes de todos los tiempos; con un estilo elegante y vertical, evolucionó el toreo con la muleta, toreando de frente y citando de perfil; pareciera que en su toreo se habían reunido dos expresiones máximas de la torería para dar luz a una sola y portentosa expresión: la revolución del toreo de JOSÉ GÓMEZ “JOSELITO” y la estética y pureza de JUAN BELMONTE, quizá los padres del toreo moderno.

Toreó por vez primera en Cabra, Córdoba en 1931 y 8 años después en ’39 -2 de julio- se doctoró en la REAL MAESTRANZA DE SEVILLA y ese mismo año confirmó la alternativa; para 1943 ya encabezaba el escalafón taurino en España; y la consolidación de su toreo, quizá se dio con aquel faenón que le cuajó al toro “Ratón” en la corrida de la Prensa en LAS VENTAS de Madrid.

En MÉXICO, recuerda JUAN ANTONIO DE LABRA, el IV CALIFA toreó 36 corridas en un lapso de 14 meses comprendido entre el 9 de diciembre de 1945 al 9 de febrero de 1947; el torero mexicano con quien mas veces alternó fue con SILVERIO PEREZ, lo hizo en 16 ocasiones; y la ganadería que mas toreó fue LA PUNTA en 18 corridas.

El 5 de febrero de 1946, queda en los anales de la tauromaquia mexicana, pues esa tarde se inauguró la plaza más grande del mundo: LA MÉXICO y en el cartel se leían los nombres de MANOLETE, LUIS CASTRO “EL SOLDADO” y LUIS PROCUNA, quien cortó la primera oreja concedida en ese histórico coso; los toros fueron de SAN MATEO y el de Córdoba tumbó un apéndice al toro Fresnillo. Mucho toreó MANOLETE en nuestro país y la afición se le entregó sin reservas, haciéndolo suyo y compitiendo en afectos con el torero, quizá más querido entonces y hasta hoy: el gran SILVERIO- Monarca del trincherazo torero, torerazo Azteca y Español- aquí dejó constancia plena de su entrega, pundonor y arte a raudales; y también de esa melancolía de la que pareciera nunca despojarse, desde que partía plaza hasta que el mozo de estoques recogía los avíos de torear para salir de los cosos mexicanos.

Aquella tarde de jueves 28 de agosto de 1947, la trompeta desde las alturas anunció la muerte inminente de ISLERO, diez mil silencios vibraron ante el final de una gran faena realizada a ese toro que encarnaba La Muerte Viviente, la Tormenta de Bravura y de Cólera!!.

El tiempo se detuvo por instantes eternos y la brisa de aquella tarde se escondió temerosa tras los burladeros de la plaza de Linares; el público se estremeció ante lo inminente: ISLERO esperó a su matador, quien se volcó tras su espada refulgente al sol; de pronto, el burel en movimiento poderoso hizo una herida de más de 20 cm de largo y penetró en la región inguinal rompiendo venas y arterias y vaciando la vida del TORERO en el albero de Linares; dicen los que recuerdan aun, que fue tal el grito de esas miles de gargantas que pareció ensordecer por toda la eternidad…

Fue llevado a la enfermería de la plaza donde se le practicó una operación para detener la hemorragia y luego trasladado al hospital hasta donde llegó la única mujer que hubo en su vida y a quien amó hasta la locura: LUPE SINO quien en realidad se llamaba ANTOÑITA BRONCHALES LOPE SINO, quien era aborrecida por Doña Angustias, quien la veía como ave negra en la vida de su hijo; por eso, ella y ALVARO DOMEQ, amigo y albacea del “Mataró” no la dejaron entrar al lecho de muerte, temiendo que si los dejaban solos se consumara un matrimonio en “artículo mortis” y la barragana se quedara con la fortuna del Coleta.

Que poco conocían a la mujer de la que estaba perdidamente enamorado el “Maestro”, si bien, le gustaban las pieles y las joyas, como a cualquier mujer de esa época (y de todas) y ese medio, no era una cazafortunas; tan en así, que nunca peleó nada del Coleta; cuando murió de un derrame cerebral a los 35 años, vivía en un modesto piso en la calle de Rosales en Madrid y tenía poco de haber regresado de Mexico, donde incluso se casó, durando su matrimonio mexicano apenas poco más de 1 año. Triste final para la mujer única en la vida de Manolete; ahora por fin, 5 años después de la tragedia, podrían reunirse en el cielo de los toreros; lejos de la mirada reprobatoria de Doña Angustias y del reproche silencioso de Alvaro Domecq, y sobre todo, de la mirada altanera e inquisidora de JOSÉ FLORES CAMARÁ, el apoderado y amigo fiel del “Mataor“.

Por fin, en la madrugada del viernes 29 de agosto cerraría MANOLETE esos ojos enormes, redondos, tristes y misteriosos que parecían dos ventanas abiertas a todo el dolor y melancolía del mundo; sus últimas palabras serían: “que disgusto le voy a dar a mi madre“.

MANOLETE, la tarde anterior, había caminado pausado -como solía hacerlo siempre- pero decidido al encuentro de su destino -su SINO- y lo encontró aquella tarde del verano del ’47; iba enfundado en un terno rosa y oro, muy del gusto de LUPE; terno que permanecería guardado en casa de su madre, ese palacete cordobés que Manuel había comprado para la mujer más importante de su vida…

Aun resuena en mis tímpanos la frase de la canción del gran SABINA: “…niño, sube a la suite dos anicetes, que hoy vamos a perder los alamares…de PURÍSIMA y ORO MANOLETE…”

Les invito a escucharme en www.radioonce.mx y FB de lunes a viernes, 8:30 am


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