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Con el mal no se juega

Por - 05/10/2016

No se puede aceptar ni tolerar lo que implica negar la democracia ni los derechos humanos

 Con el mal no se juega

Con el mal no se juega. Con el mal no se pacta. Con el mal no se dialoga. Con el mal no se guardan esperanzas de cambio. Con el mal no se trata de entrar en razón. Al mal se le denuncia y se le combate.

El nazismo es una doctrina pervertida. Se basa en la idea de que los seres humanos somos distintos por causa de nuestras razas, y que existe una superioridad de unas sobre otras; por tanto niega la afirmación sobre la que se asientan tanto los derechos humanos como la democracia: la igualdad entre todas las personas.

El nazismo es una doctrina pervertida. No puede ser parte de un sistema de partidos porque busca justamente su destrucción, quiere la desaparición de todas las fuerzas políticas y no duda en usar la fuerza física contra éllas; quien pertenece a otra ideología no es sino un enemigo, un traidor a la patria, debe ser exterminado.

El nazismo es una doctrina pervertida. No engaña. Es lo que es. Su postura de desprecio, humillación y exterminio es absolutamente clara, por lo que no cabe esperar que “entren en razón” “la realidad los cambie” “es sólo un discurso”.

Por eso, no es gracioso, simpático o siquiera moralmente permisible que existan grupos neonazis en México. No es una cuestión de “aceptemos su postura” “toleremos la diferencia”. No se puede aceptar ni tolerar lo que implica la negación de la persona humana. No se puede aceptar ni tolerar lo que implica negar la democracia ni los derechos humanos.

Con el mal no se juega.


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