C.C.P. Gabriel García Hernández, secretario de Organización de Morena

Si en febrero del año 2000, me hubieran contado una historia en la que el PRI iba a ser derrotado ese año en la presidencial, que el PAN gobernaría 12 años y que inmediatamente en la primera elección estaría a punto de perder por un margen menor a un uno por ciento, que el candidato de la izquierda que perdió en el 2006 sería finalmente presidente en su tercer intento pero por un partido nuevo, que el PRI iba a regresar a Los Pinos en 2012 apenas una elección después de haber caído al tercer lugar y que su retorno al poder no durarían más que un sexenio, habría pensado que quien me estaba diciendo eso tenía grandes dotes para fantasear.

Hoy Andrés Manuel López Obrador y Morena querrán escribir una nueva historia, que no culminaría en 2018, pero de desenlace igual de incierto.

Julio de 2018 quedará marcado en la historia de este país, por la figura de quien llega al poder y su proyecto confrontado con el status quo, así como por el hecho de que un partido con una antigüedad de apenas cuatro años haya logrado en su primer intento ganar la Presidencia, de la mano del liderazgo de su fundador, dirigente y luego candidato.

Sin embargo empieza a quedar claro que el proyecto de Morena no se agotó el 1 de julio pasado. Con el respaldo de una votación de más del 50 por ciento de los electores que acudieron a las urnas, un Congreso donde es mayoría en ambas cámaras, así como en más de la mitad las legislaturas locales, lo único que no tienen es la mayoría en los gobiernos estatales donde tienen sólo cinco gobernadores, para lo que parece haber un plan b que permita ejercer control en los estados que no gobierna Morena.

Las nuevas super delegaciones llamadas “Coordinaciones Estatales de Programas de Desarrollo” generarán, más que estructuras paralelas, una dependencia concentradora que aplicará los recursos federales de manera directa, algunos que antes eran ejercidos por los municipios y gobiernos estatales.

El argumento es sólido, la corrupción y el manejo irresponsable del dinero por varios mandatarios en el pasado, pero podría haber más que sólo la intención de eficientar y transparentar el gasto, sino también el posicionamiento político del partido y los propios coordinadores particularmente en los estados que no gobiernan.

Para algunos como Enrique Alfaro y Alfredo del Mazo implicará coordinarse con quienes fueron sus contrincantes por la gubernatura, mientras que en otros estados como Baja California Sur, Guerrero, Colima, Campeche, Michoacán, Nuevo León, Querétaro, San Luis Potosí y Sonora, se prevé que ciertos coordinadores, de los que a su vez Usted será su jefe, sean aspirantes para sus respectivas gubernaturas en el 2021.

Aún para los gobernadores morenistas, la creación de estas coordinaciones no debe haber sido una gran noticia, ya que representa también para ellos compartir el poder, pero quizá pudiera venirles bien ya que varios de ellos no tienen un perfil administrativo sólido.

Qué historia será la que contemos en 2021 y 2024, no lo sabemos. Pudiera ser tan descabellada como aquellas que parecían fantasiosas en 2000, pero Morena podría estar ya pensando que el 2018 sea el principio y no el final.