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Ante el malestar de la corrupción: la importancia de una Constitución

Por - 31/10/2016

En días recientes nuestro país ha sucumbido nuevamente –para variar- ante los resultados que obtiene en materia de transparencia y corrupción.

 Ante el malestar de la corrupción: la importancia de una Constitución

Universidad Anáhuac Querétaro

 

La Constitución Política de un país como el nuestro, es de suma relevancia para la existencia del mismo. Este documento formaliza e instituye la organización de un Estado, de una sociedad. Sin la existencia de la Carta Magna, el Estado no se podría estructurar y por ende la sociedad tambaleante ante la corrupción, caería en el desastre total.

Nuestra Carta Magna es el documento toral que sustenta las leyes, que rige a los individuos del territorio mexicano. Establece límites y define las relaciones entre los poderes legislativo, ejecutivo y judicial, estableciendo así las bases de la administración pública.

Es de primordial conocimiento a saber que en los primeros 29 artículos de nuestra Constitución, se garantizan y se protegen los derechos fundamentales del hombre; es decir, la ciudadanía, hacer valer la igualdad, libertad, seguridad y propiedad ante la ley. Estos artículos salvaguardan al hombre cuando la autoridad ha violado sus garantías individuales.

Desde la antigua Roma ya se conocía la importancia de la Constitución, y curiosamente también existía el flagelo de la corrupción, como mal mayor de la sociedad en evolución. La Constitución también puede tener un mal uso en su interpretación, ante “las inventadas lagunas políticas” por las cuales muchos ciudadanos y políticos se resguardan para excusarse de las faltas que comenten, involucrando y afectando el bienestar público.

En días recientes nuestro país ha sucumbido nuevamente –para variar- ante los resultados que obtiene en materia de transparencia y corrupción. Los niveles son más álgidos en comparación con una típica alarma de contingencia ambiental suscitada en la Ciudad de México. ¿Se tratará de una cortina de humo? No lo creo.

Siendo labor imperante y no discutible del Estado –desde su esencia- velar por su población al brindarle los mínimos satisfactores para su crecimiento y desarrollo, el caso de nuestro país ha sido un desastre. La incapacidad de brindar al individuo seguridad económica, educación de calidad, sistemas de salud competentes y oportunidades justas de desarrollo personal, es evidente. Entonces ¿qué nos hace falta para cambiar? Actitud.

Es imperante actuar de forma individual para que, a partir de ahí, con el buen ejemplo contagiar de valores positivos, humanos y en favor de la vida a nuestra sociedad; a nuestros vecinos, colegas del trabajo, en la escuela, en las universidades. Es conocer además en un ámbito de práctica y de demanda a nuestros gobernantes, la validez de nuestra Carta Magna. Es hacer valer nuestros derechos y velar a toda costa por un país libre de corrupción; pero también dar cumplimiento a nuestras obligaciones como ciudadanos de este gran México.

Finalmente, estimado lector, estos tiempos de zozobra de corrupción nacional, representa un área de oportunidad en la cual debemos actuar ¡ya!; no esperar a que nos lo digan los indicadores, encuestadoras o calificadoras nacionales o internacionales: depende de nosotros, y nos lo demanda y exige… nuestra Constitución.


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