AMLO. ¿El Poder tras los Poderes?

En los tiempos hegemónicos del Partido Revolucionario Institucional, PRI, al Poder Presidencial nada le era ajeno. Y nada se les escapaba, desde luego.

Su Poder era absoluto, total.

Y por este control pasaban desde la designación de la generalidad de los candidatos a gobernadores en los estados todos del país, siendo el PRI el conducto para guardar la forma política, hasta la generalidad de los candidatos a cargos federales. Y…¡Ay de aquel que se le pusiera al brinco! No al Partido, sino al “Señor Presidente”.

Esa era su hegemonía.

Si bien se medio guardaban las formas, todo mundo sabíamos de donde venía la designación. La orden – invariablemente – venía de “arriba”; el conducto podría ser cualquier sector de ese otrora poderoso partido.

Todos los gobernadores de Querétaro del siglo pasado siguieron esa ruta. Todos.

Y José Eduardo Calzada Rovirosa en este Siglo XXI, de manos del presidente Enrique Peña Nieto. Ni que.

“Pero la tentación sigue.

“Al fin hechos a imagen y semejanza de Dios, hombre y mujer perseguimos obstinadamente, a través de nuestra corta existencia, ese sueño. El sueño del poder.

“Y en la diversidad de este, se tiene una constante: ser más que los demás.

“Entonces, si la vida es competencia abierta, universal, instintiva pues, el poder – y su búsqueda – le es también inherente.

“De este, no le es ajena ni la edad, ni el género, ni la condición social.

“Aristóteles, el comienzo de su Ética, los reduce a todos a la búsqueda de la felicidad, entendida esta en el particular concepto de cada quién.

“Parte pues de su tendencia natural, lo busca por instinto, por su natural ambición.

“Poder y felicidad se confunden.

“El poder te da algún rango, algún estrato de felicidad pero no necesariamente a la inversa. Coinciden en muchos casos pero no son recíprocos. La felicidad solo se puede concretar, cercana a la plenitud, en el amor y en algún rango en el dinero, en la belleza, en la fama, en darse a los demás, en servir. El poder es más elitista. Tiende más al egoísmo. Se torna entonces en competencia, en feroz competencia”. ( Del libro “Los Ruidos del Poder” de mi autoría, páginas 10 y 11. Editorial Radar del Centro, 2008).

La cita viene a colación por la cita con la que inicié. “Pero la tentación sigue”.

Y es que en el gobierno que viene, el de AMLO, esta tentación sigue vigente.

Hasta ahora, es el virtual presidente electo quien lo está ejerciendo, como en los mejores tiempos del hegemonismo priista.

Nada parece escapársele.

Este fin de semana, AMLO tuvo a bien “nominar” al virtual senador electo Ricardo Monreal como coordinador de la bancada morenista en el Senado de la República, cuando en estricto, esta facultad compete a los 55 senadores de este partido y sus aliados que integrarán la LXIV legislatura. O bien, en todo caso, era facultad del Partido proponer y ser ratificada esta decisión por los señores senadores.

Ahora no fue así. Y sale directamente del virtual presidente electo la decisión, muy a pesar de que digan, de que repitan como estribillo que “no habrá línea”.

Y no es que sea criticada la decisión de que sea o no Monreal el coordinador – que por lo demás tiene todo el oficio y la capacidad para serlo – sino porque la forma no fue la adecuada.

¿Qué habría pasado si, en una reunión previa de los legisladores de este partido, se hubiera decidido este nombramiento? A sabiendas desde luego que venía de “arriba”. Nadie, estoy seguro de ello, se habría opuesto.

Y es que, “en la vida no hagas cosas buenas que parezcan malas”.

Este dicho es completamente aplicable a la política.

Con esto, esperemos para ver como vienen los nombramientos de los futuros candidatos a gobernadores en los estados, si bien primero están los relevos en las presidencias estatales de MORENA.

La tentación de ejercer el Poder es inaguantable.