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A mano alzada, queremos que se vaya

Por Héctor Parra - 01/07/2019

Las ideas expresadas en las columnas, así como en otros artículos de opinión, no necesariamente corresponden a la línea editorial de Códice Informativo, y solo son responsabilidad del autor.

Millones de mexicanos no piensan igual que López Obrador, por eso convocaron a la marcha de este domingo

 A mano alzada, queremos que se vaya

Foto: Archivo

Este domingo se dieron cita miles de ciudadanos en la mayoría de las capitales de los estados y otras ciudades importante en el país, en protesta por el errático e ineficiente gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

Los manifestantes gritaban en coro: “a mano alzada, queremos que se vaya”; en alusión directa a López Obrador, por medio del mecanismo “democrático” que pone en práctica el Presidente de la República, en sus mítines, cuando quiere cambiar lo que a él no le parece; su nueva democracia participativa de “botepronto”. En esta ocasión, no fue Andrés Manuel quien la aplicó, fue el “sabio pueblo”, que a gritos pedía que se vaya López Obrador.

Los presentes y los ausentes suman millones de ciudadanos que exigen la salida de la Presidencia de la República de Andrés Manuel López Obrador, debido a su errática, caótica administración pública.

A 7 meses del gobierno lopista, como nunca antes, el nuevo gobierno ha causado serios y graves problemas de toda índole al país. Aunque el Presidente afirme que no es ninguna ciencia el “arte de gobernar” y que, para él no representa ningún chiste, es muy fácil administrar un país de 120 millones de habitante, de con una extensión territorial de las más grandes del mundo, casi 2 millones de kilómetros cuadrados.

Simplista es el Presidente de la República. Sin embargo, millones de mexicanos no piensan igual que López Obrador, por eso convocaron a la marcha de este domingo; la sociedad civil se manifiesta molesta y preocupada por la incertidumbre del rumbo que lleva nuestro país.

Si bien se trata de un nuevo gobierno, de “izquierda”, que nunca se había tenido en México y que López Obrador, llama cambio de régimen, lo cierto que ese cambio está llevando peligrosamente al país, de manera por demás precipitada, al caos, a destruir instituciones, derrumbar lo construido.

Son muchas las evidencias, las pruebas que ha dado la nueva administración, que confirman la falta de sensibilidad para gobernar, nula experiencia de quienes acompañan en el gobierno al Presidente. Por algo el coordinador de la bancada de su partido en el Senado de la República, Ricardo Monreal Ávila, aseguró la semana pasada que ve solo al Presidente, no ve que lo acompañen los secretarios de estado.

Ello es evidente. Prueba de tanto error, son los problemas que constantemente generan en la administración. El caos se viene dando antes del inicio de la administración y cuando tomó protesta como presidente, el 1 de diciembre pasado.

No cesan las pifias en todos los ámbitos de la administración, en cualquier rama, sean estas administrativas, económicas, financieras, de seguridad, en educación, en salud, en economía, laboralmente; bueno, crean problemas de la nada, ahora en el tema de migración, nunca antes hubo conflicto, hoy es tema serio y de gravedad, a grado tal que Donald Trump, tuvo que intervenir; etcétera.

Están hundiendo peligrosa y vertiginosamente al país, pareciera que les urge “quebrar a México”. Además, generan confrontación entre los mismos mexicanos; López Obrador ha dividido a la población entre “buenos y malos”; ellos los buenos, el resto, que son la mayoría de los mexicanos, son los malos, por no apoyar las torpes gestiones de gobierno.

En 7 meses el crecimiento del país se ha detenido; no hay generación del empleo; las inversiones no llegan; el gobierno no gasta, recortan presupuestos y no invierten, hay subejercicio presupuestal; la inseguridad en el país se ha disparado; el sector salud sin medicamentos, sin médicos y la construcción de hospitales suspendida sin razón válida alguna.

Eliminan programas sociales de trascendencia como las estancias infantiles o el apoyo a las mujeres maltratadas; despido de miles de burócratas sin el menor decoro; construcción de mega proyectos sin destino ni soportes técnicos que los avalen, como el tren Maya, el aeropuerto de Santa Lucía o la refinería de Dos Bocas; cancelación de contratos millonarios ya adjudicadas, como el aeropuerto de Texcoco.

Exploración de pozos petroleros; renuncias prematuras de funcionarios en lo que va del sexenio; imposición de servidores públicos sin experiencia que son rechazados en el Senado de la República; subsidios sin control a la masa de votantes de Morena, disfrazados de programas sociales; pago a delincuentes para que dejen de cometer delitos (huachicoleros); inoperancia de los cuerpos policiales por temor a violar derechos humanos de los delincuentes.

Promesas populistas del presidente, como la de localizar a todos los desaparecidos; ofrecimiento de empleos a migrantes cuando no hay para los mexicanos; por inactividad en materia de seguridad pública fallecieron más de 130 “huachicoleros” en Hidalgo; órdenes presidenciales por medio de memorándum para incumplir con la Constitución; inundar con agua (bárbaros) los miles de millones de pesos de construcción del aeropuerto de Texcoco, para no dejar rastro; en etcétera.

Estos actos de “administración fraudulenta” hicieron que la sociedad civil se auto convocara para pedir, “a mano alzada” que se vaya Andrés Manuel López Obrador. Para aderezar la molestia ciudadana en contra de la nueva administración federal las últimas encuestas arrojan como resultado que el Presidente de la República, va en caída libre en las preferencias, si bien aún mantiene muchos adeptos, otros tantos han renunciado a esa adhesión que le diera 30 millones de votos.

La evidencia del enojo es clara, las cosas no son como las pinta el Presidente de la República, en sus conferencias mañaneras, en las cuales, para defender lo indefendible, siempre acota con el vano argumento de: “yo tengo otros datos”.

En contraste a la enorme molestia ciudadana, el Presidente de la República, convoca por mecanismos oficiales, a una reunión que llevará a cabo el día de mañana, 1 de julio, una gran verbena popular frente a Palacio de Gobierno, en el Zócalo, con la presencia de grupos musicales y bocadillos típicos, para atraer a sus simpatizantes, para festejar el día de su triunfo electoral.

Tan descoordinados están que, la Secretaría de Gobernación, había ordenado se difundiera el evento “garnachero” en “cadena nacional”. La aberración de comunicación social causó molestia, cancelaron la orden, lo dejaron al libre arbitrio de la dirección de comunicación.

Conclusión, el evento popular del festejo presidencial de mañana, en nada desvanecerá la enorme molestia popular por la pésima administración federal que hasta ahora ha ejercido Andrés Manuel López Obrador, quien no da muestras de pretender cambiar de rumbo, por el contrario, podría endurecerlas, multiplicar los abusos y torpezas. Mientras tanto, el clamor popular aumenta: “A mano alzada, queremos que se vaya”.

Héctor Parra


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