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Ezequiel Montes, la caída de la credibilidad

Por David Eduardo Martínez - 15/08/2017

La suspensión de la obra que ha sido ampliamente criticada por un sector de la ciudadanía abona un poco más en el descrédito y la percepción negativa de la administración de Marcos Aguilar

 Ezequiel Montes, la caída de la credibilidad

Foto: Archivo

Los vaivenes discursivos se han vuelto la marca de la casa en la administración municipal de Marcos Aguilar. Si hay algo en lo que prácticamente coincidimos todos es que las mayores debilidades de su administración provienen de la falta de desarrollo político y de una pobre comunicación institucional, que no en pocas ocasiones se ve azuzada por las temerarias declaraciones de un alcalde cada vez más incomodo con el cargo.

Mientras hace una semana Aguilar Vega se animó a decir que a sus críticos les pagan 20 mil pesos por atacarlo en redes sociales, ahora la nota es que la obra pública que se desarrolla en Ezequiel Montes será suspendida provisionalmente por la temporada de lluvias… el mismo día que bandera en manos se arrancó una obra en la calle Coahuila de la Colonia Obrera. Ezequiel Montes y Madero se han convertido en marcas de la casa, obras que representan el talante y la visión de la administración municipal. Se convirtieron en los mártires de la 2015-2018, pues ninguna otra obra o acción municipal ha recibido tantas críticas y acciones tan concretas por parte de la ciudadanía como estas. Llevarlas a buen puerto significarán en buena medida la representación del éxito o del fracaso de este gobierno.

La suspensión de esta obra, aunque de manera provisional, es un duro golpe a la credibilidad del Centro Cívico, como ya sucedió en su momento con los parquímetros, un proyecto que terminó cancelándose por condiciones externas (incumplimientos del concesionario) aunque en el trasfondo aparecen quejas y manifestaciones ciudadanas y políticas en contra de la obra. Lo inexplicable es que el anuncio se haya realizado un día después de que se decidió votar en Cabildo a favor de la obligatoriedad a los centros comerciales para que ofrezcan dos horas gratuitas de estacionamiento a sus clientes.

Esta medida, aunque criticada por el activismo en movilidad, es bien recibida por la ciudadanía pero terminó eclipsada de la agenda pública por el anuncio inmediato de la suspensión de la obra en Ezequiel Montes. Como si haberlo votado un domingo no fuera ya suficientemente dañino para convertir una idea popular en apoyo social. Por supuesto que podrían haber otras explicaciones, como la posibilidad de que el municipio haya pretendido pasar de noche la medida para los empresarios de estacionamientos y tratar de evitar de alguna manera una lluvia de amparos, aunque se antoja complicado por estos empresarios no se enteran de esas decisiones por la prensa o las redes sociales, y porque la carencia más grande que tiene en este momento Marcos Aguilar es credibilidad social. Si hay o no críticos a sueldo es algo que desconocemos, aunque no suena descabellado –lo que sí suena a locura es que les paguen 20 mil pesos, casi el doble de lo que gana un queretano promedio- pero lo que sí podemos convenir es que hay sectores, políticos y sociales, que tienen en una baja consideración al alcalde y su administración.

Los parquímetros eran una medida necesaria para mejorar la movilidad del Centro Histórico y sobre todo comenzar un proceso cultural en el que el queretano reaprenda lo que sabe y afirma sobre su relación con el espacio público. Las obras en Ezequiel Montes y Madero son importantes por ser estas vialidades de sumo interés para los queretanos y porque tienen condiciones que es imperativo modificar –los drenajes del Centro Histórico no aguantan más, sino pregúntenle a la mueblería que se encuentra en Tecnológico y que sufrió una fuerte inundación-. Ezequiel Montes en particular podría convertirse en el modelo de obra pública que prive en Querétaro en los siguientes años.

El problema es que la administración de Marcos Aguilar ha perdido la confianza y la credibilidad de los ciudadanos, en buena medida por su incapacidad de explicar sus ideas. La administración municipal que comanda Marcos Aguilar naufraga ya en el destiempo y a poco menos de un año de llegar a su fin no parece que vaya a poder cambiar mucho la percepción negativa que hoy despierta en los queretanos. Hoy conviene más que se dejen de quemar ideas para que se planteen en escenarios políticos más halagadores en el futuro. Eso sí, esto no quiere decir que la carrera política de Marcos Aguilar esté perdida.

Cuando llegue 2018, y salvo un milagro improbable en su último año de gobierno, la calificación de su administración será reprobatoria, pero su capital político, aunque mermado, sigue siendo bastante competitivo. Ya vimos que administraciones tanto estatales como municipales con percepciones más o menos positivas no significaron demasiado a la hora de enfrentar una elección. Marcos Aguilar es especialista y como candidato, su faceta más cómoda, aún puede seguir creciendo. Después habrá que ver si el queretano tiene o no memoria política.


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