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Sindicatos y gobierno, un pacto a conveniencia

Por Staff Códice Informativo - 01/05/2017

El desayuno cupular de este lunes descubrió aún más una realidad que no era muy distinta en años anteriores: los gobiernos en turno y los líderes sindicales representan muchas cosas cada 1 de mayo, menos el interés real de la clase trabajadora

 Sindicatos y gobierno, un pacto a conveniencia

Foto: K. Munguía

Y el desayuno conmemorativo del Día del Trabajo al que fue invitado el gobernador Francisco Domínguez transcurrió en paz. Para ello, hizo falta tres filtros de seguridad, celebrarlo en el recinto más inaccesible del estado y cancelar un tradicional desfile en el que miles de trabajadores marchaban frente a un templete de notables.

Sin duda, los hechos que acontecieron hace exactamente un año tienen mucho que ver con esta decisión. Los desmanes llegaron a tal punto que el gobernador tuvo que abandonar el evento antes de que este terminara. De cualquier forma, es justo pensar que el formato de este evento, de una u otra manera, tenía que ser modificado.

Se debe convenir una cosa antes que nada. Aunque no se debe ser ingenuo y pensar que el gobierno del estado no tiene absolutamente nada que ver con la organización de esta celebración, lo cierto es que de manera formal quienes deciden cómo llevarla a cabo son las cúpulas sindicalistas y laborales de Querétaro.

Esas que daban su anuencia para la celebración de desfiles que durante muchos años no hicieron otra cosa que rendir pleitesía al rey, ahora accedieron sin chistar a un formato desangelado, muy conveniente para los intereses del Ejecutivo estatal, y que tampoco representa los intereses de la verdadera clase trabajadora.

Lo que no cambió este año en referencia a los pasados es que las celebraciones del 1 de mayo son espectáculos políticos que pretenden sacar a relucir la mejor versión de quienes ostentan el poder: el gobierno en turno, que celebra la tan preciada “paz laboral”, y las cúpulas sindicales que hacen gala de su capacidad de movilización y su control de masas.

Una verdadera conmemoración del 1 de mayo debería de carecer, en principio de cuentas, de la anuencia o la “bendición” política del gobierno en turno. Tendría que ser un evento en el que la clase trabajadora ponga el dedo en el renglón sobre todos los temas que le aquejan y señalar a las instituciones responsables para darles solución; desde los distintos órdenes de gobierno hasta el empresariado mexicano, pasando también por un sindicalismo rancio que hace tiempo dejó de representar de manera desinteresada a los trabajadores y que hoy administra su propia cuota de poder.

En años pasados, incluso, era común escuchar historias de trabajadores obligados por sus sindicatos para acudir a los desfiles más en tono de agradecimiento que de exigencia. ¿Y qué pensar de los spots de radio y televisión en los que se celebra con caravana los nombres de los líderes sindicales, muchos de ellos de añeja monta, en evidente signo de cargada política? Los sindicatos son, en su conformación actual, las instituciones más representativas del pasado autoritario y unipartidista de México, y son cada vez menos garantes de ser un canal para levantar las voces de sus trabajadores.

Este año el cambio de formato reveló, más que en el pasado, esa preocupante dinámica entre el poder político y el poder sindical que se amalgama a conveniencia. Lo sucedió este lunes fue más elocuente, pero no enteramente distinto.

El desayuno en el Querétaro Centro de Congresos (QCC) fue un éxito, tal vez, para quienes simplemente esperaban contar con una jornada tranquila. Pero el termómetro social sigue subiendo su temperatura y afuera, en las calles, en los hogares de los mexicanos trabajadores, la molestia y la desazón siguen en ascenso.

Conmemoraciones como las de todos los 1 de mayo son oportunidades para liberar esas tensiones y guiar la protesta por cauces institucionales. La celebración matutina a puerta cerrada del 1 de mayo de 2017, sin duda, no tuvo ese efecto y por lo pronto ya dejó una postal que acechará al resto de la administración: la de un gobernador y una cúpula sindical lejanos a la sociedad. En la forma y en el fondo.


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