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Un antes y un después

Por Héctor Parra - 27/04/2015

Las ideas expresadas en las columnas, así como en otros artículos de opinión, no necesariamente corresponden a la línea editorial de Códice Informativo, y solo son responsabilidad del autor.

Una vez más la Legislatura del Estado cambia de domicilio. No hace muchos años la XLVII Legislatura se instalaba en su nuevo domicilio; ya antiguo […]

 Un antes y un después

Una vez más la Legislatura del Estado cambia de domicilio. No hace muchos años la XLVII Legislatura se instalaba en su nuevo domicilio; ya antiguo domicilio, 5 de Mayo, esquina con Pasteur, vetusto inmueble rescatado por el Gobernador Rafael Camacho Guzmán. Por fin tenían su propia casa los 13 diputados de mayoría relativa y los incipientes de representación proporcional.

Los diputados habían dejado de ocupar el Teatro de la República, lugar en el que sesionaban y apenas un par de oficinas ocupaba su área administrativa. El gobierno de Don Rafael Camacho mandó amueblar el nuevo espacio de trabajo legislativo; aunque entonces ese “irreverente” gobernante llegara a afirmar que los diputados solo servían para levantar la mano. Y tal vez no le faltaba razón.

El domicilio que deja la LVII Legislatura albergaba a todos los diputados y personal administrativo, incluso a quienes laboraban en la Contaduría Mayor de Hacienda. No eran muchos los empleados de entonces. Vendrán los anécdotas como aquel suscitado entre Francisco Perrusquía Nieves (PRI), quien diera de puntapiés a su homólogo Alfredo Oropeza García (PAN), bajando de la tribuna. O en donde se diera muerte a una mujer por parte de uno de los empleados de vigilancia, quien para ocultar el cuerpo lo escondió en el aljibe, lugar en donde se almacena el agua para todos, quienes por supuesto hacían uso de agua contaminada.

Cómo olvidar que en el “viejo” inmueble estaban las cenizas de Doña Josefa Vergara y Hernández, que se depositaron en la Iglesia por la Señora Leonor Rodríguez Álvarez; o que “espantan” por las noches –verídico-. Total que el personal de la Legislatura a través de los años ha seguido aumentando y hubo la necesidad de rentar inmuebles para dar cupo a unos y a otros. Los legisladores empezaron a reclamar mayores instrumentos de trabajo, auxiliares, ayudantes, choferes, mensajeros, direcciones, departamentos, etcétera; y mucho dinero; a grado tal que hubo necesidad de mandar construir un nuevo inmueble para dar cabida a todos; excepto a quienes trabajan para la Entidad Superior de Fiscalización, siguen rentando

Don Rafael Camacho no escatimó en gastos, dejó muebles de lujo para los diputados locales. Solo espero no se vayan a perder –como ha sucedido frecuentemente- sillas, escritorios y mesa de trabajo, tienen ya su valor histórico y económico por supuesto. Existe un inventario detallado de todos los muebles de madera que hay –o había-, en ese inmueble, aun conservo copia del inventario. Baste recordar que eso sucedió cuando se rehabilitaron inmuebles como el Palacio de la Corregidora, desde la puerta principal de la entrada hasta las rejas de la antigua cárcel desaparecieron.

En el inmueble que dejó la LVII Legislatura, bajo presiones políticas del grupo parlamentario del PAN en la LI Legislatura, el gobernador Enrique Burgos García, se vio en la necesidad de rendir sus dos últimos informes de gobierno en ese reducido lugar. Apenas si podían albergar a 50 personas en galerías; y otras tantas en el incómodo patio que se habilitaba para la recepción de invitados y en donde se realizaron los honores a la Bandera Nacional. El pretexto de los panistas fue que esos eventos eran muy costosos y de promoción política. Ignacio Loyola Vera, gobernador panista lo secundó, pero no aguantó y con el apoyo de legisladores volvieron a los grandes eventos sociopolíticos que significan los informes de gobierno.

De ese inmueble que ha dejado de ser el domicilio oficial del Poder Legislativo y que no hubo Decreto ordenando la devolución del inmueble a su dueño, simplemente se fueron para otro inmueble mucho más grande; de ahí salió año con año la Bandera del Batallón “Ligeros de Querétaro”, para conmemorar el “Grito de Independencia”;  la escolta la componían los mismos diputados y era entregada al gobernador en turno en el Palacio de la Corregidora; Bandera que por Decreto no pude volver a salir en ceremonia alguna por el deterioro que ha sufrido con el paso del tiempo; Bandera que fuera condecorada por varios países como la URSS, por su participación en la Batalla del 5 de Mayo, de 1862, en los Fuertes de Loreto y Guadalupe.

Leyendo el Decreto, de fecha 11 de febrero pasado, publicado en el Periódico Oficial “La Sombra de Arteaga”, el 17 de abril, en el que se ordena el traslado de los objetos de valor simbólico que fueron instalados en el antiguo domicilio, no se encuentra artículo alguno que defina el paradero del Escudo del Estado de Querétaro, obra que fuera tallada en fina madera de caoba por las hábiles y artísticas manos del Profesor Agustín Rivera, a quien se le encomendó esa obra de arte. Ese escudo ya es patrimonio del Poder Legislativo y debe preservarse, evitar que en el traslado se llegue a perder. O el mismo reloj que fue colocado al frente de la Mesa Directiva para conocer la hora exacta de las sesiones, cubierto con madera.

Once Legislaturas trabajaron en el inmueble que, por insuficiencia de espacio, dejan los actuales diputados, quienes serán recordados como el antes y el después de una nueva época. Ahora legislarán en el inmueble ubicado en Fray Luis de León número 2990, Centro Sur. En el lugar que dejan los legisladores, se recordará como anécdota histórica, cuando el entonces coordinador de los panistas Ricardo Anaya, equivocó la estrategia y abandonó junto con su bancada, la sesión en la que fueron nombrados los consejeros electorales.

En ese lugar se recordará que ahí fueron aprobados todos los empréstitos que pidieron los ayuntamientos y el mismo Gobierno del Estado. Ahí se aprobó la abrogación de la Contaduría Mayor de Hacienda y la Creación de todos los organismos constitucionalmente autónomos que hoy existen. Mucha historia se escribió en el interior en el inmueble que ha dejado de ser el domicilio oficial de la Legislatura estatal.

Muchos comentarios y sugerencias he recibido sobre el inmueble que hoy queda vacío. La mayoría coinciden en que hubiera sido bueno crear un museo legislativo. El inmueble lo vale, sobre todo porque ahí se inscribió parte de la historia de los queretanos, buena o mala, ahí se crearon, reformaron, derogaron y abrogaron infinidad de leyes. Sin embargo todo indica –hasta ahora- que será ocupado por oficinas del Poder Judicial, quienes ya desesperados esperan abordar un espacio más en ese valioso lugar histórico de nuestra bella Ciudad de Santiago de Querétaro.

Héctor Parra


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