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Siguen los putarracazos

Por - 18/11/2014

Los hechos son persuasores intrínsecos, incluso cuando se presentan simplemente como simples hechos y se invita al público a sacar sus propias conclusiones. Talcot Parsons […]

 Siguen los putarracazos

Los hechos son persuasores intrínsecos, incluso cuando se presentan simplemente como simples hechos y se invita al público a sacar sus propias conclusiones.
Talcot Parsons (1967).

Apareció un nuevo audio en donde presuntamente se escuchan las voces de Abel Magaña y Sergio Arturo Venegas discutiendo cómo “hacer camita” para el eventual desprestigio de un grupo de panistas en la Entidad.

Semanas antes el escandaloso “putarraco” acaparó los comentarios en las redes sociales, y debo destacar esto último porque fueron pocos los medios tradicionales que se atrevieron a tocar el tema en donde se pone en evidencia las oscuras relaciones entre gobierno estatal y algunos medios de comunicación.

Más de un usuario ha destacado el tema acusando a los medios de comunicación y a los “periodistas” de ser cómplices de las manipulaciones del Estado, de la guerra sucia. Acusaciones que adjetivan de forma generalizada al gremio periodístico.
Me parece que en estos “escándalos” hay al menos dos trincheras que habrá que analizar. La primera tiene que ver con el ejercicio periodístico. En periodismo, existe una figura poco conocida pero muy odiada por quienes estamos en el “ambiente”. El famoso portero o gaterkeeper. Esta figura, se encarga de “filtrar”, de seleccionar la información que podrá ser publicada y la forma en cómo será publicada.

Se encarga de decir qué, cómo y cuándo una información se comparte o no. En una redacción hay muchos “porteros”: primero el propio reportero quien inevitablemente aplica una especie de “autocensura” y escoge las informaciones que está casi seguro le va a aceptar su jefe de información. Después sigue precisamente el jefe de información y en algunas ocasiones, incluso el gerente o dueño del medio de comunicación decide sobre lo que es publicable o no de acuerdo a su criterio personal o de intereses muchas veces económicos o políticos.

Decir o no las cosas como realmente sucedieron, no es un asunto de reporteros. El periodismo depende de la construcción o reconstrucción de acontecimientos que rompen con el cotidiano pero el negocio de los medios de comunicación no está en informar. 

En Querétaro, igual que en muchas partes de la República Mexicana, los medios de comunicación se han convertido más en agencias de publicidad o de colocación de “recados” políticos. La información va dirigida a un grupo selecto que se hace llamar “el círculo rojo” y que está compuesto por políticos, empresarios interesados en la política y los propios representantes de los medios de comunicación.

Pero la gente, el ciudadano de a pie, no siempre está interesado en los temas de la agenda mediática. Pero de igual manera, los consume, porque no hay más.

No hay más porque hay mucho más. Hay intereses económicos cristalizados en jugosos contratos publicitarios entre gobiernos estatales y municipales que se convierten en moneda de cambio en el manejo de la información.

Y es aquí en donde caemos en la otra trinchera. La del gobierno estatal que desde una oficina de comunicación pretende controlar lo que hacen, dicen o escriben los reporteros que pertenecen a esas empresas informativas. Y está bien, finalmente es el trabajo de un coordinador de comunicación social, posicionar de la mejor manera a su jefe ya sea el gobernador o un presidente municipal.

¿Quién tiene la culpa del manejo editorial de la información en los medios locales? Evidentemente el reportero no. O no siempre. La relación que los medios han construido con el gobierno estatal y el resto de las alcaldías, está basada en el dinero, en los contratos publicitarios y no en la responsabilidad obligada y civil de informar a la ciudadanía los hechos que “rompen con el cotidiano”.

Y la responsabilidad de ese manejo financiero de la información es de los dueños de las empresas. Lo que ha olvidado el coordinador de comunicación social es que cuando el dinero es el motivo, siempre habrá un mejor postor. Y en el 2015, habrá muchos postores que segura estoy, estarán dispuestos a ofrecer lo que sea, para emparejar la “guerra sucia” que tanto se pronostica. 

El control mediático a cargo del estado y su estrategia de “aguja hipodérmica” se ha visto rebasado por algún resentido que hará lo que sea para poner en evidencia lo que ya todos sabíamos pero que todos callábamos: en Querétaro, la información tiene precio. Y entre más costosa sea la factura publicitaria, más maquillaje tendrá la nota periodística.

Así es el juego de las empresas. Pero el juego de la información, casi siempre se pone en evidencia con el paso del tiempo y es ahí, cuando la factura de la credibilidad se cobra y a muy buen precio.


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