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Ni beneficia ni perjudica, sino todo lo contrario

Por Héctor Parra - 26/11/2014

Las ideas expresadas en las columnas, así como en otros artículos de opinión, no necesariamente corresponden a la línea editorial de Códice Informativo, y solo son responsabilidad del autor.

Hace algunos ayeres el entonces Presidente de la República, Luis Echeverría Álvarez, en uno de sus memorables discursos argumentó: “…ni me beneficia ni me perjudica, […]

 Ni beneficia ni perjudica, sino todo lo contrario

Hace algunos ayeres el entonces Presidente de la República, Luis Echeverría Álvarez, en uno de sus memorables discursos argumentó: “…ni me beneficia ni me perjudica, sino todo lo contrario”. A “n” años de distancia la salida de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano -de su segundo partido- es exactamente eso, al PRD ni le beneficia ni le perjudica la salida de Cuau.

La historia nos da la respuesta de lo que ha sucedido con la izquierda mexicana, su principal característica es la división entre las distintas fuerzas que conforman la izquierda. El PRI así se integró en las épocas posteriores a la revolución mexicana, la unión de distintas fuerzas de izquierda que amalgamaron las inconformidades, que sumaron los desequilibrios sociales, que unieron a las clases desprotegidas producto de la revolución.

Casi a cien años de distancia la izquierda mexicana sigue siendo la misma, dividida en su esencia. Lo mismo sucedió en otras latitudes del hemisferio, por eso fracasó en Rusia y en otros países. La única izquierda que se mantiene “unida” es en Cuba, pero más como un sistema represivo que un sistema democrático en el que se deposita la voluntad popular en el mismo pueblo. El resto ha fracasado.

Este 25 de noviembre Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, decidió dejar las filas del PRD, el partido quien había amalgamado a las fuerzas de la izquierda mexicana. Primero lo hizo AMLO, quien por la ambición del poder abandonó al PRD para constituir el partido político de su propiedad que le permitiera manejar a su antojo las candidaturas a cargos de elección popular; no le importaron los principios políticos de la izquierda, no, solo pensó en los beneficios del poder político.

Ahora Cuauhtémoc Cárdenas, creador del PRD, ex priista, después de casi 30 años de militancia izquierdista, acostumbrado a los caprichos y al manejo del poder desde que fuera hijo de un Presidente de la República Mexicana, pidió la renuncia del dirigente nacional del PRD, emanado de un proceso democrático legítimo, para que él volviera a ser considerado líder moral de ese partido, pretendía erigirse dirigente del PRD, con la renuncia de Carlos Navarrete. Éste rechazó sus pretensiones mesiánicas del hijo del “Tata”.

Cuauhtémoc Cárdenas no encontró eco a sus pretensiones mesiánicas y decidió dejar las filas del PRD. Dijo: me voy solo. Hasta ahora no hay desbandada, como hubiera pretendido otro mesiánico: AMLO. No han logrado destruir al PRD. Sin embargo resulta preocupante lo que sucede con la izquierda mexicana después de los sucesos de Ayotzinapa, en los que el PRD se ha visto involucrado en hechos delictivos, los invadió la delincuencia hasta la médula. Pero no es la regla, es más bien la excepción, no todos los perredistas son malos, no es característica de la izquierda la maldad.

Cárdenas se fue solo y solo se quedó. Ahora queda al PRD consolidar, al menos, los poco más de cuatro millones de militantes. El PRD seguramente cooptará el mayor número de votos de la izquierda en la próxima elección, el problema será para las rémoras como MC y PT que no hayan qué rumbo seguir dentro de las filas de las izquierdas mexicana. El PRD sigue vivo y con la suficiente fuerza para darle el triunfo a un buen número de candidatos sin necesidad de cargar con un líder moral que ya era un estorbo.

Héctor Parra


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