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Las tres manifestaciones

Por Héctor Parra - 21/11/2014

Las ideas expresadas en las columnas, así como en otros artículos de opinión, no necesariamente corresponden a la línea editorial de Códice Informativo, y solo son responsabilidad del autor.

Una vez más observamos el 20 de noviembre, la clara división y pretensión de la masa de manifestantes; los buenos en busca de justicia por […]

 Las tres manifestaciones

Una vez más observamos el 20 de noviembre, la clara división y pretensión de la masa de manifestantes; los buenos en busca de justicia por los desaparecidos y demandas semejantes; otros con pretensiones eminentemente políticas que llegan al extremo de pedir la renuncia del Presidente de la República; y los belicosos, los violentos, aquellos etiquetados como anarcos.

El tumulto de las tres marchas, la masa de miles que son los buenos, aquellos que se congregaron en la plancha de la Plaza de la Constitución, es la que arrasa, es la enorme mayoría, la que ha logrado simpatías a favor de la causa de las familias de los desaparecidos; aquellos millones de mexicanos que sin estar presentes demandan lo mismo: justicia, alto a la impunidad. 

En varios Estados de la República Mexicana hubo réplica de las manifestaciones pacíficas, con la misma exigencia: la aparición de los desaparecidos. No sorprenden las marchas en el DF, lugar en el cual da la impresión de ser “profesionales” en las movilizaciones, podría asegurarse que más de alguno vive de ellas, parece que les pagan y es que no hay día en que no se manifiesten en el DF. Sin embargo no sucede lo mismo en los Estados, allá son muy esporádicas, de ahí lo trascendente de las manifestaciones pues la suma de todas era una, con la misma petición a los gobiernos, exigir justicia y un paro a la impunidad.

La segunda manifestación, fue aquella integrada por personas que se oponen a todas las acciones del gobierno de Enrique Peña; que aprovecha cualquier coyuntura para hacerse presentes, los resentidos que no asimilan la derrota electoral del 2012 y prácticamente odian al Presidente de la República. Las expresiones radicales e intolerantes que rayan en lo soez, se pueden leer mucho antes de lo acontecido en Iguala, principalmente en las redes sociales y varios medios de comunicación plenamente identificados como parte de esa “oposición sistemática e irracional”, todo critican y nada proponen. Estos “colados” fueron pocos, literalmente “desaparecidos” por el grueso de los manifestantes de buena fe que demandan justicia.

Los de la tercera marcha, los violentos, los agresivos, los anárquicos. En esta ocasión fueron aislados, plenamente identificados y rechazados por los miles de manifestantes que pacíficamente marchaban hacia el Zócalo capitalino; no en balde el Secretario de Seguridad Pública del DF, dijo que estos tipos “tiran a matar”; son violentos; los buenos gritaban constantemente: “sin violencia”; algunos aceptaron quitarse los trapos con los que ocultan su identidad; otros no, los más agresivos buscaron la provocación, el enfrentamiento con las fuerzas de seguridad local y federal, incluso con personal militar; cerca del aeropuerto fueron “acorralados” e inhabilitados, les quitaron “armas”.

Mientras tanto el gobierno de la República continúa haciendo todo lo que técnica, científica y legalmente es posible para dar con el paradero de los estudiantes desaparecidos; hay ya muchos detenidos, otros cuerpos de víctimas encontrados, pero nada en relación con los normalistas. Cualquiera que sea el desenlace, es urgente la conclusión del asunto que altera la relativa tranquilidad y ensombrece el plan de desarrollo de la economía nacional, entorpece el avance de las reformas estructurales y preocupa a los responsables de las instituciones electorales; aprovechan los insurrectos para promover violencia y generar desestabilización, hechos que rechazan millones de mexicanos. ¡Urge restablecer el estado de derecho!

Héctor Parra


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