El cambio

En plena Avenida Constituyentes Oriente  se ven cruzar, presurosos, a un grupo de jovencitos.

Son seis, tal vez siete.

A mitad del camellón, algo se dicen. Portan en sus manos alguna información. Visten playeras iguales todas, blancas, con el logotipo del PRI.

Al acercarse a la banqueta que tenían en frente, veo que, sin distinguirse de los demás, una de estas personas es la candidata de ese partido al quinto distrito.

A Mariana Ortiz la calle -la realidad- la ha cambiado en unos cuantos días. La ha hecho una persona más sensible, tal vez comprometida.

– ¿Qué es lo que más te piden en tus recorridos?, le pregunto.

– En Querétaro, a muchas las familias, les angustia la falta de trabajo.

Y me platica que un joven, casi de su misma edad, había ya terminado la escuela de educación superior y no encontraba donde trabajar.

-Es angustiante-, me dice.

Había coincidido con la candidata un día antes, en el evento que la CTM le armó al Dr. César Camacho Quiroz.

A unos cuantos pasos de la mesa principal -la de Camacho- se arma una improvisada conversación. A su lado, Stuardo Llamas, este sí -literal- de casa. También es candidato al congreso local por el primer distrito. Dicen ambos que van a ganar.

Mariana apenas si pica las carnitas que sirvieron.

Le pregunte sobre su origen político y quién la había “invitado” para ser candidata.

– Pues… Ricardo Astudillo, del Partido Verde.

De la pared del auditorio cetemista, colgaban grandes mantas de Roberto… de Manuel. Había sin embargo, algunas tres modestas mantas  de menor tamaño de Mariana, en las que predomina el color Verde, como el de su Partido.

– No -le pregunto- el primero que te dijo que ibas a ser candidata.

– Pues… Ricardo y el líder nacional del Partido verde, Escobar.

– ¿Qué fue lo te dijeron?

– Que yo daba el perfil y me preguntaron que si quería ser diputada. Les dije que sí.

La pregunta, reiterada, es porque de esta agraciada jovencita se presume que fue José Calzada quién la impulsó.

Su respuesta no variaba. No varió. Y me dijo que a José Calzada solo le avisó cuando fue a pedirle permiso para dejar el cargo como Secretaria de la Juventud, que apenas el año pasado le fuera otorgado. “Adelante”, le dijo Pepe.

Este distrito, el quinto, es uno de los distritos queretanos-queretanos. Su bisabuelo -el Dr. Esteban Paulín- fue además de una eminencia en la medicina del siglo pasado en Querétaro, una persona estimada, conocida y respetada por todos.

Y Mariana ahora retoma la responsabilidad del apellido. Su madre es Angelita Paulín, quién en su nueva vocación -la de la política- todo le apoya.

Cerca de la mesa donde platicamos -a unos cuantos metros de la principal- era notorio y notable, el reloj de pulsera de César Camacho. “El señor de los relojes” le dijo Pancho Domínguez en una entrevista  al referirse al líder nacional del priismo. Un fotógrafo y periodista local, había captado solamente la muñeca izquierda de Camacho Quiroz, donde porta el reloj. Al centro de este -sin notarse la marca- lleva el logo del PRI.

Mariana no es ostentosa ni en el vestir, ni en las pocas joyas que lleva.

En campaña, ya la vimos en la Avenida Constituyentes, lleva jeans y su pelo suelto, sin ser desalineado. Al cuello, le cuelga una discreta y delgada cadena que porta una medallita de la virgen de Guadalupe. En su mano izquierda, un par de discretas pulseras. En esa misma mano, un par de anillos.

Me dice, convencida, que ganará. Y recorre a diario su distrito, las calles de esta ciudad.

– Siento la necesidad -me dice- de dignificar la desgastada figura del diputado.

La noto auténtica y preocupada por los jóvenes, en particular por los que no encuentran trabajo. Y en eso anda.

– Por mí y por ganas en mi campaña, no quedará.

Mariana es una joven que está conociendo la realidad de muchas familias queretanas.

La campaña, por lo pronto,  la ha comenzado a cambiar.