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Decisiones, decisiones…

Por - 26/03/2015

Es una cosa seria eso de las decisiones. Y no me refiero específicamente a alguna clase o tipo. Es solo que somos seres que,  inherentemente […]

 Decisiones, decisiones…

Es una cosa seria eso de las decisiones. Y no me refiero específicamente a alguna clase o tipo. Es solo que somos seres que,  inherentemente y en ejercicio de nuestra autoproclamada independencia, hemos asumido un papel decisorio en todos los aspectos de la vida. Y así es como hemos creado sociedades conformadas por miles de complejos narcisistas conviviendo unos con los otros. Y ese asunto es incluso más serio cuando se tiene el poder para imponer a otros lo que se decide. Y es en ese pedestal cuando más daño o bien se puede causar.

Hace unos días discutía con un grupo de amigos sobre la idoneidad de la democracia para gobernar un país. Alguno de ellos opinaba que el único remedio para un país ordenado era la monarquía donde uno ordena y los demás deben alinearse. Otros opinaban que debía dejarse al pueblo la facultad de autogobernarse. En fin, una serie de opiniones volaban de un lado a otro sobre una mesa poblada de vasos y colillas de cigarro. Y es entonces que uno puede darse cuenta de cuán difícil resulta encontrar un acuerdo entre tantos espejos.

Es así que la democracia, por un análisis de ponderación, resulta el “menos peor” de los sistemas políticos pues pretende la participación del mayor número de elementos a través de la representación indirecta de sus intereses. Pero volviendo al tema de las decisiones, algo sí resulta relevante y es la oportunidad para la emisión de una decisión. Sin un afán de integrarme al espiral de opiniones sobre el tema MVS/Aristegui hay algo que me parece relevante. Y es que no se trata de si fue justificada o no la separación del cargo de la aclamada periodista, es la elección del momento lo que verdaderamente intriga. Porque en un país que atraviesa penosamente por el pantanoso rumbo de descontento, es sorprendente que se ejecute una decisión de tales repercusiones así como así. Y es que definitivamente no es el contenido de la resolución sino el momento lo que la hace buena o mala.

Permítanme tomar un ejemplo burdo para ponerlo todo en perspectiva. Pensemos en un eructo. ¿Ahora me doy a entender? El momento lo es todo. Y ya que entramos al tema de cosas desagradables creo que, además de la oportunidad para decidir algo, es vital sostenerlo en el paso del tiempo. Coherencia, se llama. Y es en ese sentido que videos como a los que penosamente nos han acostumbrado los estudiantes del Instituto Cumbres nos dejan boquiabiertos (refiriéndome específicamente a su infame última producción).

En fin, esto de las decisiones me parece no solo apropiado sino oportuno, auto empleando mi teoría, con las elecciones en puerta. Como decía, se vuelve cosa seria adoptar una postura y ser coherente con ella. Y más en este México (y es aquí donde quienes siguen leyendo comprenden la relación entre decisiones, democracia y coherencia). Seamos lo que nuestro país demanda de nosotros.


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