×

Busquedas Populares


×

Opinión



Secciones




Corrupción

Por - 09/12/2014

Hoy es el Día Internacional contra la Corrupción. Me parece que vale la pena destacarlo debido a las circunstancias sociales que aquejan a nuestro país. […]

 Corrupción

Hoy es el Día Internacional contra la Corrupción. Me parece que vale la pena destacarlo debido a las circunstancias sociales que aquejan a nuestro país.

Esta palabra, según la Real Academia de la Lengua tiene varios significados, de ellos destaco los siguientes:

-Echar a perder, depravar, dañar, pudrir.

-Sobornar a alguien con dádivas o de otra manera

-Pervertir o seducir a alguien.

Pues bien, todos esos significados lamentablemente forman parte de la realidad en México, y han sido el origen de problemáticas mayores como el caso #Ayotzinapa, donde los cuerpos de seguridad y autoridades municipales estaban corrompidas por grupos del crimen organizado, presuntamente.

La corrupción, aunque nos duela, está arraigada en el folklor mexicano. Desde la frase popular de “el que no transa no avanza”, hasta el dicho juarista de “A los amigos, justicia y gracias; a los enemigos, justicia a secas”, que tiene de fondo un sesgo de corrupción e impunidad.

Pero la corrupción no sólo se queda en las frases, las encuestas también dan cuenta de ello, específicamente la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental 2013 (ENCIG), realizada por el INEGI.

En México, 88 % de las personas opinan que en su entidad, las prácticas de corrupción son entre frecuentes y muy frecuentes, según la ENCIG. En Querétaro, la cifra es menor, se ubica en 65%, sin embargo, ese número tampoco debe hacernos sentir mejor a los que vivimos en esta entidad. Al final de cuentas, esta práctica está presente.

Según esta misma encuesta, los sectores donde se presentan con más frecuencia las prácticas de corrupción en México son: policías con 89.7%, partidos políticos con 84.4%, ministerios públicos con 78.4 por ciento, gobiernos estatales con 77.2 y diputados y senadores con 77%.

Estas cifras, sin duda, son un reflejo de las circunstancias que vive nuestro país en materia de seguridad, procuración de justicia; y de credibilidad de la clase política.

Y vale recordarlo, son de 2013, cuando aún no se sabían casos como el de los cuerpos de seguridad municipales corrompidos en varias regiones de Guerrero o las acusaciones de moches en la Cámara de Diputados, por señalar sólo algunos.

Lo peor de todo es que cada vez es más frecuente conocer de cerca historias de servidores públicos que en poco tiempo incrementan su patrimonio, con la adquisición de inmuebles de manera sorprendente para el monto de su salario, o de la existencia de empresas fantasmas que se convierten en proveedoras de la administración pública con contratos millonarios; y/o licitaciones a modo a empresas amigas o hasta de familiares. Sobra decir de los casos reportados por las auditorías, de contratos de productos y servicios que pagan las administraciones públicas municipales, estatales y federales con sobreprecios; en los que además dan gato por liebre.

Me parece que la corrupción no sólo se combate con Fiscalías sexenales. Al final de cuentas, existe todo un aparato burocrático que se encarga de revisar la actuación de los funcionarios públicos, así como el manejo de recursos públicos.

La corrupción, además, se puede prevenir con educación, ética y con el cumplimiento de la ley a secas, sin amistades, compadrazgos o influyentismo; y no sólo durante un día.


Otras notas



De nuestra red editorial