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La represión, a detalle (Segunda parte)

Por Andrés González - 14/04/2014

Las ideas expresadas en las columnas, así como en otros artículos de opinión, no necesariamente corresponden a la línea editorial de Códice Informativo, y solo son responsabilidad del autor.

Cuando los del grupo “Francisco Villa” rodearon parte del circular estrado, Cristina toma a la pequeña Frida de la mano y se trasladan a la […]

 La represión, a detalle (Segunda parte)

Cuando los del grupo “Francisco Villa” rodearon parte del circular estrado, Cristina toma a la pequeña Frida de la mano y se trasladan a la parte norte, al pie del mismo estrado.

Ya con Diego Foyo en el uso de la palabra -daba su primer informe legislativo- tanto Cristina como la pequeña Frida -su hija- mantienen en alto las cartulinas que improvisadamente habían escrito.

Entonces, Cristina se acerca más al estrado y casi se inca mostrando su cartulina. En tanto, la pequeña Frida se aleja un par de metros de su madre para seguir mostrando su cartulina al resto de la asistencia.

Sin darse cuenta, es que un chamaco casi corriendo va y se la arrebata de sus manos y se lleva esta cartulina. La pequeña Frida se sorprende y acude a comentarle a Cristina. Algo le dice, pero Frida venía molesta de impotencia porque le habían arrebatado su cartulina. Tan molesta se notó que da un pequeño puntapié al estrado como para descargar su enojo. Tiene casta. También le muestra el anverso de su mano derecha que tenía ya roja por el jalón que le dieron a su cartulina.

Ante esto, Cristina se mantiene con la cartulina rota entre sus manos y le dice a Frida que no se separe ya de ella. A su lado, como para protegerla, se acerca un joven de camisa roja que algo le dice. Dialogan.

Así pasaron casi los quince minutos.

En eso, aparece en la escena el joven Luis Alberto Reyes Juárez sin dos botones de enfrente de su camisa. Además, toda la parte trasera del lado izquierdo de su espalda la llevaba sucia, con muestras visibles de haber sido aventado al piso.

– ¿Dónde estabas?¿Que te pasó? Le pregunta Cristina, quién es además su esposa.

Pero Luis Alberto le pregunta por Frida, la pequeña hija de ambos. Algo le dice Cristina pero le repite que está bien.

– Pero a ti ¿Dime que te pasó? Mira como vienes.

– Nada, solo que los elementos de seguridad privada de allá afuera, me sacaron hasta dos veces. Me sacaron a empellones – y le muestra moretones que traía en el brazo derecho – pero me les regresé y logré esquivarlos. Y aquí estoy. A ver, préstame las cartulinas.

Y Luis Alberto  de pie y viendo hacia el estrado, donde hablaba Diego Foyo, muestra las cartulinas. Nada dice y ni siquiera increpa al orador, que iba tendido ya hable y hable de sus “realizaciones”.

Con las manos en alto, sigue mostrando la cartulina rota. Joel Curiel, uno de sus compañeros de militancia, algo le dice al oído.

– No, ya déjame aquí, si me muevo, me van a sacar de nuevo.

Y ahí se queda.

En tanto, Diego Foyo ya picado, daba cuenta de tooodo lo realizado. Al pie del circular estrado, uno de los auxiliares de su staff, que vestía camisa roja con pequeñas rayas blancas, va y busca a una niña de las que venían con el grupo de mujeres de la “Francisco Villa”. Le entrega una rosa, algo le dice. Acto seguido, la pequeña se sube al estrado y va con inocencia a entregarle la rosa a Diego. Este la abraza y posa para la foto.

Pero para entonces, Luis Alberto había cambiado su cartulina. En la que ahora porta, decía: Diputado=albañil, en la otra cara tenía esta leyenda: No + dádivas, legisla. Y es que Diego había mencionado en su informe de las “obras” que dice haber entregado.

Al concluir el informe y en medio de los aplausos para el legislador, se suben al estrado unos veinte jóvenes -hombres y mujeres- del grupo “Francisco Villa” le aclaman, le aplauden y medio confundido entre ellos, intenta subirse Luis Alberto. En eso se le acerca Juan Carlos Arreguín para recomendarle que mejor después lo viera.

– Es que yo traía una propuesta sobre Participación Ciudadana y me la rompieron los guardias de seguridad. Eso no se vale.

Ya para entonces y en medio de los “cañones” de confeti que dispararon para el agasajo del diputado, a Luis Alberto se le veía decidido. Quería hablar con el diputado.

Con Juan Carlos Arreguín iba al menos un par de fortachones jóvenes, a quienes les encargó cuidarán a líder de Morena.

Cuando Diego se baja del estrado, va y saluda a Tonatiuh, a sus papás, pero a Luis Alberto no lo dejaban acercar. Entonces, se trepa a una silla y mostrándole los moretones que le propinaron los de seguridad, gritando se los muestra al diputado.

– Mira diputado, mira como fui agredido… esto es lo que me ha hecho tu cuerpo de seguridad. Solo te pido que me escuches.

Y Diego apenas si voltea a verle. No lo atiende y con una mano hace un ademán en señal de enfado. Entonces, un auxiliar de Diego jala a Luis Alberto del brazo derecho y lo baja de la silla.

Y se abre ahí la primera parte de un jaloneado “diálogo”

– Es que ya llevó más de una semana buscándolo. Y no me recibe.

– A ver, dime que es lo que quieres. Le dice Alfredo Gámez, auxiliar de Diego Foyo.

– Que no has visto que me agredieron. Y le muestra los moretones del brazo derecho…y también a mi hija Frida. Quiero diálogo y mostrarle la iniciativa de Participación Ciudadana, la que me rompieron tus guardias. Alfredo niega haber traído guardias.

– Entonces ¿ De quién son?

– A ver… vamos a platicar.

– ¿Por qué hasta ahora?

Y Alfredo, el auxiliar de Diego, le pide su número de celular. Dice lo buscará.

Acto seguido, Luis Alberto acompañado de dos de sus amigos, sale a la puerta para ver si alcanza a Diego. Ya no lo ve. A la distancia, le seguían los dos auxiliares de Juan Carlos Arreguín.

Pero a la salida y frente a las puertas del viejo Estadio Municipal, ve a muchas personas formadas. Van a la comida que para “sus seguidores” había preparado Diego Foyo. Son más de mil. Y entre ellos se mete Luis Alberto

– Ya vete Chino, ya déjalos.

Le dice uno de los dos auxiliares de Juan Carlos Arreguín.

Pero el joven líder comienza ahí a decirles.

– Óiganme bien todos ustedes. Está bien que vengan a comer, pero por favor tengamos dignidad, tengan ustedes dignidad. No por un pedazo de pan, vendan su dignidad.

– Ya vámonos chino. Le dice el auxiliar de Arreguín. Pero otro de los que iban con el líder le recomienda.

– Ya déjalo, ya lo conoces, deja que les diga lo que quiera, ya lo conoces. No se va a detener.

Cuando El chino estaba en esa perorata, es que se dejan venir cuatro de los guardias de seguridad con manifiestas intenciones de detenerlo.

Pero Luis Alberto estaba ya picado.

– Señores, no se dejen mangonear. Sabemos muy bien que los políticos solo nos buscan cuando nos necesitan. Y cuando nosotros tenemos una necesidad, cuando tenemos hambre ¿Dónde están?

– Ya déjanos. Si vamos a comer eso no te importa. Le dice una mujer.

– Pues si van a comer, vayan y coman. Yo no les digo que no coman, pero manden a la chingada a este cabrón de Foyo, que aprobó aquí la reforma energética y nos siguen subiendo el gas.

Cuando el ambiente subía de tono, se acerca más el cuerpo de seguridad. Los detienen los auxiliares de Arreguín. Espérense, espérense. Quién escribe les pregunto que quién los había mandado. Tengo fotos, grabaciones. Nada responden. Y se alejan discretamente.

– Ya camínale. Le gritan a Luis Alberto.

– Ya déjanos, vamos a comer.

– Está bien, váyanse a comer, porque esto también es de nuestro dinero, de nuestros impuestos.

Al líder ya le comenzaba a perlar la frente el sudor, pero no se arredra. Se engalla. Tiene huevos el muchacho. Valor y coraje, coraje social.

…tengamos la jodida dignidad cuando vengan a pedirnos el voto… porque se lo vamos a negar…

Y se lo llevan.

La lucha continúa.

 

Postdata. Ese mismo sábado por la tarde, Luis Alberto Reyes Juárez, presidente del comité municipal en Querétaro de MORENA, acudió a la Agencia del Ministerio Público en donde puso una denuncia en contra del diputado Diego Foyo  a quién señala como “autor intelectual de la agresión” y en contra de quién o quiénes resulten responsables por discriminación y lesiones. La averiguación previa es la IX/762/2014.  

Andrés González

Periodista de toda la vida, egresado de la escuela Carlos Septién García, catedrático en la Universidad de Guanajuato, analista político en radio y prensa escrita, además de Premio Estatal de Periodismo en el 2000.


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