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Camino equivocado

Por Andrés González - 25/04/2014

Las ideas expresadas en las columnas, así como en otros artículos de opinión, no necesariamente corresponden a la línea editorial de Códice Informativo, y solo son responsabilidad del autor.

El asunto “Marcos Aguilar” vino a poner a prueba las ya muy conocidas y vacilantes decisiones que sobre diversas definiciones ha venido teniendo este irregular […]

 Camino equivocado

El asunto “Marcos Aguilar” vino a poner a prueba las ya muy conocidas y vacilantes decisiones que sobre diversas definiciones ha venido teniendo este irregular y poco prestigiado cuerpo colegiado, el Instituto Electoral de Querétaro el que, ciertamente -y velis nolis- vive sus últimas horas.

Pero no por su moribunda existencia, signifique o quiera decir que a “casos similares, aplique criterios de interpretación de la ley diferentes”.

Y es que en cuestiones de aplicación de la ley, se tiene un principio universal que criterio aplicado debe ser generalizado. O lo que en términos mundanos y dicharacheramente, equivale a aquello que dice “O todos coludos o todos rabones”.

Pero por lo hechos en ese ya dividido Instituto Electoral de Querétaro, no es así.

En el asunto Marcos Aguilar que terminó dividiendo a este organismo antes de su disolución, viene a traer nuevas luces a casos recientes en donde se aplicaron interpretaciones de la ley de manera mucho muy diversa.

Y ni distantes son los casos, sino más bien cercanos en el tiempo y en el juzgamiento diversos a situación mucho muy similar.

Ahí le va.

En el caso de reciente sobre la aceptación o rechazo como partido de Convergencia Ciudadana, los señores consejeros  se fueron al extremo de exigir a los señores notarios pruebas que iban más allá de la fe y testimonios que estos daban, para considerar en el IEQ que los “testimonios notariales no servían” y puestos en duda hasta por instancias extra muros del propio IEQ.

Ante esto y dada una situación en contrario en el caso de Marcos Aguilar, en donde señalaron que las pruebas notariadas eran suficientes, se viene a caer en una manifiesta contradicción. Lo primero que salta a la vista es porque en un caso sí y en el otro no.

Para los estudiosos en derecho a esto le llaman “prueba superviniente” que se interpone a posteriori y que ya lo ha hecho la gente de Convergencia Ciudadana -toca 5, 2014- en la que se le pide a la Sala Electoral del Poder Judicial del Estado, que de acuerdo a la resolución emitida contra Marcos Aguilar, se analice el comportamiento del Consejo General del IEQ -moribundo ciertamente pero aún responsable de todo lo que haga, porque la instancia sustituta aún no nace pues- que está utilizando criterios diferentes, lo de los notarios, con resolutivos obviamente distintos.

Esto, señores y con este Consejo -que no dudo se habrá de disolver- se pondría en riesgo el proceso electoral del 2015.

El caso de Marcos Aguilar vino a remover muchas cuestiones hasta ahora toleradas. Primero, es el propio Marcos Aguilar quién dice que apelará ante una instancia superior sobre esta “amonestación” que le impuso el IEQ, acusándolo de parcialidad, pero además señala que turnará a la Sala Electoral del TSJ diferentes denuncias contra “algunos actores del partido en el gobierno”. Y el diputado no dijo ciertamente nombres,  pero de que los sabe, los sabe.

Y el asunto puede ir hasta el propio Tribunal Electoral Federal.

Por las inconsistencias señaladas, considero que ahí no tendría ningún problema el citado diputado en ganar el caso para evidenciar nuevamente la ineficiencia y parcialidad de los consejeros del IEQ.

Aguas, porque en todo caso quién quedaría mal parada sería la instancia desde donde se movió ese resolutivo.

Y el diputado Marcos -que por cierto me cae muy mal por sus poses sobradas de soberbia- puede que se salga con la suya.

Así, no le van a cortar su aspiración a ser candidato.

Ese, considero, no es el camino.

Andrés González

Periodista de toda la vida, egresado de la escuela Carlos Septién García, catedrático en la Universidad de Guanajuato, analista político en radio y prensa escrita, además de Premio Estatal de Periodismo en el 2000.


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