La vida en la montaña
Códice Informativo platicó con mujeres y hombres que compartieron su sentir
Quéretaro se ve y vive de otra forma a cientos de kilómetros de su capital. En la comunidad de Yerbabuena, en Jalpan, se dieron cita decenas de habitantes de otras comunidades para recibir víveres donados por la población queretana, principalmente de la zona metropolitana.
Códice Informativo platicó con mujeres y hombres que compartieron su sentir.
Norma Villasaña es madre de cuatro hijos, aunque a dos de ellos, dice, se los recogió el DIF porque no podía mantenerlos. Afirma en entrevista con Códice Informativo que los extraña, pues no los ha visto desde hace cuatro años.
Es de Barriales, una comunidad ubicada a unos 30 minutos de la Yerbabuena. Asegura que las condiciones de vida son duras. Acusa que el presidente municipal, Saúl Trejo, le prometió una planta de energía en campaña, pero hasta ahora no le ha cumplido. Así que mientras tanto, sigue sin luz.
El agua también es un lujo. Sólo la consigue sacándola de pozos cercanos. Y de estufa, ni hablar. La comida la calienta con leña.
Norma desconoce si hubo afectaciones por “Manuel” o “Ingrid” en la zona. Ella está más preocupada por conseguir 300 pesos que le piden en el kínder de su hija, para la comida de la maestra, según afirma.
“Pues sí, necesitamos pagar para que le den el estudio, cómo ellos van a quedar sin estudio (…) y a todas nos están pidiendo eso, no crea que nada más a mí. Yo no he dado nada. No tengo dinero. Mi esposo a veces trabaja y a veces no. Ya tiene 65, yo 43”, señala en una charla con Códice Informativo, mientras espera para que le entreguen su despensa.
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Adán González, uno de los pocos hombres que asistió a la entrega de víveres, afirma a Códice Informativo que acudió por invitación de su delegado al evento.
Él es originario de Guayabos de Jalpan, una comunidad ubicada a 30 minutos de la Yerbabuena, si se viaja en coche.
Reconoce que no sabe de qué se trata el acto, pero asiste y de paso se trae en su camioneta a algunos de sus vecinos.
“El delegado nos invitó, nos dijo que viniéramos a echar la vuelta aquí a Yerbabuena”.
Códice Informativo (CI): ¿Qué les iba a dar?
Adán González (AG): No nos dijeron nada de eso, de qué iban a dar.
CI: ¿Él les puso el transporte o fue por cuenta de ustedes?
AG: Tampoco, no nos puso el transporte, cada quien se vino.
CI: ¿Y qué esperan de este evento, o cuál es el motivo de venir?
AG: Mmmm, no sabría decirle.
CI: ¿Aquí cómo les fue en cuestiones de lluvias?
AG: Pues sí llovió algo, pero aquí no hubo mucho derrumbe como en otras partes, como en Guerrero, ahí sí estuvo más o menos feo, aquí estuvo tranquilo.
CI: ¿No tuvieron derrumbes?
AG: Algunos, dos por ahí, tres, pero leves.
CI: ¿Nada de qué preocuparse? ¿Es algo que ocurre cada año?
AG: Ey
CI: ¿No hubo damnificados, ni nada por el estilo?
AG: No, no.
CI: Muchas gracias, y mucho gusto.
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Catalina Morán es madre de 9 hijos. El más grande de 21 y el más pequeño tiene tan sólo dos años.
Ella acudió a la comunidad de Yerbabuena, ubicada a 40 minutos de su hogar, para recibir una despensa que donó la sociedad queretana. Va con tres de sus hijos.
Fue trasladada en un autobús escolar. Dice a Códice Informativo que sus vecinas la invitaron al acto, aunque reconoce que no sabe bien de qué se trata.
Afirma que en su comunidad hubo afectaciones por las lluvias, debido a que el río se desbordó y los carros no pudieron pasar. No obstante, aclara que no hubo víctimas, ni daños a viviendas.
En la charla, confiesa que, desde hace un año, ella se ha convertido en la figura materna y paterna de su hogar. Su esposo dejó la comunidad de Barriales, en Jalpan, para buscar trabajo en Estados Unidos. Ahora es jornalero y desde allá es el sostén económico de la familia.
Confiesa que cada quincena su marido le envía dinero. Poquito, pero manda, asegura.
“A veces dos mil pesos a la quincena, a veces tres mil, pero sí manda, como quiera. Es que somos hartos la familia”, señala en entrevista con Códice Informativo.
Códice Informativo: ¿Y le alcanza con tres mil para la quincena?
Catalina Morán: Pues a veces, no muy bien, pero como quiera.
Se ve firme, segura, valiente. No obstante, Catalina admite que extraña a su marido, a quien no ha visto desde hace 12 meses. Habla con él cada ocho días, pero, dice, no es lo mismo.
De todas formas, señala, “ya nos estamos acostumbrando”.